Informe Foessa: 9,4 millones de personas en exclusión social en España

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Vivienda inaccesible y empleo precario, los grandes motores de la exclusión

Los principales motores de la exclusión social en España son la vivienda y el empleo. “La vivienda es hoy el factor que está activamente reconfigurando nuestra estructura social, expulsando a uno de cuatro hogares de una vida digna, y triturando el difícil equilibrio de las clases medias”, aseguró Flores.

Los datos son claros. El 45% de la población que vive en régimen de alquiler se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social, la cifra más alta de la UE. El alquiler se ha convertido en una trampa de pobreza.

Aunque el empleo mejora macroeconómicamente, ha perdido gran parte de su capacidad protectora e integradora. La precariedad laboral se ha convertido en la nueva normalidad, afectando a casi la mitad (47,5%) de la población activa. Se trata de 11,5 millones de personas atrapadas en diversas formas de inseguridad laboral. De hecho, más de un tercio de la población excluida moderada o severa trabaja.

La conclusión del informe es un golpe a nuestra promesa de igualdad de oportunidades. La exclusión social se hereda, y es necesario actuar para compensar las desigualdades de origen porque el código postal y la mochila familiar pesan más que la capacidad y que el esfuerzo.

La vivienda se está convirtiendo en un acelerador de la desigualdad, ahondando en una gran fractura social, que aboca al 19% de la población a una situación de exclusión social.

Los datos macro de los que presume el gobierno en función del PIB no indican la verdadera situación económica de la sociedad.

El empleo y la formación no garantizan una economía saneada para afrontar gastos básicos: vivienda, salud, comida…

El ascensor social está averiado, la meritocracia es una gran mentira.

«El gasto excesivo en vivienda hace que las familias se queden por debajo del umbral de la pobreza severa. En 2007 teníamos un 5% en gasto excesivo y ahora es un 14%”

PRINCIPALES NOTAS DEL INFORME

  • En España hay aproximadamente 9,4 millones de personas (≈ 19 % de la población) en situación de exclusión social en 2024.

  • La proporción de personas en «integración plena» (sin rasgos de exclusión) ha caído, pasando a un ~45 % en 2024 frente al ~51 % en 2018.

  • La exclusión social «severa» afecta ya a alrededor del 9 % de la población (≈ 4,3 millones de personas) —más que en 2007.

  • El informe señala que la economía se recupera, pero no todos los hogares lo hacen por igual. Se evidencia una sociedad del riesgo, con mayor precariedad en empleo, vivienda y recursos básicos.

  • El problema de la vivienda aparece con mayor intensidad: más hogares soportan un sobreesfuerzo de vivienda, hay más hacinamiento, mayor inseguridad en la tenencia.


Temas clave de reflexión

  • Las crisis anteriores (la Gran Recesión, la pandemia de COVID-19) dejaron secuelas estructurales: quienes ya eran más vulnerables siguen sin recuperarse plenamente.

  • El empleo por sí solo ya no garantiza integración social: existen empleos que siguen vinculados a formas de exclusión o inseguridad social.

  • La vivienda se convierte en un factor decisivo de exclusión: tanto en el acceso como en el mantenimiento, la tenencia en alquiler o en situación de precariedad conllevan mayor riesgo.

  • La investigación se adentra en una visión multidimensional de la exclusión (empleo, consumo, vivienda, salud, educación, relaciones, etc.).

  • El informe plantea la necesidad de un cambio de paradigma en las políticas sociales, para hacer frente a la fragmentación del modelo social.


Implicaciones para políticas y acción social

  • Las políticas de protección social, vivienda, empleo y educación requieren adaptarse a la lógica de riesgo interdependiente: es decir, que varios factores contribuyen simultáneamente a la exclusión.

  • Intervenciones específicas son necesarias para colectivos vulnerables que enfrentan múltiples dimensiones de exclusión (jóvenes, personas con baja formación, hogares en alquiler, etc.).

  • Es urgente fortalecer mecanismos de inclusión real, no sólo paliativa: garantizar que el empleo, la vivienda o los servicios básicos efectivamente permitan integración y no permitan la cronificación de la exclusión.

  • El modelo social de “recuperación” tras crisis debe repensarse: según FOESSA, la recuperación económica no se ha traducido en una recuperación social para todos los estratos.