LA MITIFICACIÓN DE LA ADOLESCENCIA

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Muchos prefieren alargar su estatus social adolescente ya que el estatus adulto es más exigente. Se trata de jóvenes que creen que la juventud tiene como principal misión disfrutar de la vida. Aspiran a ser eternos adolescentes y lo suyo es la vida descomprometida.
MITIFICACIÓN DE LA ADOLESCENCIA

El retraso de la emancipación de los hijos es una causa de la adolescencia ampliada.
Un sector de jóvenes no se emancipa porque son inmaduros.
Otro sector es inmaduro porque no se emancipa.
Todos suelen sentirse insatisfechos: los padres y los hijos.
Una causa es el desempleo juvenil. Hay una tendencia a aumentar el periodo de la escolarización obligatoria.
Pero el retraso de la emancipación no se debe sólo a condicionamientos sociales sino en gran medida, también a las actitudes negativas de los jóvenes. Algunos usan la dificultad existente para justificarse.
Muchos no lo intentan por:
– Miedo a salir del nido
– Miedo a hacerse mayor (síndrome de Peter Pan)
– Miedo a vivir peor
El hogar familiar, con esta actitud, se convierte en un refugio permanente, y los padres en los asistentes.
Muchos prefieren alargar su estatus social adolescente ya que el estatus adulto es más exigente. Se trata de jóvenes que creen que la juventud tiene como principal misión disfrutar de la vida. Aspiran a ser eternos adolescentes y lo suyo es la vida descomprometida.
Esto es algo nuevo. Los jóvenes siempre han esperado con gran ansiedad el momento de su marcha del hogar paterno.

Adolescencia como modelo de vida.
El fenómeno de la adolescencia prolongada está muy relacionado con la moda de rendir culto a la juventud. Esto equivale a ver lo transitorio como permanente, lo inmaduro como maduro. Elogiar a los jóvenes por el simple hecho de serlo no les ayuda a elaborar su proyecto vital. Un joven que se siente halagado por su edad adoptará con frecuencia actitudes conformistas, narcisistas. Están satisfechos con sí mismos y pierden el afán de seguir creciendo. La edad juvenil deja de ser edad de proyectos personales para convertirse en refugio.
La mitificación de la juventud lleva a muchos adultos a comportarse como jóvenes, a imitar los comportamientos típicos. ¡La juventud es tan sólo una fase de la vida! ¡No la vida entera!
Pero, ¿cuáles son las causas por las que hoy día se halaga tanto a los jóvenes? Una de las causas es el negocio. La juventud es un «artículo» que se vende bien.
Esta mitificación está perjudicando no sólo a los propios jóvenes, sino a otras etapas de la vida. Éstas últimas son vistas como etapas vacías de posibilidades.
«Ser joven» es un valor altamente cotizado en nuestra sociedad, mientras que «ser adulto» es un limitación. Esto supone que se ha producido un cambio en el modelo de vida.
La meta educativa de siempre ha sido «llegar a ser adulto», es decir, la educación trata de preparar para la vida. Ahora sin embargo se trata de llegar a la adolescencia y quedarse en ella.
Ahora se ve la adolescencia como un modo de ser válido para todas las edades.
Antes se consideraba a la adolescencia como un crisis subjetiva: el joven se rebelaba contra los padres y las obligaciones sociales mientras deseaba llegar a ser rápidamente un adulto para vivir como ellos. Actualmente ya no es vista como crisis pasajera sino como estado permanente. El nuevo modelo es un modelo social: sólo puede ser propuesto por una sociedad adolescente.
De acuerdo con este nuevo modelo, la función de los padres y profesores no sería la de enseñar a vivir con base en la propia experiencia de adulto, sino la de favorecer la conducta espontánea de los hijos-alumnos.

Características del actual «modelo adolescente».
La mitificación de la edad juvenil contribuye a alargar artificialmente ese período y a transformarlo en simple adolescencia prolongada. Además se añade la absurda pretensión de que la juventud sea un modelo de vida. ¿De dónde surge esta idea?
Procede de personas mayores por su edad cronológica, no por su madurez psicológica. Son adultos con fijaciones adolescentes. Además muchos adultos adoptan el modelo de vida juvenil porque así quedan legitimados todos los excesos y errores.
Estos adultos con costumbres de adolescentes son producto de una sociedad que se «juvenaliza» a pasos agigantados, pero no lo hace de acuerdo con el patrón de la auténtica juventud (la de vivir de acuerdo con ideales nobles) sino adoptando un falso «juvenalismo». Es una sociedad que ha jerarquizado erróneamente los valores en las diferentes etapas de la vida. Así en la madurez ya no se habla de responsabilidad, de sentido del deber, esfuerzo, autodisciplina… sino de ser una persona «liberada».
Desde algunas ideologías incluso se elogian las debilidades más primarias. Así por ejemplo:
– El egoísmo es «autorrealización»
– La falta de autodominio es «liberación»
– El impudor es «sinceridad»
– Las malas conductas, los defectos se atribuyen a «problemas de autoestima» o «inadaptación»
– Los comportamientos inmorales son desajustes psicológicos
La psicología sustituye a la ética.
La sociedad adolescente propone a los adultos que no sean tan responsables, que se liberen de sus deberes, que piensen más en sí mismos.
Tampoco debe extrañarnos el exagerado miedo a envejecer. Las nuevas edades se dejan distorsionar por visiones pesimistas y distorsionadas: sólo ven lo que tienen de desventaja y limitación. Cada edad tiene unas posibilidades propias, sin embargo, que hay que aprovechar. Deben verse como un reto apasionante.
Quienes se resisten a aceptar que ya no están en la edad juvenil hay que recordarles que más importante que conservarse (joven) es cumplirse. Cumplirse es realizarse.
La postadolescencia está superpoblada. Viven en ella jóvenes que no se han tomado en serio ser auténticamente jóvenes y adultos que han renunciado a serlo.
Las personas mayores que tratan de ser siempre jóvenes adoptan «poses». Toman posturas contestatarias, rebeldes, presumen frívolamente de sus conquistas amorosas… Pero representar día a día ese papel requiere mucho esfuerzo y conlleva perder la propia identidad. Supone también ponerse en situaciones imposibles, proclives al fracaso y el ridículo.
Pero además, los hijos de este tipo de personas, suelen sentirse muy desconcertados e incómodos con estos padres que juegan a ser padres «jóvenes» y «liberales». Los hijos no necesitan una relación de amistad con sus padres, calcada de la de sus amigos. Necesitan relacionarse con personas que son más maduras y que puedan aportarles algo diferente.
Por tanto, proponer la juventud como modelo de vida supone favorecer tanto el conformismo de los jóvenes como el de los mayores.
La actual subcultura juvenil responde a una serie de valores que se contraponen a los valores propios de la madurez adulta, se convierte así en una contracultura.
Un valor con especial peso dentro de la subcultura juvenil es el espontaneísmo. Se alude a la conducta que no va precedida de la reflexión personal.
Un segundo valor es el narcisismo. Suele incluir una exagerada atención a todo lo relacionado con el cuerpo, la salud, el sexo. Otro valor es el exceso, la conducta excesiva. Muchos identifican divertirse con excederse, disfrutar a tope, sin normas, sin límites. Quien aprueba estas conductas está liberado de prejuicios y es audaz, pero quien las rechaza es un reprimido.
El postmodernismo ha introducido dos nuevos valores: el presentismo: no interesa el pasado ni el futuro, es un carpe diem. Y el individualismo: sólo cabe el interés hacia uno mismo.

La desaparición de los modelos adultos y sus consecuencias.
Este modelo del que venimos hablando… ¿es realmente un modelo?
La adolescencia es una etapa de crisis y no un estado o modo de ser válido para todas las edades de una vida.
Pero ahora se está consiguiendo hacer crónicos los defectos que en principio eran sólo coyunturales. El adolescente no puede ser modelo para sí mismo. Si quiere encontrar un auténtico modelo tendrá que levantar la mirada: tendrá que mirar hacia quienes supieron remontar el vuelo a tiempo para volar más arriba y más lejos.
La edad juvenil es una transición. ¡No puede ser el modelo último!
El punto de referencia debe ser la edad adulta. Pero lamentablemente este punto está en crisis en la edad actual.
Los adolescentes tienen necesidad de héroes. Sin embargo, estamos comprobando que hoy día, los héroes elegidos no son personas fuertes sino débiles, frágiles, llenas de defectos y vistas como víctimas. Son mitos creados artificialmente a través de los medios de comunicación.
La inversión de valores en la sociedad actual está influyendo decisivamente en la educación familiar. Muchos padres minusvaloran una de las finalidades principales de la educación: preparar a los hijos para la vida, para la vida del adulto honesto y responsable, ciudadano, miembro de una familia, etc. En los casos anteriores vemos que no se prepara a los hijos para una vida completa, sino parcial: para el éxito social y el bienestar material. Están de moda los reduccionismos educativos que responden a una mentalidad utilitarista y hedonista.
¿Qué consecuencias está teniendo esta sustitución de modelos?
Una de ellas es el hecho de que no se valoran los criterios, ejemplos, experiencia. Los padres y profesores se quedan sin función educativa.
Otra es el permisivismo educativo. Hoy muchos padres se relacionan con sus hijos de igual a igual, como colegas… con una tolerancia casi total, siendo cómplices. Se aspira tan sólo a una coexistencia pacífica. Así no se consigue que el adolescente se haga adulto y además el adulto está adoptando un modo de vida adolescente.
Hoy se olvida con frecuencia en la educación los ideales y los modelos clásicos de perfección. La búsqueda de la felicidad se ha asociado siempre a la búsqueda de perfección personal. Muchos jóvenes de hoy buscan la felicidad inmediata. Pretenden y exigen ser felices ya. Lo consideran un derecho. Y si no lo consiguen se frustran y protestan. Dice Aristóteles: la felicidad es algo que acompaña a la realización de algunas actividades en las que estamos interesados, es algo añadido, es una consecuencia y no algo que se busca en sí mismo.
Uno de los modelos que tienen hoy los adolescentes es el yuppie, el profesional que vive sólo para trabajar y que trabaja sólo por el dinero y que tiene dinero sólo para vivir cada vez más confortablemente. Otro modelo es el futbolista profesional de gran éxito. Conlleva contratos millonarios y mucha popularidad en plena etapa juvenil. (Algunos padres llegan a considerar una prioridad que su hijo se inscriba en competiciones de fútbol.) Se consigue además una fe ilimitada en el poder del dinero.
Si miramos los modelos o ideales clásicos de perfección (Caballero, Ciudadano, Héroe y Sabio) vemos que en todas las épocas los adolescentes llegaban a encarnar esos ideales no a través de una educación permisiva sino por medio de una educación exigente. Los cuatro modelos tenían en común lo siguiente:
– El punto de referencia está en el futuro
– La educación promueve hacerse mayor y prepararse para la vida, fomenta la responsabilidad
– Los buenos ejemplos y experiencias de los mayores son fundamentales en la maduración personal
– La formación del carácter moral y el ejercicio de las virtudes es el fundamento de una vida feliz.

RESUMEN. CAP. 3 «LA MITIFICACIÓN DE LA ADOLESCENCIA EN LA SOCIEDAD ACTUAL» EN EL ADOLESCENTE Y SUS RETOS, DE G. CASTILLO CEVALLOS, MADRID, PIRÁMIDE, 2002, PP. 59-76