Al recibir el reconocimiento en el Vaticano, el Papa explicó que considera como parte de su ministerio «dar amplio espacio a la afirmación de los derechos humanos, por la cercana relación que tienen con dos puntos fundamentales de la moral cristiana: la dignidad de la persona y la paz».
(ZENIT).- Juan Pablo II recibió este sábado el doctorado «Honoris Causa» en Jurisprudencia que le ha conferido la Universidad La Sapienza de Roma por su obra de defensa de los derechos humanos.
Al recibir el reconocimiento en el Vaticano, el Papa explicó que considera como parte de su ministerio «dar amplio espacio a la afirmación de los derechos humanos, por la cercana relación que tienen con dos puntos fundamentales de la moral cristiana: la dignidad de la persona y la paz».
«Es Dios, de hecho, quien creando al hombre a su imagen y llamándole a ser su hijo adoptivo, le ha conferido una dignidad incomparable, y es Dios quien ha creado a los hombres para que vivieran en la concordia y en la paz, proveyendo a una justa distribución de los medios necesarios para vivir y desarrollarse», añadió
En la ceremonia de entrega del reconocimiento, celebrada en la sala de las audiencias generales del Vaticano, estaban presentes numerosas autoridades italianas, entre ellas el presidente del Consejo de ministros, Silvio Berlusconi, así como el claustro de profesores de la Universidad, el más grande de Europa.
En su discurso, el Papa hizo mención los derechos humanos fundamentales por los que ha luchado «con todas sus fuerzas» en los casi 25 años de su pontificado.
–En primer lugar mencionó el derecho a la vida, pues «la vida humana es sagrada e inviolable desde su concepción hasta su ocaso natural», afirmó.
«En particular –reconoció–, he insistido en el hecho de que el embrión humano es un individuo humano y, como tal, es titular de los derechos inviolables del ser humano. La norma jurídica, por tanto, está llamada a definir el estatuto jurídico del embrión como sujeto de derechos que no pueden ser descuidados ni por el orden moral ni por el jurídico».
–En segundo lugar, citó el derecho a la «libertad religiosa», reconocido por la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y por otros documentos fundamentales del derecho internacional.
Según el Papa, la «libertad religiosa» no «es un derecho humano más», pues es el que da sentido a los demás, dado que «la dignidad de la persona humana tiene su primera fuente en la relación esencial con Dios».
Por este motivo, afirmó, es «un test para la observancia de los demás derechos fundamentales».
Los otros derechos humanos que han atraído el compromiso de este Papa, según él mismo explicó, son:
–«El derecho a no ser discriminados por motivos de raza, idioma, religión o sexo»;
–«El derecho a la propiedad privada, que es válido y necesario, pero que no debe separarse nunca del principio fundamental del destino universal de los bienes»;
–«El derecho a la libertad de asociación, de expresión e información, siempre en el respeto de la verdad y de la dignidad de las personas»;
–«El derecho –que hoy es también un gran deber– de participar en la vida política, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común».
–«El derecho a la iniciativa económica»;
–«El derecho a la casa para toda persona con su familia, que está íntimamente ligado con el derecho a constituir una familia y a tener un trabajo retribuido adecuadamente»;
–«El derecho a la educación y a la cultura, pues el analfabetismo constituye una gran pobreza y es con frecuencia sinónimo de marginación»;
–«El derecho de las minorías a existir y a preservar y desarrollar su propia cultura»;
–«El derecho al trabajo y los derechos de los trabajadores: tema al que consagré la encíclica «Laborem exercens»».
Por último, concluyó confesando que ha dedicado particulares energías a defender «Los derechos de la familia de las intolerables usurpaciones de la sociedad y del Estado, sabiendo muy bien que la familia es el lugar privilegiado de la humanización de la persona y de la sociedad y que por ella pasa el futuro del mundo y de la Iglesia».
Juan Pablo II, que ha recibido once doctorados «honoris causa» de diferentes universidades del mundo, recibió el reconocimiento un día antes de cumplir 83 años.