Ya ha quedado patente que sólo se podrá llegar a un acuerdo entre los países ricos sobre la cancelación de la deuda del FMI si la venta del oro del FMI forma parte del paquete de financiación para la cancelación de la deuda. Los países pobres de África gastan una media de 14 dólares por persona en pagar los intereses de la deuda a instituciones financieras internacionales y sólo 5 dólares por persona en salud…
7 de junio de 2005
Vender el oro, liberar al pobre
Cuando los historiadores estudien los últimos 25 años, uno de los grandes crímenes que identificarán será la crisis de la deuda del Tercer Mundo. Ahora, por fin, los países ricos han acordado cancelar las deudas de los países más pobres con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Pero siguen sin ponerse de acuerdo en cómo hacerlo.
Ya ha quedado patente que sólo se podrá llegar a un acuerdo entre los países ricos sobre la cancelación de la deuda del FMI si la venta del oro del FMI forma parte del paquete de financiación para la cancelación de la deuda.
Pero la industria del oro, encabezada por la mayor empresa productora de oro del mundo, Newmont Mining Co., está bloqueando la decisión de vender parte de las reservas de oro del FMI. Newmont y la industria dicen que las ventas del oro del FMI harán bajar el precio mundial del oro, pero ignoran una propuesta del propio FMI que garantizaría que las ventas de oro del Fondo no tendrían un impacto neto sobre el mercado mundial de oro.
«Pedimos a Newmont que cambie de postura -dice Neil Watkins, coordinador nacional de Jubilee USA, red para la cancelación de la deuda-. Eso permitirá que se avance hacia la cancelación de la deuda, una pieza fundamental de los esfuerzos para erradicar la pobreza en el mundo.»
He aquí por qué es tan fundamental la cancelación de la deuda: Cada año, el África subsahariana paga alrededor de 13.000 millones de dólares al FMI, el Banco Mundial y otras instituciones de países ricos. Los países pobres de África gastan una media de 14 dólares por persona en pagar los intereses de la deuda a instituciones financieras internacionales y sólo 5 dólares por persona en salud.
Para tener derecho a recibir nuevos créditos necesarios para saldar los antiguos, los países pobres deben someterse a los mandatos políticos del FMI y del Banco Mundial. Estas políticas, fundamentalistas de mercado y favorables a las empresas -como la privatización sin restricciones, la orientación de sus economías a las exportaciones, la reducción del tamaño de la administración, la eliminación de las protecciones laborales, el cobro al usuario de la atención médica-, han empeorado aún más la vida en todos los países en desarrollo.
La situación es tan grave que casi todo el mundo coincide en que la cancelación de la deuda para los países pobres es algo imprescindible, y el año pasado los países ricos del G7 alcanzaron por fin el consenso sobre la cuestión. Pero entonces se embarcaron en una polémica disputa sobre el cómo. Y ahora la disputa sobre cómo cancelar la deuda podría hacer que no haya ninguna cancelación, o al menos ninguna cancelación de la deuda del FMI.
Ha habido un prolongado tira y afloja entre la administración Bush y los europeos al respecto, y el acuerdo para cancelar la deuda del Banco Mundial podría estar cerca. Pero eso es algo muy lejano por lo que respecta al FMI.
La cancelación de la deuda del FMI es, en muchos aspectos, el paso más estratégico. Aunque la deuda del FMI representa sólo el diez por ciento de la deuda total de los países pobres, casi un tercio de los pagos de la deuda de estos países van a parar al FMI. La cancelación de la deuda del FMI reduciría también de forma significativa la influencia de esa institución -defensora, de la línea más dura, de la economía que beneficia a las empresas- en los países pobres.
La postura consensuada existente para la cancelación de la deuda del FMI es que éste venda parte de sus reservas de oro y emplee el producto para cancelar la deuda. El Reino Unido la defiende y Estados Unidos está en contra.
Sin embargo, la razón de la obstrucción de Estados Unidos parte sobre todo, no de la administración, sino del Congreso, pues las ventas de oro necesitan su aprobación. Y la razón de la oposición del Congreso es Newmont Mining Co., con sede en Colorado.
Newmont y la industria del oro han presionado con fuerza al Congreso sobre este asunto. A principios de año, la industria orquestó una carta firmada por 12 senadores de los estados del oeste en contra de las ventas de oro del FMI.
La razón de la oposición de la industria es el temor a que las ventas de oro del FMI hagan bajar el precio mundial del oro. Pero este temor es infundado: la forma de hacer estas ventas de oro, como ha declarado el propio FMI, está en el contexto del Acuerdo sobre el Oro del Banco Central. Los bancos centrales europeos venden cada año una cantidad significativa de oro, según un calendario que el mercado ya ha tenido en cuenta. Las ventas del FMI se harían en el contexto de este acuerdo. Los bancos centrales sencillamente venderían menos, por lo que no habría un aumento neto de las ventas de oro.
Preguntamos al portavoz de Newmont, Doug Hork: La propuesta del FMI, que preservaría el precio del oro, ¿no aborda los motivos de preocupación de la empresa?
Pero un comentario inicial de que podría ser, en teoría, fue matizado rápidamente con la afirmación de que no había visto la propuesta del FMI.
Así pues, se la enviamos.
Las llamadas y mensajes electrónicos posteriores no han recibido respuesta.
Mientras tanto, el Consejo Mundial del Oro, una asociación de la industria, dice que no puede comentar la propuesta del FMI porque no se ha hecho pública. Pero el director gerente del FMI, Rodrigo de Rato, ha especificado que las ventas de oro del FMI se harían en el contexto del Acuerdo sobre el Oro del Banco Central para preservar el precio del oro. Y aunque la propuesta técnica del FMI no se ha hecho pública oficialmente, se ha difundido ampliamente (https://essentialaction.org/imfgold/).
La torpe e infundada oposición de Newmont está a punto de sabotear la cancelación de la deuda del FMI, garantizando así el sufrimiento innecesario de millones de pobres. Este es un asunto de vida o muerte.
Queda poco tiempo para que Newmont cambie de postura. Es probable que se anuncie un acuerdo sobre la cancelación de la deuda en la cumbre del G8 de julio, y si la deuda del FMI no forma arte del acuerdo, podría quedar fuera de la pantalla del radar en un futuro inmediato.
Pero hay esperanza. Puesto que Newmont no tiene un interés ostensible y de peso para oponerse a las ventas de oro del FMI, una presión suficiente de la opinión pública podría hacerle cambiar de postura.
Para ponerse en contacto con Newmont y obtener más información sobre la cuestión, visiten:
https://essentialaction.org/imfgold/
Russell Mokhiber y Robert Weissman: Russell Mokhiber es editor de Corporate Crime Reporter, con sede en Washington D.C. Robert Weissman es editor de Multinational Monitor, con sede en Washington, D.C. Ambos son coautores de Corporate Predators: The Hunt for MegaProfits and the Attack on Democracy (Monroe, Maine, Common Courage Press, 1999).
Focus on the Corporation. EEUU, junio del 2005.
Traducción para La insignia: Berna Wang