No al matrimonio homosexual

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La modificación del Código Civil que propone el Gobierno tendrá como resultado el matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Los homosexuales se podrán casar, pero también todos los demás con independencia de su práctica sexual. Hombre con hombre, mujer con mujer. Para ello solamente será necesario un motivo de interés; desde dos amigas ancianas que viven solas a efectos de pensión de viudedad, herencia, etcétera…Si el proyecto se aprueba, el fundamento del matrimonio, su finalidad, aquello que le confiere el carácter de institución única, necesaria y previa al Estado, quedará reducido a la nada, perderá cualquier sentido, porque todo emparejamiento podrá ser un matrimonio.

La Vanguardia 18-10-2004
JOSEP MIRÓ I ARDÈVOL

La modificación del Código Civil que propone el Gobierno tendrá como resultado el matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Los homosexuales se podrán casar, pero también todos los demás con independencia de su práctica sexual. Hombre con hombre, mujer con mujer. Para ello solamente será necesario un motivo de interés; desde dos amigas ancianas que viven solas a efectos de pensión de viudedad, herencia, etcétera, un inmigrante que pague para así nacionalizarse (naturalmente, el nuevo divorcio relámpago potenciará todavía más las combinaciones del desastre). Si el proyecto se aprueba, el fundamento del matrimonio, su finalidad, aquello que le confiere el carácter de institución única, necesaria y previa al Estado, quedará reducido a la nada, perderá cualquier sentido, porque todo emparejamiento podrá ser un matrimonio.

El Código Civil todavía vigente no impide que los homosexuales se casen, la institución no inquiere nada sobre esto, lo que impide realmente es que se unan personas del mismo sexo, que no es jurídicamente lo mismo. Ésta es la cuestión central. Y es que la singularidad que hace del matrimonio una institución y no un simple contrato, lo que le confiere su finalidad única, no es solo el vínculo, sino el servicio insustituible que éste produce.

El matrimonio es el constructor de personas y sociedades. Éste es su potencial único. Su complementariedad surge de la unión del genotipo masculino y femenino (no existe un genotipo homosexual), que da lugar a la descendencia.

El fundamento del matrimonio es la unión de la dualidad hombre mujer, la única que es generadora de la complementariedad necesaria para garantizar la sostenibilidad del ser humano y su sociabilidad. El matrimonio es el constructor de personas y sociedades. Éste es su potencial único. Su complementarie- dad surge de la unión del genotipo masculino y femenino (no existe un genotipo homosexual), que da lugar a la descendencia. De los respectivos fenotipos, que dan lugar a la filiación y fraternidad. Esto sólo es posible por la maternidad y la paternidad. ¿Y si no quieren tener hijos? Es su opción libre pero el potencial no desaparece por ello. ¿Y si no pueden? El potencial de la complementariedad sigue ahí para educar en la adopción y para procrear en la reproducción asistida. Es la dualidad complementaria del matrimonio la que produce las sinergias fruto de sus diferencias biológicas (genotipo) y de su interacción con el medio social (fenotipo).

La complementariedad permite reducir sus limitaciones como individuos y potenciar sus efectos positivos para con la descendencia y su educación para participar en la sociedad. Complementariedad significa, por ejemplo, que el cerebro de una mujer procesa la información de forma distinta a la de un hombre (¿cómo procesa un cerebro homosexual?), su sistema hormonal es generador de aptitudes y limitaciones distintas a las del hombre, como distinta es la función de la oxitocina de la testosterona (¿cuál es el sistema hormonal de un homosexual?). Dos homosexuales no pueden aportar nada de todo esto. Se podrán amar o desear, pero su genotipo y fenotipo no son complementarios, su relación es de otro orden, no matrimonial. Dos personas del mismo sexo no pueden aportar la complementariedad porque una cosa es jugar a papás y mamás, y otra bien distinta serlo, como escribía Fernando Savater.

La destrucción del sentido del matrimonio, ya dañado, es una de las consecuencias del callejón anómico donde quieren meternos, hay muchas otras. Desde la absurda confusión entre trato desigual habitual en la legislación, con la discriminación, pasando por la ruptura del pacto institucional, hasta llegar a la cascada de consecuencias negativas, pero este papel por hoy no da para más. Quizás otro día.