El Ministerio de Sanidad de la India mostró su preocupación por el incremento de casos de "feticidio femenino" y calificó de "grave problema" la desproporción de hombres y mujeres que estos han provocado.
Fuente Terra Actualidad – EFE
Shreemati Starkar, portavoz del Ministerio de Sanidad, dijo hoy a EFE que el Gobierno indio «está muy preocupado por el incremento de los asesinatos de fetos hembra y porque, incluso en los estados más prósperos del país como el Punjab, la proporción de mujeres con respecto al número de hombres continúe disminuyendo».
«El Ministerio está haciendo un gran esfuerzo por cambiar la forma de pensar de la gente, ya que éste es un problema cultural que no se puede solucionar sólo a base de prohibiciones», agregó la portavoz.
Starkar explicó que «a pesar de que en la India está prohibida la determinación del sexo del bebé antes del nacimiento, muchas clínicas lo llevan a cabo, lo que fomenta el aborto de fetos hembra, algo muy difícil de controlar».
El ministro de Sanidad indio, Anbumani Ramadoss, trasladó esta semana al Parlamento «su gran preocupación» por el incremento reiterado del «desequilibrio de género».
La determinación del sexo del bebé antes del nacimiento está penada en la India con hasta cinco años de cárcel y multas que pueden llegar a los 2.200 dólares, sin embargo, es un secreto a voces que muchas clínicas privadas lo realizan por un módico precio.
La India es uno de los pocos países del mundo en los que hay menos mujeres que hombres y el pasado 2001, fecha del último censo oficial, se registraron 933 mujeres por cada 1.000 hombres, aunque entre los menores de hasta seis años este porcentaje desciende a 927.
Las cifras se tornan alarmantes en algunas regiones del país, como en el territorio occidental de Daman y Diu, donde sólo hay 710 mujeres por cada 1.000 hombres, o en el estado de Delhi, que acoge a la capital del país y en el que hay 821 hembras por cada mil varones.
En 11 de los 35 estados del país la proporción de mujeres no alcanza las novecientas. Sólo en dos estados sureños, de mayoría de población católica, hay más número de mujeres que de hombres, probablemente por la oposición de ésta religión al aborto.
Con el objetivo de prevenir el «feticidio femenino» el Ministerio de Sanidad propuso la creación de células especiales de vigilancia de la Policía para garantizar que no se diga a los futuros padres el sexo del feto pero, según indicó el ministro, «la legislación no es suficiente para solucionar este problema que tiene su raíz en comportamientos sociales y prejuicios».
Por ello, el Ministerio y las administraciones regionales buscan la cooperación de líderes religiosos y médicos y difunden campañas de concienciación para convencer a la población de que no rechace a las niñas, ya que el problema no solo está en el aborto de fetos hembra, sino también en un peor trato, alimentación y descuido de la salud de las menores, que lleva a una mayor mortandad femenina.
Ramadoss afirmó ante el Parlamento que uno de los factores que propicia el desequilibrio de género es la tradición de la dote, que la familia de las novias deben pagar a la familia de su futuro marido, endeudándose durante años.
Pese a estar prohibida por ley desde hace 43 años, la dote es una práctica habitual en la India, donde 1.100 millones de personas viven en la pobreza.
Un informe de la Oficina de Naciones Unidas en Nueva Delhi establece que hay 32 millones de mujeres menos que de hombres y afirma que «las mujeres en la India continúan siendo ciudadanas de segunda clase».