Comunicado de Mons. Samuel Ruiz García, Obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, ante la elección del Papa Benedicto XVI

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Ante la elección del Papa realizada el pasado martes 19 de abril del presente año de Joseph Cardenal Ratzinger como el sucesor de Pedro, nos adherimos a la decisión del Colegio Cardenalicio reconociendo que ésta ha sido impulsada, no por afanes políticos ni presiones internacionales, sino por el propio Espíritu de Jesús que reside en la Iglesia.
Ante la elección del Papa realizada el pasado martes 19 de abril del presente año de Joseph Cardenal Ratzinger como el sucesor de Pedro, nos adherimos a la decisión del Colegio Cardenalicio reconociendo que ésta ha sido impulsada, no por afanes políticos ni presiones internacionales, sino por el propio Espíritu de Jesús que reside en la Iglesia.

Este acontecimiento nos da la oportunidad de, una vez más, reiterar nuestra comunión con la Iglesia expresada universalmente en la unidad de la diversidad y en la gran riqueza del Pueblo de Dios. Afirmamos nuestra inquebrantable fidelidad al Evangelio y las enseñanzas de Jesús, el Hijo de Dios. Hemos hecho propias en nuestra vida y trabajo pastoral las grandes directrices de la Iglesia, fundamentalmente las emitidas por el Concilio Vaticano II, donde tuvimos la Gracia de participar.

Reconocemos los grandes desafíos que tiene la Iglesia, Pueblo de Dios con su jerarquía, ante el mundo y la urgencia de su testimonio y pertinente respuesta. Estamos convencidos que la Iglesia tiene como tarea primordial el ser factor de paz y de justicia en un mundo desgarrado por la violencia y el odio. Nos preocupan de manera acuciante las grandes desigualdades sociales que genera el sistema económico y político egoísta y anti-evangélico, como lo han señalado los papas a lo largo de las últimas décadas. La paz auténtica y evangélica, como lo reiteró incansablemente Juan Pablo II, es fruto de la justicia y del respeto a todos los derechos humanos de todas las personas.

Nos toca a todos los bautizados trabajar por los valores evangélicos presentados por Jesucristo, nuestro Maestro, y es parte de esta misma corresponsabilidad el darles concreción en las diversas realidades donde nos desempeñemos; contando con las enseñanzas plasmadas en las Sagradas Escrituras, el Magisterio de la Iglesia en toda su dimensión y la riqueza inagotable que nos otorga el Espíritu Santo en la diversidad de culturas y en la reflexión humana.

Juan Pablo II nos deja un legado muy valioso de humanidad y de fe, que nos impulsa a continuar y a seguir su ejemplo, reconociendo nuestros yerros e intolerancias, sobre todo ante las otras confesiones religiosas, o ante otras denominaciones cristianas.

Seguiremos trabajando, con un espíritu renovado, como lo ha dicho en su momento el Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI, por la instauración del Reino de Dios.

+ Samuel Ruiz García
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

Querétaro, Querétaro, a 20 de Abril de 2005