ETC.

1995

En estos tiempos de laicismo agresivo y telecochinadas, da gusto conectar de vez en cuando con Euskal Telebista, la más clerical de las cadenas públicas de televisión en el universo mundo…

Por Jon Juaristi

ABC
13/02/05,

En estos tiempos de laicismo agresivo y telecochinadas, da gusto conectar de vez en cuando con Euskal Telebista, la más clerical de las cadenas públicas de televisión en el universo mundo. Es el suyo un clericalismo espontáneo, que no necesita reflejarse en artículo alguno de sus estatutos, porque brota del sustrato más hondamente guipuzcoano de la increada conciencia de la raza. Entrar en un noticiario de ETB es como franquear las puertas de un beaterío electrónico erizado de rencorosas espingardas carlistas.

Breve resumen del telediario todavía autonómico vasco del viernes 11 de febrero de 2005, a primera hora de la tarde. Motivo recurrente: el desprecio, el asquito, la indignación, en fin, de la parte sana del pueblo vasco y sus representantes políticos ante el proyecto de Constitución o Tratado europeo. Es, por así decirlo, el tegumento, el decorado, la amalgama en que vendrán a engastarse las dos noticias realmente importantes de la jornada, una buena y otra mala. Empecemos por la buena: la Diputación Foral de Guipúzcoa y la Compañía de Jesús firman el convenio por el que se renueva, para los próximos 70 años, la cesión del Santuario de Loyola y Casa Natal de San Ignacio a los reverendos padres. Se trata, aclara la locutora, de una tradición iniciada hace más de un siglo. Cada 70 años, en efecto, la Provincia hace entrega a los jesuitas de estos lugares emblemáticos en la historia de la congregación ignaciana. El mensaje es tranquilizador. Primero, una Diputación canovista; luego, una franquista; hoy, la actual Diputación nacionalista han sabido mantener una tradición… ¿cómo la llamaríamos? ¿Antigua? ¿Piadosa? Guipuzcoana, en cualquier caso. Eso es lo que cuenta. A través de ocho generaciones orteguianamente computadas, Guipúzcoa no ha dejado de ser Guipúzcoa, o sea Gipuzkoa, lo que prueba su eternidad. Vamos con la mala.

EN los monasterios benedictinos de Lazcano (Guipúzcoa) -o sea Lazkao (Gipuzkoa)- y Belloc (Iparralde, según ETB), efectivos de la Guardia Civil y del cuerpo especial antiterrorista de la Policía francesa interrogan simultáneamente a dos monjes, Juan José Aguirre, bibliotecario del cenobio guipuzcoano, y Marcel Etchehandy, conocido especialista en estelas funerarias discoidales. Todo es confuso, pero se sospecha que ambos interrogatorios podrían estar relacionados con informaciones proporcionadas por Mikel Antza. Los monjes de Lazcano han sido desalojados del monasterio, que está sufriendo un riguroso registro. Las cámaras de ETB recorren las calles de la alterada población y recogen las declaraciones ininteligibles de un alcalde mucho más alterado. La reportera intrépida consigue por fin entrevistar a un monje, el padre Dionisio Amundarain. Éste traza una breve y conmovedora semblanza de Aguirre, su amigo de infancia. ¿Vasco y euscaldún? Pues, claro, y por tanto abertzale, como él mismo, que quiere una Euskal Herria independiente. Pero, eso sí, respetuoso con todos, incluidos los españoles. Dicen que si le han encontrado una publicación etarra, Zutabe. Pero, hombre, si eso no es un delito. Zutabe es una revista seria, interesante. Ya me gustaría también a mí, dice el padre Dionisio, conseguir Zutabe. En cuanto a si Aguirre ha tenido contactos con ETA, y quién no. Tú hablas con mucha gente y cómo puedes saber si son etarras o no, si no te lo dicen.

LA biblioteca del monasterio benedictino de Lazcano posee un riquísimo fondo documental sobre la historia del nacionalismo vasco y, en particular, de ETA. En unas imágenes de archivo, con las que termina el reportaje, el bibliotecario del monasterio, padre Juan José Aguirre, muestra un álbum de pegatinas de la izquierda abertzale a un joven periodista de ETB. Pasa las páginas con unción de coleccionista; señala ésta o aquella pieza a la atención del visitante y recuerdo algo que mi amigo Arcadi Espada escribió hace tiempo acerca de los devastadores efectos de las televisiones autonómicas manipuladas por los nacionalistas. Son, decía, como un potentísimo equipo de alta fidelidad en una celda monacal. Estelas funerarias discoidales. Montañas de Guipúzcoa, dulces recuerdos de mi niñez; aldeas sonrientes… ETA, ETB, ETC, ETC, ETC.