En Eskadi no hay un conflicto étnico, religioso, social y cultural. El País Vasco no es víctima de una dominación nacional por parte de ningún otro país, ni el pueblo vasco por parte de otra etnia, ni la cultura vasca ni su lengua es atacada de modo consciente o voluntario por nadie. Bueno es, por tanto, que los líderes nacionalistas reduzcan la naturaleza de los conflictos presentes en Esukadi a su verdadera dimensión. La puramente política e interna deriva de la diversidad de pareceres entre los vascos respecto, en este caso, a la cual ha de ser la más adecuada relación entre el País vasco y el resto de España.
Por Nicolás Redondo Terreros
Insiste con frecuencia el lehendakari Ibarretxe en el reconocimiento de la «existencia de un conflicto de naturaleza política en Euskadi». Como demócratas entendemos que el conflicto constituye la esencia misma de la sociedad política. La convivencia de seres humanos libres e inteligentes genera de manera y modo natural conflictos políticos, sencillamente porque es inevitable que las distintas personas forjen ideas y conceptos, también diferentes e incluso opuestos, sobre aquello que constituye el ideal del bien común. La existencia de variadas concepciones del bienestar político o del interés general no resulta, por tanto, un defecto, problema o patología social a resolver, sino la genuina manifestación de la pluralidad.
En Euskadi, la existencia de un sentimiento nacionalista en buena parte del electorado hace que, además de los conflictos políticos comunes en cualquier sociedad democrática, occidental, se haga presente un conflicto más: el referido a la incardinación de la propia comunidad en el seno del Estado Constitucional Español.
La constatación de la existencia de este conflicto político es una obviedad elemental. No obstante, y dado el énfasis que respecto del mismo hace del discurso del nacionalismo vasco, conviene realizar algunas precisiones.
- En primer lugar, en Eskadi no hay un conflicto étnico, religioso, social y cultural. El País Vasco no es víctima de una dominación nacional por parte de ningún otro país, ni el pueblo vasco por parte de otra etnia, ni la cultura vasca ni su lengua es atacada de modo consciente o voluntario por nadie. Bueno es, por tanto, que los líderes nacionalistas reduzcan la naturaleza de los conflictos presentes en Esukadi a su verdadera dimensión. La puramente política e interna deriva de la diversidad de pareceres entre los vascos respecto, en este caso, a la cual ha de ser la más adecuada relación entre el País vasco y el resto de España.
- Es éste un conflicto político presente y actual, ajeno a una consideración histórica .No se trata de una cuestión mal resuelta en el pasado y que haya dejado justicias que demandar o agravios que deshacer a favor de los vascos considerados como tales, como «Pueblo». Democracia significa, entre otras cosas, que no hay más sujetos titulares de los derechos políticos que los ciudadanos, de modo que desde la transición democrática las instituciones refrendadas por la voluntad popular constituyen nuestra organización política de un modo plenamente legítimo y estable. Si con anterioridad a la Constitución de diciembre de 1978 y el Estatuto de Autonomía de diciembre1979 existían diferentes y divergentes visiones sobre la tan traída y llevada «cuestión nacional», ha de considerarse que la sociedad vasca resolvió dicho conflicto (con las limitaciones y contingencias inherentes a toda constitución política humana) en un sentido determinado: el de que el Pueblo Vasco, como expresión de su nacionalidad y como medio para acceder a su autogobierno, se constituyó en Comunidad Autónoma dentro del Estado Español, de acuerdo con la Constitución y su propio Estatuto. No olvidemos que el 29 de diciembre de 1978 la Asamblea de Parlamentarios Vascos aprobada el Proyecto de Estatuto de Gernika y el 25 de octubre de 1979 lo hacía el electorado vasco en referéndum con el 88,7% de los votos a favor. Que al día de hoy existen ciudadanos no conformes, o insatisfechos, con la solución estatuaria es algo perfectamente reconocible por evidente. Tan evidente como el hecho de que, guste o no a todos, se trata de una cuestión zanjada en su día por el propio referéndum estatutario, sin que pueda pretenderse (salvo a efectos puramente demagógicos) la perviven- cia de un conflicto pre-estatutario irresuelto.
- El Partido Nacionalista Vasco comete una deslealtad política al presentar la situación actual como la subsistencia de un conflicto político sin resolver. Los nacionalistas son conscientes, al plantear hoy la superación del consenso autonómico, de que la ruptura de los equilibrios estatutarios no va a ser contestada por parte de las fuerzas constitucionalistas con un desmantelamiento de la misma intensidad de un sentido contrario del edificio institucional autonómico. Se trata de una quiebra unilateral de lo pactado.
- Es perfectamente legítimo, no obstante, que cualquier fuerza política nacionalista, en cumplimiento de su misión estratégica, plantee la superación del marco jurídico-político actual ofreciendo el electorado metas alternativas. Pero esto es algo que, si embargo, no ha ocurrido.
- Si el «Conflicto», así con mayúsculas, tal y como el Sr. Ibarrtexe se empeña en decir, tiene naturaleza política, es que no tiene naturaleza histórica. Es que nace, sencillamente, como manifestación del pluralismo político vasco actual sin más aditamentos ni legitimaciones y, como tal conflicto actual, forma parte del debate institucional y electoral vasco de modo cotidiano sin que ningún partido se le haya impedido en modo alguno ni su expresión ni su gestión. Rechazamos como demócratas, conscientes de la pluralidad de nuestra sociedad, la identificación que hace el nacionalismo de su insatisfacción, o la de determinados líderes nacionalistas, con la insatisfacción del país. Porque otros, entre ellos los socialistas, podríamos abrir el capítulo de las insatisfacciones producidas por cómo el nacionalismo está aplicando determinadas políticas que lejos de reforzar la pluralidad, sólo buscan la homogeneización nacionalista de la sociedad