Un miembro de la jerarquía católica de Haití ha denunciado la «confusión total» que reina en la nación insular caribeña y ha advertido que aunque los obispos «están intentando calmar la situación», «temen lo peor: una guerra civil». Igualmente confirmó que el movimiento de protesta contra el presidente Jean-Bertrand Aristide es muy amplio. Sin embargo, éste «no quiere apearse del trono» y por ello «es muy posible que estalle una guerra civil», observó.
PUERTO PRÍNCIPE, lunes, 16 febrero 2004 (ZENIT.org).- Un miembro de la jerarquía católica de Haití ha denunciado la «confusión total» que reina en la nación insular caribeña y ha advertido que aunque los obispos «están intentando calmar la situación», «temen lo peor: una guerra civil». Igualmente confirmó que el movimiento de protesta contra el presidente Jean-Bertrand Aristide es muy amplio. Sin embargo, éste «no quiere apearse del trono» y por ello «es muy posible que estalle una guerra civil», observó.
Así se pronunció el prelado, que pidió permanecer en el anonimato, en una conversación telefónica con «Ayuda a la Iglesia Necesitada» (AIN), Obra de Derecho Pontificio dependiente de la Santa Sede.
Igualmente confirmó que el movimiento de protesta contra el presidente Jean-Bertrand Aristide es muy amplio. Sin embargo, éste «no quiere apearse del trono» y por ello «es muy posible que estalle una guerra civil», observó.
«El denominado Grupo 184, formado por sindicalistas y patronales, es el principal movimiento que exige su inmediata dimisión», explicó el líder eclesial.
Según sus declaraciones, existen grupos armados a favor y en contra de Aristide que, principalmente en la frontera con la República Dominicana, «están asesinándose mutuamente sin saber quién es quién».
Desde el 2000 se vive una situación de crisis en Haití, cuando Aristide ganó unas legislativas que la oposición y la comunidad internacional pusieron en duda. La oposición se niega a participar en nuevas elecciones hasta que renuncie el actual presidente, mientras que el líder insiste en que gobernará hasta que concluya su mandato en el año 2006.
En las últimas semanas, Aristide se enfrenta a un gran movimiento antigubernativo organizado por una parte pacíficamente por la oposición política y la sociedad civil, y por otra por algunos grupos insurrectos armados. Fuentes de la agencia misionera «Misna» aseguran que el descontento está ganando partidarios también en las filas del partido del presidente, «Fanmi Lavalas» («Familia Lavalas»).
El deterioro de la situación social está repercutiendo cada vez más en la economía del país caribeño, con una población de 8,1 millones de habitantes, de los cuales el 75% vive por debajo del umbral de una pobreza extrema.
Desde el 5 de febrero, la ciudad de Gonaives –a 170 kilómetros al norte de la capital— (con 200 mil habitantes es la cuarta en importancia en Haití) permanece en manos de los rebeldes del «Frente de Resistencia Revolucionaria de Artibonite». Amenazan con marchar hacia Puerto Príncipe.
En Saint-Marc (65 kilómetros al sur), cerca del 70% de la población habría dejado sus casas tras los entretenimientos entre la policía y los rebeldes del «Rassemblement des Militants Conséquents de Saint-Marc» (Ramicosm).
En Gonaives y otras localidades del norte ya se registra escasez de combustible, alimentos y medicinas.
Aunque la capital haitiana está bajo el control del poder central, en el resto del país el gobierno de Jean-Bertrand Aristide cuenta con una influencia limitada con fuerzas policiales insuficientes y una administración en descomposición, confirmó «Efe» este lunes.
Desde el inicio de las manifestaciones en enero, se calcula que más de cincuenta personas han muerto en Haití para pedir la salida del poder de Aristide y su gobierno, si bien esta cifra no ha sido confirmada oficialmente.
El presidente del episcopado de Haití pide al gobierno que evite el «baño de sangre»
Ante el agravamiento de la situación, República Dominicana cierra la frontera
PUERTO PRÍNCIPE, martes, 17 febrero 2004 (ZENIT.org).- Ante la violencia, que está degenerando en una «guerra civil» en Haití, el presidente del episcopado del país caribeño ha lanzado este martes un llamamiento apelando a la «conciencia de los gobernantes para que tomen la decisión más beneficiosa que ponga fin a esta situación».
Así lo hecho saber el arzobispo de Cabo Haitiano, monseñor Hubert Constant, a «Misna», sin hacer mención a una eventual salida del presidente Jean-Bertrand Aristide, contra quien hace semanas protesta la oposición democrática y la sociedad civil –con manifestaciones pacíficas— y grupos armados, éstos últimos alzados en algunas localidades de la nación.
«No compete a la Iglesia decir qué acciones deben emprenderse, pero es urgente hacer algo para detener la violencia», añade el prelado, según el cual «el baño de sangre ya ha empezado».
El llamamiento contiene una exhortación a todos los haitianos «a respetar la vida de todo ser humano, la integridad moral de las personas, el derecho de todos a la libertad, a la información verídica y al derecho constitucional de expresarse y de manifestarse de forma respetuosa y pacífica».
La Iglesia en Haití expresa además una fuerte preocupación por la situación humanitaria: «El sufrimiento de la población es intolerable, la inseguridad es omnipresente», denuncia el documento suscrito por el episcopado.
Frente al agravamiento de la crisis humanitaria, los prelados piden a las partes en conflicto «que liberen las vías públicas para permitir a las organizaciones humanitarias llevar ayuda a las personas heridas o en dificultad», y concluyen expresando su pesar a los familiares de las víctimas.
Más de medio centenar de muertos ha producido ya el alzamiento contra el presidente Jean-Bertrand Aristide en una nación con una población de 8,1 millones de habitantes –de los cuales el 75% vive por debajo del umbral de una pobreza extrema— marcada por la inestabilidad: en dos siglos de independencia ha pasado por una treintena de golpes de Estado.
Winter Etienne, líder del rebelde «Frente de Resistencia» contra el presidente haitiano, que se ha hecho con la ciudad de Gonaives, ha asegurado que el movimiento insurgente tomará pronto el norte y el centro de Haití. En efecto, ya ha logrado el control de la ciudad de Hinche –cerca de la frontera con República Dominicana–, y sus próximos objetivos son las ciudades de Saint-Marc (centro) y Cabo Haitiano (norte).
El empeoramiento de la situación ha llevado a las autoridades de Santo Domingo a cerrar la frontera. Por su parte, Aristide ha confirmado en una entrevista concedida el lunes a «The New York Times» que permanecerá en el cargo hasta el 7 de febrero del 2006, fecha del final de su mandato de cinco años.
Los rebeldes acusan al presidente de corrupción, manejos electorales y violaciones de los derechos humanos, mientras que la oposición democrática a Aristide rechaza el uso de las armas para derrocar el gobierno.
Reconociendo que la anarquía reina en la isla, monseñor Pierre Dumas –obispo auxiliar de Puerto Príncipe— recalcó en «Radio Vaticana» que los rebeldes del norte del país no actúan con la oposición democrática.
Francia, según ha declarado este lunes el ministro de exteriores francés Dominique de Villepin, está considerando el envío a Haití de una fuerza internacional de paz. En el norte del país ya empiezan a escasear los alimentos y se temen epidemias.