El sábado pasado [18 de diciembre] estaba caminando por las calles de Barcelona, más adornadas e iluminadas que nunca, preguntándome cómo se deben sentir, especialmente en estas fechas, las personas que duermen en la calle, que están solas,…
El sábado pasado [18 de diciembre] estaba caminando por las calles de Barcelona, más adornadas e iluminadas que nunca, preguntándome cómo se deben sentir, especialmente en estas fechas, las personas que duermen en la calle, que están solas,… Mi sentir iba encaminado a que debe ser la época más dura del año para ellos, y no por el frío, sino por nuestro comportamiento consumista, sin sentido y desarraigado de toda raíz cristiana. Dediqué parte de la tarde al sano ejercicio de observar a la gente, sus comportamientos, la calle… con la máxima escucha posible. Cuando estaba a punto de llegar a la conclusión de que las personas somos meras marionetas del sistema vi como sé acercaba una marcha silenciosa contra las causas del hambre, el paro y la esclavitud infantil, (como ponía en su primera pancarta). Cierto es que en número no eran nada frente a la multitud que les rodeaba en las calles comerciales pero su presencia era la del grito de la humanidad que sufre. Pensé: menos mal que todavía hay gente que sabe plantearse con seriedad la Navidad. Con el corazón dividido en dos por la esperanza que me dio ver gente que lucha por la justicia y la rabia de ver personas que intentaban llenar de compras su sinsentido, me marché a casa con la esperanza de ver en algún medio de comunicación alguna noticia sobre ello al día siguiente donde poder informarme un poco más. Debí ser demasiado ingenua pues ayer no encontré nada, ningún periódico, a pesar de que según decían esta marcha se realizó en más de 30 ciudades de España. Es por eso que hoy lunes me siento en la necesidad de escribir sobre ello y en honor a la verdad.
Chusa Pérez de Vallejo
Barcelona.