Más de 300 niñas cristianas fueron secuestradas en minutos en Nigeria el pasado 22 de noviembre. Este hecho supone uno de los secuestros masivos de niñas cristianas más grandes registrados en este siglo.
Y lo peor de todo esto es que no es una excepción. Nigeria arrastra más de una década de secuestros masivos contra cristianos. Escuelas cerradas, miles de niños capturados, rescates millonarios y niños usados como escudos humanos. Una espiral de violencia que sigue creciendo ante un estado que no hace absolutamente nada para frenar esta persecución y una comunidad internacional que en general parece totalmente indiferente.
¿Por qué este caso supone una tragedia que el mundo no puede seguir ignorando?
Los medios de comunicación, el 7 de octubre del 2023 sacaron a la luz rápidamente la tragedia que ese día se produjo en Israel, por la injusticia contra víctimas inocentes que no eran culpables de la encrucijada que abate ese lugar del mundo. Supuso el inicio de una guerra que sigue ocurriendo en estos momentos y continúa siendo noticia en los medios. Pero hay otras noticias que no llegan a ser portadas de prensa. Las víctimas de este secuestro en Nigeria parece ser, pertenecen a un grupo que no abren portadas, que no activan comunicados urgentes, que no suscitan movilización masiva de los grupos progresistas, ni del feminismo y estamos hablando de más de 300 niñas. Y entonces el silencio parece que es la regla. ¿Por qué?
Esta escuela albergaba a más de 600 alumnos y perdió casi la mitad de su población estudiantil en este ataque que duró cerca de 3 horas. Asaltantes que llegaron en motocicletas, en vehículos, dispararon para generar pánico y obligaron a las víctimas, a estas niñas, a subir a los camiones. Muchos de los estudiantes lograron huir durante el caos y pudieron reunirse con sus familiares.
Este, sin embargo, era el segundo secuestro en una misma semana, porque el lunes 17 de noviembre 25 alumnas también fueron raptadas en una escuela en otro estado vecino, al mismo tiempo que se producía un ataque armado contra otra iglesia en esa misma región.
La organización Puertas Abiertas, una de las fuentes más serias del mundo en materia de persecución religiosa, informa y denuncia que este secuestro de las 303 niñas fue un ataque planeado, que no es un secuestro más, que es el mayor secuestro escolar de la historia de Nigeria, un récord que solamente puede explicarse por un estado que obviamente está detrás de todas estas acciones y una comunidad internacional totalmente indiferente.
Pero el caso ha sido de tal dimensión que, hasta la misma ONU, que nunca se manifiesta en estas situaciones, que suele relativizar, diluir o incluso ignorar completamente toda la violencia contra los cristianos, decide pronunciarse porque, la magnitud del horror ha superado cualquier margen para el silencio diplomático. Y así la vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohamed que profesa la religión musulmana, profundamente alarmada por el secuestro, manifestó a través de la web que “Las escuelas deben ser santuarios para la educación, no un centro de ataque para niñas”. Pero en ningún momento habló del islamismo.
Esta tragedia no es un caso aislado, como ya indicamos. Hay una auténtica oleada de secuestros masivos en escuelas de Nigeria con patrones que se repiten: grupos armados que ingresan durante la noche, toman rehenes, toman a decenas o cientos de niños, negocian rescates millonarios para financiar a las células terroristas y a muchos de ellos los fuerzan a convertirse al islam.
Desde el 2014 hasta hoy según un recuento detallado de The Associated Press muestra que al menos 1.799 estudiantes han sido secuestrados en una docena de los secuestros más grandes desde el ataque perpetrado por Boko Haram en el 2014.
¿Por qué los niños cristianos están siendo secuestrados?
Aquí no estamos hablando de hechos aislados o repentinos. Es el resultado de un entramado de violencia, de yihadismo y del abandono estatal e internacional hacia los cristianos que lleva años creciendo. Las escuelas, en primer lugar, se han convertido en objetivos estratégicos, son frágiles, están poco vigiladas. Un secuestro masivo atrae la atención del mundo para grupos yihadistas como Bocco Haram. Pero no son solamente los extremistas los raptores, en esa región hay bandas criminales que han encontrado en el secuestro un negocio sumamente rentable y el estado permanece ausente, especialmente en todas estas zonas cristianas. Los rehenes solamente vuelven cuando se paga un rescate y eso alimenta tanto el crimen organizado como las células terroristas que operan en esa región.
Por otra parte, Nigeria es uno de los mayores productores de petróleo del mundo. Es el más rico de África. Son cientos de miles de millones de dólares los que el gobierno nigeriano gana todos los años con el petróleo. ¿Qué está pasando?
Miguel A. Ruíz, en su artículo Nigeria: envenenando la religión, publicado en 2023 en esta misma web indicaba lo siguiente en relación a las causas religiosas y económicas que pudieran estar detrás de estos hechos. Anotamos algunas ideas planteadas:
“Diversos informes como el del Grupo Parlamentario para la Libertad Internacional de Religión y Creencias, el de la ONG nigeriana Organización Internacional para la Construcción de la Paz y la Justicia, ambos de 2020, y el elaborado conjuntamente por tres ONGs de Reino Unido en marzo de 2022, sugieren que se trata de un genocidio por razón de religión”.
Y, por otra parte, en relación con la posible complicidad del gobierno, escribe:
“El llamado estado nigeriano es, en realidad, un entramado de intereses creado para apropiarse de la riqueza del país, formado por una élite, en gran parte de extracción militar, pero muy vinculada a la plutocracia, que ha hecho su fortuna con los royalties del petróleo (de los que se han apropiado); con el dinero procedente del endeudamiento del Estado (cuyos intereses, en cambio, son carga para todos los Nigerianos); con los sobornos que reciben por las concesiones de recursos y la protección a las empresas multinacionales extractoras. Han hecho grandes fortunas que han exportado a paraísos fiscales o han empleado en apropiarse de las industrias extractivas locales para explotarlas directamente (no siempre con éxito). Todo ello a la sombra y con la complicidad de la antigua metrópoli, Reino Unido, de EE. UU. y de otros países occidentales. Así lo ha denunciado en numerosas ocasiones Mons. Mathew Hassan Kukah, obispo de Sokoto”.
Nigeria, por tanto, no tiene excusa para no intervenir y revertir esta situación, porque cuenta con medios para ello, pero su corrupción tanto religiosa como política y económica la tienen secuestrada, al igual que la Comunidad Internacional no puede seguir mirando para otro lado ante hechos tan infames.
Esta maquinaria de secuestros debe ser detenida y este caso es un límite. Si el mundo continúa mirando para otro lado, el mensaje puede llegar a ser que secuestrar, perseguir, aterrorizar, o asesinar cristianos no tiene ninguna consecuencia. Y cuando no hay consecuencias el problema es que la violencia se expande. Y cuando se expande, no solamente destruyen vidas, destruye civilizaciones enteras.


