A pesar de que la producción mundial de alimentos es suficiente, millones de personas pasan hambre

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Inflación alimentaria

Los más empobrecidos apenas tienen acceso a los alimentos, y son en su mayoría, alimentos ultraprocesados o dañinos a largo plazo para la salud.

“A pesar de que la producción mundial de alimentos es suficiente, millones de personas pasan hambre o sufren malnutrición porque no disponen de alimentos seguros y nutritivos, no pueden acceder a ellos o, más a menudo, no pueden permitírselos”, señalan en una carta conjunta los máximos dirigentes de las cinco organizaciones responsables del informe, que recuerdan que la “inseguridad alimentaria y la malnutrición se ven desproporcionadamente afectadas por la inflación de los precios de los alimentos”.

Es precisamente el aumento del coste de la comida, según Máximo Torero (economista jefe de la FAO en declaraciones a El País), uno de los grandes responsables de esta inseguridad alimentaria, que perjudica especialmente a las mujeres, los hogares rurales y las comunidades con menos acceso a la protección social. “La inflación del precio de los alimentos ha subido más incluso que la inflación global”, dice. Aunque los precios internacionales de las materias primas agrícolas han comenzado a estabilizarse tras el incremento que experimentaron con la pandemia de covid-19 y la guerra en Ucrania, los precios que realmente pagan los consumidores no han seguido la misma tendencia. “El pan que compras en la tienda no solo depende del precio del trigo, que representa apenas un 3% o 4%, sino también del costo de la energía, la logística, el transporte…”, explica el economista jefe de la FAO.

Además de esta situación, Torero alude un problema macroeconómico mayor: muchos países importadores de alimentos, especialmente en África, “enfrentan altos niveles de deuda y devaluaciones de su moneda” que encarecen aún más las importaciones.

A pesar de que la producción mundial de alimentos es suficiente, millones de personas pasan hambre

El resultado, según explica, es devastador para los hogares más pobres, cuya cesta básica se compone mayoritariamente de alimentos: “Una subida del 10% en los precios alimentarios puede provocar un aumento del 3,5% en la inseguridad alimentaria moderada o grave, y del 1,8% en la severa”. También se traduce en un aumento significativo del hambre infantil: un aumento del 10% en los precios puede conllevar un aumento del 4,3% en los casos de desnutrición aguda grave en menores de cinco años, según el SOFI.

Esta subida de precios afecta además directamente a la calidad de la comida que se ingiere. Según el informe, en 2024 el precio medio global de una dieta nutritiva alcanzó los 4,46 dólares al día (3,8 euros), frente a los 4,01 dólares (3,42 euros) que costaban en 2022. Y los alimentos más nutritivos (frutas, verduras y productos animales) siguen siendo los más caros, mientras que los ultraprocesados, ricos en azúcares, sal y grasas saturadas, son los más baratos, lo que contribuye al aumento de la malnutrición y de la aparición de enfermedades no transmisibles, como la diabetes o las afecciones cardiovasculares. Según los últimos datos disponibles, la obesidad en adultos también ha crecido, y ha pasado del 12,1% en 2012 al 15,8% en 2022.