El cardenal Poupard afirma que en ese país los cristianos son «ciudadanos de segunda». En pleno debate por el posible ingreso de Turquía en la UE, la Santa Sede ha denunciado la violación de la libertad religiosa en ese país y se ha opuesto a su entrada hasta que los cristianos dejen de ser tenidos como «ciudadanos de segunda»…
La Razón
6 de octubre de 2005
El inicio de las negociaciones para la adhesión de Turquía a la Unión Europea ha disparado varias señales de alerta. Amén de los problemas económicos, demográficos o culturales que plantearía, la adhesión del primer país de mayoría musulmana a la UE puede estar lastrada por su frágil defensa de las libertades religiosas. Ayer mismo, Paul Poupard, presidente del Ponticio Consejo Vaticano para la Cultura expresaba sus dudas sobre este proceso en un entrevista concedida al diario italiano «La Repubblica», al afirmar que «sobre la entrada de Turquia en la UE hay que comprobar las intenciones reales que el país tiene para resolver los numerosos problemas internos». Entre estas dificultades destacaba la «falta de libertad religiosa y que los cristianos son considerados ciudadanos de segunda categoría. Todo esto, para un futuro país de la UE, es un absurdo».
Poupard constataba las dificultades en que viven los cristianos de Estambul y Antioquía, que él mismo había comprobado personalmente en sus viajes al país. Deja, sin embargo, una puerta abierta al afirmar que «si el acuerdo de las negociaciones comporta el reconocimiento de estos derechos, entonces me alegro, pero tiene que ser un acuerdo concreto y no de fachada».
El responsable vaticano hacía suya, de esta forma, la posición que sostuvo, en septiembre de 2004, el entonces cardenal Ratzinger quien, al darse a conocer la posibilidad de un acuerdo, calificó de «antihistórico» el posible ingreso de Turquía en la UE. El hoy Papa Benedicto XVI indicó que por razones históricas y culturales, Turquía tiene pocos puntos en común con Europa, por lo que «con todo respeto» sería un «gran error» englobarla en la UE. El entonces cardenal consideró que el papel del país sería hacer «de puente» entre Europa y el mundo árabe o que formara un continente cultural, junto con ese mundo.
Oficialmente laico. Turquía es, desde 1923, un país oficialmente laico. El fundador de la patria turca, Mustafá Kemal, Atatürk, implantó un radical programa de occidentalización que comprendía la secularización del Estado, la abolición de los tribunales islámicos y la prohibición de la enseñanza religiosa en las escuelas, la emancipación de la mujer, la abolición de la poligamia y la adopción del alfabeto latino y el calendario gregoriano. Sin embargo, este modelo de Estado contrasta en la actualidad con la política tendente al islamismo moderado de su Gobierno.
Desde su llegada al poder en 2002, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) ha realizado una serie de modificaciones legislativas dirigidas a reforzar el respeto a los derechos humanos y las libertades personales, como repuesta a las peticiones de la UE para favorecer las negociaciones de adhesión. Así, ha decidido ampliar la libertad religiosa, ha aprobado de forma expresa la afirmación del principio de igualdad o la reapertura de instituciones religiosas no musulmanas. Sin embargo, la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada, que realiza todos los años un informe sobre la libertad religiosa en el mundo, considera «insuficientes» estos pasos y denuncia, en su último estudio, que todavía «a los cristianos les impide, de facto, el acceso a instituciones públicas, civiles o militares». También constata que «la posibilidad de construir iglesias es prácticamente nula» y que, a pesar de la proclamada laicidad de la constitución, las comunidades cristianas «no tienen reconocimiento civil y no pueden poseer nada».
La organización también alerta del apoyo del Gobierno a las escuelas islámicas con la aprobación, en mayo de 2004, de la ley de reforma del sistema educativo, que abre la posibilidad a que los educados en las madrasas, foco habitual del integrismo islámico en otros países, puedan acceder al funcionariado y a la universidad. Así, el informe denuncia la maniobra del primer ministro Recep Tayyp Erdogan, que desde 2003 promueve la jubilación forzosa de millares de funcionarios para sustituirlos por otros de tendencia islamista.
Problemas a los conversos. La conversión al cristianismo de algunos jóvenes musulmanes también está causando graves conflictos. En 2003, el fraile capuchino italiano Roberto Ferrari, con 45 años de trabajo misionero en el país, fue puesto bajo vigilancia policial y le fue retirado el pasaporte por «haber administrado el bautismo a joven de 26 años». En la misma línea, pero con peores consecuencias, se encuentra el caso de Yakup Cindili, de 31 años y converso del islam al protestantismo, que fue golpeado, hasta provocarle el coma, por miembros del Partido por el Movimiento Nacionalista.