PARÁBOLAS Y RELATOS CORTOS: EL LUGAR DE REUNIÓN , UN HOMBRE DE NEGOCIOS, EL BURRRO, LA CIUDAD DE LOS POZOS, EL LADRILLAZO y EL ALPINISTA

2664

Te ofrecemos una nueva colección de parábolas para ser contadas a los más pequeños. Queremos contribuir a una cultura solidaria. Visita en esta web la sección de ´Parabolas de vida y esperanza´. Suscribe a tus amigos a este boletín solidaridad.net
EL LUGAR DE REUNIÓN

Cierto día salieron a pasear juntas por un lugar, donde se celebraba una hermosa fiesta, la Ciencia, la Fortuna, la Resignación, la Honradez. En el camino dijo la Ciencia: Amigas, como puede darse el caso de que nos perdamos unas de otras en la fiesta, es bueno convenir el lugar donde podamos encontrarnos de nuevo: a mí podéis encontrarme en la Biblioteca de aquel sabio médico, el doctor X que, como sabéis, es uno de mis viejos y mejores amigos.

La Fortuna dijo: –Yo me iré a esperarlas en el lujoso palacio de aquel poderoso millonario a quien, como sabéis, siempre acompaño.

La Resignación dijo a su vez: –A mí me encontraréis en la pobre y triste choza de aquel viejecito a quien con tanta frecuencia veo, y quien, sin exhalar jamás una queja, ha vivido tantos años sufriendo los horrores de su negra suerte.

Como notasen las compañeras que la Honradez se mantenía callada, le preguntaron: –A ti, amiga, ¿donde te encontraremos?

La Honradez, bajando tristemente la frente, respondió: –A mí, quien una vez me pierde, difícilmente me vuelve a encontrar.

UN HOMBRE DE NEGOCIOS

Un hombre de negocios norteamericano estaba en el embarcadero de un pueblecito costero de
México cuando llegó una barca con un solo tripulante y varios soberbios atunes.

El norteamericano felicitó al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlo.

El mexicano replicó:
– Oh, sólo un ratito.

Entonces el norteamericano le preguntó por qué no se habia quedado más tiempo para coger más peces. El mexicano dijo que ya tenía suficiente para las necesidades de su familia.

El norteamericano volvió a preguntar:
– ¿Y qué hace usted entonces con el resto de su tiempo?

El mexicano contestó:

– Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer, voy cada tarde al pueblo a tomar unas copas y a tocar la guitarra con los amigos. Tengo una vida plena y ocupada, señor.

El norteamericano dijo con tono burlón:

– Soy un graduado de Harvard y le podría echar una mano. Debería dedicar más tiempo a la pesca y con las ganancias comprarse una barca más grande.

Con los beneficios que le reportaría una barca más grande, podría comprar varias barcas. Con el tiempo, podría hacerse con una flotilla de barcas de pesca. En vez de vender su captura a un intermediado, se la podría vender al mayorista; incluso podría llegar a tener su propia fábrica de conservas.

Controlaría el producto, el proceso industrial y la comercialización.
Tendría que irse de esta aldea y mudarse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde dirigiría su propia empresa en expansión.

– Pero, señor, ¿Cuánto tiempo tardaría todo eso?
– De quince a veinte años.
– Y luego ¿qué?

El norteamericano soltó una carcajada y dijo que eso era la mejor parte:

– Cuando llegue el momento oportuno, puede vender la empresa en bolsa y hacerse muy rico. Ganaría millones.

– ¿Millones, señor? Y luego ¿que?

– Luego se podría retirar. Irse a un pequeño pueblo costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, hacer la siesta con su mujer e irse de paseo al pueblo por las tardes a tomar unas copas y tocar la guitarra con sus amigos.

– Pero, señor, perdería entre quince y veinte años para hacer lo mismo que estoy haciendo en este momento.

«Partiendo de la nada, hemos alcanzado las más altas cotas de la miseria»
Groucho Marx

EL BURRO

Un día, el burro de una campesina se cayó en un pozo. El animal lloró durante horas, mientras la campesina trataba de averiguar qué hacer.

Finalmente la campesina decidió que el animal ya estaba viejo, el pozo estaba seco, y necesitaba ser tapado de todas formas y que realmente no valía la pena sacar al burro.
Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarla. Todos cogieron una pala y empezaron a tirar tierra al pozo. El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y lloró horriblemente.

Después, para sorpresa de todos, se tranquilizó… Después de unas cuantas paladas de tierra, la campesina miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio… con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble… Se sacudía la tierra y daba un paso hacia arriba.
Mientras los vecinos seguían echando tierra encima del animal, él se sacudía y daba un paso hacia arriba. Pronto todos vieron sorprendidos cómo el burro llegaba hasta la boca del pozo, pasaba por encima del borde y salía trotando.

La vida va a echarnos tierra, todo tipo de tierra… El truco para salirse del pozo es sacudirse la tierra y dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Nosotros podemos salir de los más profundos huecos, si nunca damos nuestro brazo a torcer. Sacudirse y dar un paso hacia arriba…

LA CIUDAD DE LOS POZOS

Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta.

Esa ciudad habitada por pozos. Pozos vivientes… pero pozos al fin.

Los pozos se diferenciaban entre sí, no sólo por el lugar en el que estaban excavados sino también por el brocal (la abertura que los conecta con el exterior).

Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos, pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.

La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado.

Un día llegó a la ciudad una «moda» que seguramente había nacido en algún pueblito humano.

La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.

Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas.

Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más, optaron por el arte, y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.

Pasó el tiempo. La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más.

Los pozos no eran todos iguales, así que, si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior…

Algunos de ellos fue el primero: En lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.

No pasó mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.

Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver sus camaradas ensanchándose desmedidamente. Él pensó que si seguían hinchándose de tal manera, pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad…

Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho.

Pronto se dio cuenta de que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de contenido…

Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo.

Vació de posesiones, el pozo se empezó a volverse profundo mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había desecho…

Un día, sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa: Adentro, muy adentro, y muy en el fondo encontró agua !!!

Nunca antes otro pozo había encontrado agua…

El pozo supero la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando el agua hacia afuera.

La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.

Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto, en tréboles, en flores y en tronquitos endebles que se volvieron árboles después…

La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar «El Vergel».

Todos les preguntaban como había conseguido el milagro.

– Ningún milagro- contestaba Vergel – hay que buscar en el interior hacia lo profundo…

Muchos quisieron seguir el ejemplo de Vergel, pero desandaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse. Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas…

En la otra punta de la ciudad otro pozo, decidió correr también el riesgo del vacío…

Y también empezó a profundizar…

Y también llegó el agua…

Y también salpicó hacia afuera creando un segundo oasis verde en el pueblo…

– Que harás cuando se termine el agua ? – le preguntaban.

– No se lo que pasará- contestaba – Pero, por ahora, cuanto más agua saco más agua hay.

Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.

Un día caso por casualidad los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado era la misma…

Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.

Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida.

No solo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto:
La comunicación que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar.

JORGE BUCAY (Psicólogo argentino)

EL LADRILLAZO

José iba en su nuevo Jaguar a mucha velocidad un poco tarde para el trabajo. Su Jaguar rojo y brillante era una de sus mas preciadas posesiones. De repente un ladrillo se estrella en la puerta trasera.

José frenó el carro y le dio marcha atras hasta el lugar de donde había salido el ladrillo. Se bajó del cochey vio a un niño en la acera y que lo agarra y lo sacude y que le grita: Qué demonios andas haciendo? Te va a costar caro lo que le hiciste a mi coche! Por qué tiraste el ladrillo?»

El niño, llorando, le contestó «Lo siento, señor, pero no sabía qué hacer. Mi hermano se cayó de su silla de ruedas y está lastimado, y no lo puedo levantar yo solo. Nadie quería detenerse a ayudarme!»

José sintió un nudo en la garganta y fue a levantar al joven a su silla de ruedas, y revisó que las raspadas eran menores, y que no estaba en peligro.

Mientras el niño empujaba a su hermano en la silla de ruedas hacia su casa, José caminó lentamente a su Jaguar, pensando.

José nunca llevó el carro a reparar, dejó la puerta como estaba, Para hacerle recordar que no debía ir a través de la vida tan aprisa que alguien tuviera que tirarle un ladrillo para llamar su atención.

Qué tal contigo, ¿has recibido algún ladrillazo últimamente?

EL ALPINISTA

Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua. Inició su travesía, después de años de preparación, pero quería la gloria para él sólo, por lo tanto subió sin sus compañeros.

Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima.

Pronto obscureció…La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires………..caía a una velocidad vertiginosa, solo podía ver veloces manchas oscuras que pasaban y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.

Seguía cayendo……y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de su vida. El pensaba que iba a morir, mas sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos….Si!!…….. como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.

En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó mas que gritar.. AYUDAME, DIOS MIO, AYUDAME DIOS MIO. De repente …………. una voz grave y profunda de los cielos le contestó:

¿QUE QUIERES QUE HAGA?
Sálvame, Dios mío.

¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?
Por supuesto Señor, Tú eres el único.

ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE…..
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda pues pensó que era lo único que realmente lo libraba de el vacío.

Cuenta el equipo de rescate que al otro día se encontró colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda….. A UN METRO DEL SUELO………Y tu… ¿En que cuerda tienes puesta tu confianza?, ¿Por qué no la sueltas? El Señor tiene maravillosas cosas para ti. Corta la cuerda, NO DUDES CÓRTALA …… y simplemente, confía en El.