El CARDENAL de PARÍS PIDE EVITAR una «GUERRA RELIGIOSA» EN FRANCIA

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El arzobispo de París reconoció que el debate en torno a la ley que debería prohibir la ostentación de signos religiosos ha despertado «una agresividad antirreligiosa que sorprende completamente a los ambientes católicos».

PARÍS, domingo, 18 enero 2004 (ZENIT.org).- El cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París, ha pedido que el Estado «no se meta en cuestiones religiosas» y que no confunda «el estatuto de las religiones con el mantenimiento del orden público»

En declaraciones a la estación radiofónica «France Inter», el purpurado intervino este jueves sobre el debate que tiene lugar en el país en torno al proyecto de ley que debería prohibir la ostentación de todo signo religioso en un lugar público. La ley ha sido encargada por el presidente Jacques Chirac, en particular, para reglamentar el uso del velo islámico.

«La libertad del islam es tan preciosa como la libertad del catolicismo, o del protestantismo o del judaísmo», afirmó el cardenal Lustiger.
«El hecho de saber cuándo se está abusando de la religión para hacer política o cuando se atenta contra los derechos del hombres es una cuestión de orden público», reconoció.

«Pero no hay que confundir el estatuto de las religiones con el mantenimiento del orden público», precisó. «Si el velo es un signo político de una organización islamista, que para el gobierno ha amenazado a la seguridad de la República, que asuma sus responsabilidades, pero que no se meta en cuestiones religiosas».

El arzobispo de París reconoció que el debate en torno a la ley que debería prohibir la ostentación de signos religiosos ha despertado «una agresividad antirreligiosa que sorprende completamente a los ambientes católicos».

La ley, advirtió, podría ser aprovechada por «los incendiarios involuntarios» para abrir una «guerra religiosa», y recordó que últimamente se han dado casos en los que católicos han sufrido agresiones verbales por llevar una cruz al pecho.

«Espero que los políticos sean conscientes de lo que están haciendo», declaró el cardenal, constatando que «la posición francesa es ininteligible en el extranjero».