Burkina Faso: Violencia yihadista, golpes de estado y la influencia rusa

1057

Burkina Faso se encuentra sumida en la violencia y el caos. La violencia comenzó en 2015 y llegó desde la vecina Mali.

El contagio del terrorismo yihadista se extendió como una mancha de aceite y prosperó a lomos de la pobreza extrema y las injusticias sufridas por buena parte de la población.

Decenas de jóvenes, sobre todo de las zonas rurales, se afiliaron a grupos bajo el sello de Al Qaeda.

Durante estos años, el ruido de toda esta violencia apenas llegó a una capital donde las élites políticas estaban más ocupadas en sus luchas de poder. El Gobierno burkinés ha fracasado en contrarrestar al yihadismo y a la pobreza.

Más de un millón de niños en Burkina Faso se ven afectados actualmente por el cierre de escuelas con 6134 instituciones académicas cerradas a febrero de 2023, un aumento de más del 40 por ciento desde el final del último año escolar. Casi una de cada cuatro escuelas en todo el país está ahora fuera de servicio debido a la inseguridad y la violencia desenfrenadas, que han obligado a cerca de dos millones de personas a desplazarse.

En estos momentos hay dos millones de personas, el 10% de la población desplazadas por la violencia y acosadas por la inseguridad alimentaria. Dos terceras partes del territorio están fuera del control del Estado. Ciudades. Se encuentran sometidas al bloqueo. Y hay una total incertidumbre sobre el futuro. En enero de 2022, un teniente coronel, Paul Henry Damiba dió el soplido que faltaba en forma de golpe de Estado para tumbar la casa de paja. Pero las cosas siguieron igual. A esas alturas, la crisis era tan profunda, los grupos armados se habían hecho tan fuertes, que Burkina Faso pedía a gritos un cambio acorde a la dimensión del problema.

Pero luego llegó el capitán Ibrahim Traoré. Traoré es el actual Presidente interino de Burkina Faso, desde el 6 de octubre de 2022; tras el golpe de Estado del 30 de septiembre del mismo año, que derrocó al otro presidente interino Paul-Henri Sandaogo Damiba

El capitán Ibrahim Traoré dice que ha venido a reconquistar el país. Transmite con solemnidad y confianza mesiánica: “Ha llegado el momento”. Habla de operaciones castrenses en curso, de refuerzos. De una juventud comprometida con el país… Y de una guerra necesaria e inminente. Ahora Burkina Faso se está despegando de la antigua potencia colonial: Francia; se está acercando a Moscú.

Moscú está enfrascada en una vasta operación de seducción que guiña el ojo al continente africano. El sentimiento antifrancés y por extensión antieuropeo y antioccidental pone la alfombra roja al nuevo socio. A hombros de una cierta nostalgia, de un cierto romanticismo. Usando la imagen de una Unión Soviética que en su momento apoyó a movimientos de liberación africanos, el Kremlin busca romper el aislamiento internacional que le imponen la Unión Europea y Estados Unidos tras la invasión de Ucrania. Con acceso a nuevos mercados y preciados recursos de los países empobrecidos africanos. Hoy las preguntas surgen enseguida: ¿Seguirá Burkina Faso los mismos pasos que Mali contratando a mercenarios de la polémica Wagner para reforzar su combate contra el yihadismo? Otro caballo de Troya en África.

Nota: Materias primas en Burkina Faso

Solidaridad.net

Fuentes:

Mundo Negro, Norwegian Refugee Council