Julián Gómez del Castillo: la radicalidad de un converso para el siglo XXI.
En el centenario de su nacimiento.
Editorial
Al cumplirse cien años del nacimiento de Julián Gómez del Castillo (1924-2006), al que en gran parte esta revista le debe su existencia y orientación, presentamos en este número algunas claves interpretativas de uno de los protagonistas más destacados de la Iglesia española en la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI.
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Julián nace en una España donde la mayoría de las personas pasan hambre, en una familia obrera entregada al ideal de justicia y teniendo que trabajar a muy temprana edad. Para él todo el sufrimiento de su generación va a cobrar sentido a partir de su conversión y posterior bautismo a la edad de 18 años, donde inicia su camino de crecimiento hacia abajo para ser cada día más humilde, pobre y sacrificado. De allí, inicia la vivencia de lo que puede ser llamado el trípode de su vida espiritual, heredada de su maestro Guillermo Rovirosa: el amor y fidelidad a Cristo, a la Iglesia y a los pobres. No de forma superpuesta, sino como un todo. Él mismo, se describía diciendo: «mi vida ha intentado seguir a Jesús desde una militancia cada vez más radical de encarnación en el mundo de los pobres y por tanto de su liberación. Ello ha llenado mi vida y creo que en ello no sólo me he encontrado con Dios, sino que me he encontrado con ese Dios en los hermanos…». Todo esto vivido en matrimonio con su esposa Trinidad Segurado y sus hijos.
El amor a Cristo, al Dios-Solidaridad que se encarna para la salvación de los hombres, le permitió no caer en la falsa dicotomía entre fe y vida, sino que aunó en sí mismo cómo la fe cristiana no sólo es informativa, sino también performativa del corazón del hombre y de toda la realidad social. Siguiendo la lógica de la encarnación para la redención, traducida en su vida en la contemplación y la lucha. El amor a la Iglesia, lo llevó a descubrir y promocionar la auténtica catolicidad, en su doble y complementaria realidad: como poseedora de la plenitud de los medios de salvación, mediante la fe y los sacramentos, junto con una solidaridad-comunión universal con los cristianos del mundo. El amor a los pobres, confluyó en una promoción de la dignidad sagrada de la persona, denunciando las causas y consecuencias de los graves problemas que esclavizan y explotan a los hombres. Por eso, comprendió que la auténtica liberación de los pobres, sólo será posible desde abajo y desde adentro, en el fomento de una cultura y conciencia solidaria que promocione a la persona integralmente, es decir, de forma personal y colectiva. Por ello, puso en marcha una estrategia evangelizadora basada en la solidaridad y la autogestión con medios pobres, promocionando la vida asociada y un análisis crítico de la realidad, asimilando una tensión capaz de complementar la contemplación del misterio de Dios, especialmente en la Eucaristía, junto con la lucha solidaria con los pobres.
La aportación esencial de Julián Gómez del Castillo ha sido una mirada de fe de la realidad desde los empobrecidos, lo que le permitió integrar con radicalidad y entusiasmo sus luchas legítimas y aspiraciones de liberación integral. A ello, dedicó largas horas y muchos kilómetros promocionando la militancia cristiana en la vida de los laicos desde la caridad política. Porque para él, nada hay más importante en la vida de un cristiano que ver, juzgar y actuar desde la fe, buscando la recapitulación de todas las cosas en Cristo. Su testimonio nos demuestra que es posible la conversión permanente a Jesús y a nadie y a nada más, que es posible la solidaridad entregándonos a fondo perdido en el amor a los hermanos y que es posible la autogestión para la liberación de las cadenas que oprimen al hombre de hoy. Todo su patrimonio militante, como respuesta al mundo de hambrientos, explotados y esclavos de su tiempo, cuestión que sigue hoy de forma más cruenta, continúa siendo actual en la vida de nuevos militantes cristianos, tanto en España y especialmente en Hispanoamérica en muchas barriadas pobres que siguen clamando liberación.