Las organizaciones no gubernamentales (ONG) favorables a la vida y a la familia han quedado excluidas de la audición que tuvo lugar en días pasados en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York con motivo de la revisión quinquenal de los Objetivos del Milenio.
ROMA, martes, 28 junio 2005 (ZENIT.org).-
Estas metas sintetizan las estrategias surgidas de la asamblea extraordinaria del año 2000 para desarraigar la pobreza.
Para conocer las razones de esta exclusión, Zenit ha entrevistado a Riccardo Cascioli, presidente del Centro Europeo de Estudios sobre Población, Ambiente y Desarrollo CESPAS.
–¿Por qué quedaron excluidas las organizaciones favorables a la vida?
–Cascioli: Es evidente que hay un plan, promovido desde hace muchos años, para excluir a las ONG de los procesos de decisión en las diferentes a agencias y comisiones de la ONU. El motivo es sencillo: hay poderosos grupos de presión («lobbies») antinatalistas, abortistas, ecologistas y homosexuales, que están tratando de presentar los derechos reproductivos (aborto y anticoncepción) como derechos humanos fundamentales y de destruir a la familia equiparando las uniones homosexuales con cualquier otro tipo de unión.
La estrategia consiste en crear documentos internacionales que apunten hacia esta dirección de manera que se conviertan en instrumentos de presión en los diferentes países que tienen legislaciones opuestas.
Desde este punto de visa, las ONG favorables a la vida y a la familia son «enemigos» que hay que excluir, para no tener obstáculos. Es lo que sucedió en esta ocasión. No es casualidad que en la audición de la ONU se escuchara en varias ocasiones hablar de la necesidad de introducir explícitamente los derechos reproductivos entre las estrategias contra la pobreza. Se han dado ataques contra las religiones, obviamente sobre todo contra la católica, pues discriminarían a los homosexuales.
–Pero, ¿cómo pueden tener lugar estas exclusiones sin que ningún gobierno o ninguna personalidad denuncie el problema?
–Cascioli: Digamos que a nivel de gobierno se da una indiferencia culpable sobre lo que sucede en las agencia y en las diferentes comisiones de la ONU ante la estrategia sumamente bien organizada de estos grupos de presión, que entre otras cosas han impuesto la retórica de la «sociedad civil», concepto sumamente genérico que sirve de cobertura para operaciones políticas que no tienen nada que ver con la sociedad civil.
–¿Quiere decir que las ONG que mantienen esta línea no son más que una cobertura?
–Cascioli: Las ONG no, depende del uso que se hace de ellas. Déjeme explicárselo. En las Naciones Unidas están acreditadas con diferente status unas 13.000 ONG. En la audición de la semana pasada, estaban representadas unas doscientas. ¿Con qué criterio se hace la selección? No hay procedimientos trasparentes: se ha instalado una comisión decidida por el presidente de la Asamblea general, formada por representantes de unos diez grupos de presión, obviamente entre los más poderosos, movimientos feministas radicales, y neomalthusianos.
Estos han escogido a 200 organizaciones –qué casualidad, han excluido a las ONG favorables a la vida y a la familia– para hablar en nombre de la «sociedad civil». Los delegados de todos los gobiernos del mundo han podido de este modo escuchar que la «sociedad civil», en el marco de la lucha contra la pobreza, pide derechos reproductivos y la legalización de las uniones homosexuales. Y pide una limitación de la libertad religiosa… todo esto en medio de otras intervenciones más generales y que pueden compartirse sobre la lucha contra la pobreza.
Pero hay una parte importante de la «sociedad civil» que también trabaja para desarraigar la pobreza y que no se reconoce en esta plataforma. ¿Dónde estaba? ¿Quién la ha escuchado? Hay que tener el valor para decir que este tipo de maniobras son vulgares manipulaciones. La verdad es que quien paga manda: ciertas iniciativas tienen un coste y los gobiernos y agencias que pagan deciden también quiénes participan. Por ejemplo, la audición de la semana pasada fue financiada por Canadá, Noruega y Finlandia: ¿es casualidad el que no hubiera organizaciones no gubernamentales que no estén en sintonía con las políticas a favor del desarrollo de estos gobiernos?