Revista Autogestión 161 «El sistema financiero también mata»

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LA DEUDA COMO ARMA DE GUERRA CONTRA LOS PUEBLOS Y FAMILIAS

Editorial

Un número récord de 61 países gastaron, al menos, el 10 por ciento de sus ingresos gubernamentales en pagos de deuda a las instituciones financieras, en una sangría permanente del robo norte sur. Los efectos han sido devastadores: unos 3.400 millones de personas viven en países que gastan más en pagar los intereses de la deuda que en salud y educación. Y esta situación se agrava año tras año, ya que en 2024 los países con menores ingresos vieron aumentar el pago de interés en más de un 10% respecto al año anterior.

 

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Estos países pagaron 25.000 millones más en intereses que lo que ingresaron en nuevas fuentes de financiación lo que resultó nuevamente una salida neta de fondos. Los países más pobres tienen que pagar hasta cuatro veces más de intereses que los países de mayor renta, demostrando la perversión del sistema que se lucra con la sangre de los pobres. Una deuda que está cada vez más en manos de acreedores privados que imponen sus condiciones leoninas, sin ningún tipo de control y transparencia.

Además de los bancos comerciales, los acreedores privados incluyen tenedores de bonos como fondos de pensiones, fondos de capital privado de grandes familias y especialmente “fondos buitres” y los grandes fondos de inversión, que compran deuda de países en dificultades y exigen su devolución completa, como ha pasado recientemente en la crisis de deuda en Argentina.

Para poder hacer frente al pago de la deuda y de sus intereses, los países empobrecidos se ven obligados a recortar servicios sociales y públicos esenciales, en medio de sus intentos de reestructurar sus deudas. Un ejemplo claro es el de Sudán del Sur, que mientras enfrenta una grave crisis humanitaria, el repunte de enfermedades como el cólera, y la llegada de miles de refugiados que huyen de la guerra en la vecina Sudán, tiene que destinar el 47% de sus ingresos al pago de la deuda, tras la demanda interpuesta en Reino Unido por el fondo Afreximbank.

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Estos grandes fondos e instituciones privados, dirigidos por una élite financiera mundial, cuentan con los medios legales para exigir el pago íntegro en caso de incumplimiento, ajenos desde sus despachos a todo el sufrimiento que esto genera en países con pocos recursos económicos. Su poder financiero es inmenso y cuando compran un bono soberano ejercen un poder mucho mayor que el Estado prestatario, influyendo sobre las políticas económicas, prioridades fiscales y condiciones de reestructuración de la deuda.
El sistema financiero se convierte en un mecanismo perverso de robo y explotación que perpetúa el hambre y la miseria, con la complicidad de gobiernos y el silencio de las sociedades más enriquecidas.

El Jubileo en la tradición judeo-cristiana nos recuerda la necesidad de condonar las deudas y restituir las tierras a sus primitivos dueños. Un ejemplo que se debe seguir por razones de Justicia, ya que las deudas han sido pagadas con creces, y también para generar un futuro de esperanza, sobre todo para los pueblos que han sido empobrecidos, víctimas del endeudamiento; pero también para los prestamistas usureros, que puedan verse liberados del camino de la perdición y el sin sentido al que lleva la codicia.