Página de conciencia histórica
Un año y pocos meses después de terminar la Guerra Civil española, muere Julián Besteiro, el 27 de septiembre de 1940. Ya han pasado 85 años de este suceso y creemos que, sin mitificar o deificar a nadie, debemos tener presente en nuestra memoria histórica la vida de Julián Besteiro.

Fue privado de libertad y pagó con su vida, como muchos socialistas históricos que nos precedieron. Eran los militantes que pagaban por ser socialistas, no de los de ahora, que cobran ingentes cantidades de dinero por estar al servicio del capital y no de los trabajadores.
Recordamos su memoria porque pone en evidencia lo que es actualmente el PSOE, que desgraciadamente ha pasado a ser el partido de la infamia, viviendo a costa de las siglas que se constituyeron con Pablo Iglesias Posse, en el año 1879. Hoy se avergonzaría profundamente de ver como el ideal ha caído en unos vulgares rufianes de la política.
Pero tenemos el deber de tener conciencia histórica y trasmitir a las generaciones que nos preceden que dentro del PSOE hubo familias, hombres, mujeres y jóvenes obreros, que trabajaron por la paz, la reconciliación, la dignidad del trabajo y el respeto a la vida.
Besteiro forma parte de ese grupo. ¿Qué podemos remarcar de él?:
.- Fue sucesor y heredero del fundador del PSOE, Pablo Iglesias, siendo una figura clave del socialismo en la primera mitad del siglo XX. Cuatro años más tarde de la muerte de Iglesias Posse es confirmado presidente de partido.
.- Siempre intentó ser fiel a sus principios morales, por encima de otras consideraciones partidistas. Esto lo dejó claro en sus múltiples cartas a su esposa y compañera de vida Dolores Cebrián. En una de ellas llega a escribir: «Nunca hubiese podido dejarte cuantiosos bienes de fortuna —escribió en una misiva a modo de testamento a Lolita, como llamaba su mujer—, pero te dejo en cambio un nombre respetable que algún día, creo yo, habrá de imponerse a la consideración de las gentes».
.- Nadie duda de la fe socialista de Besteiro. Hechos como la huelga de 1917 lo deja manifiesto, que además le costó la cárcel. El ideal de que el trabajo está por encima del capital; que la “miseria material” es empobrecimiento y lleva a las personas a condiciones indignas privados de los derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como el alimento, el agua, condiciones higiénicas, el trabajo; que la “miseria moral” es la imposibilidad del desarrollo y promoción cultural, le llevó a luchar por la mejora de la educación en un país lastrado por el analfabetismo y por la justicia para un reparto justo de la riqueza.
.- Se opuso radicalmente a la violencia para alcanzar sus metas y, por supuesto a la guerra, porque estaba convencido de que tendría un coste inasumible de vidas y acabaría por laminar los logros sociales de la República. Tenía muy claro que el fin no justifica los medios, oponiéndose con claridad a cualquier tipo de dictadura, incluida , la dictadura del proletariado.
.- De sus valores éticos resaltar que fue el único dirigente que permaneció en Madrid, pese a que tuvo muchas oportunidades para salir del país. «Me quedaré con los que no pueden salvarse —proclamó—. Facilitaremos la salida de España a muchos compañeros que deben irse, y que se irán por mar, por tierra o por aire; pero la gran mayoría, las masas numerosas, esas no podrán salir de aquí, y yo, que he vivido siempre con los obreros, con ellos seguiré y con ellos me quedo. Lo que sea de ellos será de mí». La vocación inmensa de servir a un ideal generoso, a una gran causa, hizo que Julián Besteiro, que procedía de la pequeña burguesía, con un brillante expediente académico, catedrático de Psicología, Lógica y Ética , quiso comprender, amar y compartir la lucha de los pobres, de los obreros, dejando escrito lo siguiente: “ Y os hablo yo, que por no poder resistir la vacuidad de algunos de los medios que se llaman ilustrados he ido buscando espiritualidad y elevación del alma en el proletariado: os lo digo yo, que si se quieren encontrar hombres ejemplares con espíritu de sacrificio, y al mismo tiempo, con espíritu de justicia, no digo que no puedan encontrarse en otras clases, pero en ninguna en el grado y con la intensidad que en el proletariado organizado y activo”.
.- Demostró que el verdadero socialismo no es sectario. Siendo presidente de las Cortes lucía un crucifijo en su despacho. Durante el ejercicio de ese cargo, en 1933, le visitó un diputado anticlerical que se escandalizó al ver un crucifijo en su despacho. Sin inmutarse, Besteiro, que se proclamó agnóstico, le dijo: «Ahí estaba y ahí lo he dejado. Es una bella obra de arte, quizá de Benvenuto Cellini. Por otra parte, ¿no cree usted que Cristo fue, en cierto modo, socialista?»

.- El 29 de marzo de 1939 era detenido y confinado en la cárcel de Porlier.
Su mujer, Dolores no tardaría en ser suspendida de empleo y sueldo e inhabilitada para la docencia. Comenzaba para ellos un triste peregrinaje carcelario, con él entre rejas, enfermo, y ella tratando de aliviar su pesadumbre a base de visitas, envío de cartas y comida y una búsqueda desesperada de contactos para librarle de la cárcel. En junio de 1939, Besteiro, cada vez más enfermo y debilitado a sus 68 años, era conducido a la cárcel de Cisne; dos meses después ingresaba en el convento cartujo de Dueñas, en Palencia, convertido en penal improvisado de curas nacionalistas vascos.
Su condena a cadena perpetua, conmutada por 30 años de prisión, se había hecho pública en el mes de julio. Dolores lo visitó a finales de agosto y pudo pasear a su lado hasta la ribera del Pisuerga: “Me entristeció ver el ambiente general de pobreza y descuido. Todo era chabacano; pero no había dureza”, escribió. Ignoraba que venía lo peor: el 30 de agosto de 1939, los confinados en Dueñas eran literalmente arrojados a la prisión de Carmona, en Sevilla, un sitio indigno, insalubre y deplorable, donde no tenía ni cama. Su último y fatal destino. Aquí, en la prisión sevillana, enfermaría hasta la agonía definitiva. Una septicemia gravísima acabó con la vida de Julián Besteiro el 27 de septiembre de 1940. El día anterior a su muerte, Lola, su mujer, le visitó. Tuvo que controlar su tristeza y llanto, porque solo quería expresarle su inmenso cariño y la piedad infinita que le inspiraba su sufrimiento.
.- Un hombre que dejó en la historia del socialismo una huella de honradez y un ideal de vida digno, es necesario recordarle en nuestras páginas de la historia, en su aniversario.
Vidas como la suya exigen tomarse la militancia socialista en serio


