Entrevista al vicepostulador de la causa de canonización de Guillermo Rovirosa

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Habla Alfonso Gil, vicepostulador de la causa de canonización del fundador de la HOAC. Guillermo Rovirosa experimentó su conversión al catolicismo desde un convencido ateísmo y anticlericalismo. A esta primera conversión le sucedería -según su propio testimonio- una segunda que él identificaba con su compromiso con los pobres y el mundo obrero. Como miembro de la Acción Católica, en 1946 asume la propuesta de fundar la Hermandad de Obreros de Acción Católica (HOAC). El 8 de julio de 2003 se abrió en Madrid su causa de canonización.

Agencia Veritas
1-02-2005

Guillermo Rovirosa experimentó su conversión al catolicismo desde un convencido ateísmo y anticlericalismo. A esta primera conversión le sucedería -según su propio testimonio- una segunda que él identificaba con su compromiso con los pobres y el mundo obrero. Como miembro de la Acción Católica, en 1946 asume la propuesta de fundar la Hermandad de Obreros de Acción Católica (HOAC). El 8 de julio de 2003 se abrió en Madrid su causa de canonización.

El vicepostulador de esta causa, Alfonso Gil -que participa hoy en el Centro Diocesano de Espiritualidad de Valladolid en una Jornada que tiene a Guillermo Rovirosa como protagonista- hizo una pausa durante la mañana para atender a Veritas.

-¿Cómo está el proceso de canonización de Guillermo Rovirosa?

Alfonso Gil: Está en la fase diocesana, se está tomando declaración a los testigos. La última declaración se tomó en Montserrat, donde Guillermo Rovirosa vivió un tiempo. Por su vinculación con los monjes, el juez delegado para la causa se desplazó antes de Navidad a Montserrat para tomar declaraciones.

Desde hace un par de meses, dos historiadores están realizando un trabajo de documentación, y acudiendo a los archivos de la HOAC, donde está el mayor número de documentos.

Estos procesos siempre nos parecen lentos, pero sigue adelante, siguiendo sus pasos. Ahora habrá que tomar declaración a muchos testigos en Cataluña.

-¿Cuál es la importancia de Rovirosa como apóstol del mundo obrero?

Alfonso Gil: Rovirosa fue invitado a organizar la HOAC en 1946, en un período de posguerra, cuando el mundo obrero vivía una situación muy precaria. Con buena intención, la cercanía de la Iglesia al mundo obrero era en aquel momento paternalista, asistencialista. El mundo obrero, muchas veces, no se reconocía en la Iglesia, la veía con hostilidad, la percibía lejana.

Rovirosa hizo una aportación original, genuina; él parte de la aceptación y valoración de la dignidad del trabajador, de su cultura y mentalidad, ve sus valores y anhelos, y busca su mejora y la justicia social en línea con el Evangelio entendido desde la pobreza, nivel que un obrero puede entender muy bien.

Guillermo Rovirosa se dio cuenta de que sólo desde la base del mundo obrero se puede evangelizar, no desde arriba (como se venía haciendo). Se trataba de hablar su lenguaje, compartir su vida, hacerse uno de ellos, compartiendo el núcleo del cristianismo, una fe viva que incide en la vida, más allá de una fe rutinaria, lejana de la vida, como si la fe fuera un cúmulo de reflexiones o cosas discursivas poco activas, con poca incidencia en la vida real. Rovirosa quiso unir la fe y la vida.

-¿Cómo podría iluminarse el problema de la globalización desde la visión que Rovirosa tenía de la pobreza como «comunicación de bienes»?

Alfonso Gil: Para Rovirosa era más importante «comunicar» que «dar», porque al comunicar se consigue que todo el mundo tenga y que nadie prescinda.

Dios ha creado bienes suficientes para toda la humanidad. La globalización bien entendida -no lo que nos ha llegado a nosotros (presentada sin más con un planteamiento mercantilista)- le encantaría a Rovirosa, porque era un defensor de la comunión.

Tenía una visión universalista, estaba convencida de que los bienes son comunes y llegan para todos. Consideraba que la propiedad privada era buena, por eso la quería para todos; lo grave es que sea privada de unos. La propiedad privada es de lo que se necesita; lo que sobra, es el sentido social de la propiedad privada.

El auténtico problema es comprender la finalidad de los bienes, el fin para el que han sido creados. La finalidad de los bienes se frustra cuando se acumulan, entonces no sirven para lo que han sido creados. Cuando la comunión es real, los bienes cumplen su destino.

-¿Cuál cree que sería el mensaje de Guillermo Rovirosa ante los desafíos que la sociedad actual plantea a los laicos?

Alfonso Gil: La implicación de los laicos es fundamental. La Iglesia es fundamentalmente laical, el ministerio de la Iglesia es ser signo del Reino de Dios en medio de los hombres.

La evangelización la hacemos todos, la jerarquía es una pieza básica insustituible, pero no es toda la Iglesia, los laicos tienen que cumplir también su cometido. En la construcción del mundo según el Evangelio, los laicos tienen mayor responsabilidad, mayor trabajo, mayores competencias y más protagonismo en la toma de decisiones.

Los laicos necesitarán de la espiritualidad que la jerarquía les asegura y pautas que permitan a los laicos tomar decisiones en lo real concreto: en el ámbito económico, social, político, cultural, etc.

-Desde el ateísmo, e incluso desde una postura de anticlericalismo exacerbado, Guillermo Rovirosa. se convirtió al catolicismo. ¿Puede interpretarse esta experiencia como un signo de esperanza en la sociedad secularizada?

Alfonso Gil: Por supuesto, esa es la clave. La conversión de Rovirosa a la fe cristiana nos confirma en esa esperanza; cuando alguien descubre el tesoro que el Evangelio encierra, cambia su vida. El amor de Dios, manifestado en Jesús, cambia la vida, y es algo que está por descubrir. Guillermo Rovirosa creía que ya lo conocía y por eso lo rechazaba.

En muchas ocasiones se quejaba de que en su infancia y juventud le enseñaron «los alrededores del Evangelio», pero no el núcleo, la persona de Jesús, la cruz de Cristo, esto es insustituible.

Por supuesto la gracia de Dios es necesaria, pero cuando la búsqueda de la verdad es adecuada, cuando hay una actitud básica de honradez, y también cuando en el itinerario se encuentra a un creyente, ese encuentro con Cristo vivo puede vivirse de forma entusiasmante, y no alienante.

El futuro va a ir por ahí, estoy convencido; va a ir menos por una fe sociológica y más por la experiencia de conversos que en su trayectoria personal hayan descubierto a Cristo en sus vidas. En esto, los que estamos en el camino de la fe, tenemos la responsabilidad de contagiar el tesoro que hemos descubierto.


PROCESO DE CANONIZACIÓN

En octubre de 2001 la Comisión General de la HOAC acuerda solicitar la iniciación del proceso de canonización de Guillermo Rovirosa, acuerdo que es ratificado por el Pleno General de Representantes en julio de 2002.

Se dan entonces ante el Arzobispado de Madrid los pasos previos necesarios para tal fin: nombramiento de postulador (Dña Silvia Correale, residente en Roma), acreditación de la fama de santidad de Guillermo Rovirosa en el momento de su muerte, fama que persiste hasta la actualidad, entrega de una breve biografía y de sus obras escritas, contacto con personas que le conocieron y que podrán aportar su testimonio, solicitud formal de la apertura del proceso, información pública de que tal solicitud ha sido presentada.

***

El 8 de julio de 2003 tiene lugar el acto de apertura del proceso de canonización de Guillermo Rovirosa.

Tras la lectura por parte del Vicepostulador (D. Alfonso Gil) de la solicitud de apertura del proceso y de una breve semblanza de Guillermo Rovirosa, el Arzobispo de Madrid, Cardenal Rouco Varela, hace leer el decreto por el que se determina la instrucción de esta causa en su fase diocesana y se nombra a los miembros del tribunal que van a intervenir en ella (D. Bernardo Santos como Juez delegado, D. Antonio Ciudad como Promotor de Justicia, más dos notarios que levantarán acta), que aceptan y hacen el juramento prescrito. Finalmente el Vicepostulador hace entrega de la lista de testigos que se proponen.

El día 26 de noviembre de 2003 comenzó el interrogatorio de los testigos.

Más informaciónGuillermo Rovirosa: Espíritu combativo (del libro «Somos»)