ONU. Historia de la Corrupción

1963

El periodista Martín Prieto nos hace una síntesis de este interesante libro escrito por Eric Frattini, que aborda la complicidad de la ONU en el genocidio de Ruanda hasta la corrupción con el petróleo Iraquí…

En la década de los 90 la ONU fue testigo neutral de uno de los peores genocidios contra civiles inocentes desde la II Guerra Mundial: el conflicto de los grandes lagos africanos.


Su secretario general, Butros-Gali, y su entonces vicesecretario para operaciones de pacificación, Kofi Annan, que ya tejía sus manejos para ascender en el escalafón, no hicieron absolutamente nada para impedirlo.


Los hutus mataron a sus propios moderados y se lanzaron al genocidio de los tutsis violando a las jóvenes antes de asesinar a sus familias, empalando bebés, mutilando y arrojando a los viejos a los cocodrilos. Ochocientos mil muertos no combatientes y otros tantos de miles de desplazados. El general canadiense Romeo Dallaire avisó a Annan de lo que estaba pasando pidiendo autorización para proceder contra los arsenales hutus, y aquél le contestó prohibiéndoselo, ordenándole contenerse y bajar la guardia.


La ONU no quería enviar más cascos azules y de hecho los redujo a una tropa testimonial. La profunda Africa negra no merecía tales esfuerzos. El 11 de abril de 1994, 90 cascos azules belgas protegían a los mil tutsis (400 niños) en la Escuela Técnica de los Padres Salesianos de Don Bosco. La ONU los retiró y los hutus cerraron el local, arrojaron granadas por las ventanas y prendieron fuego al edificio: sólo sobrevivieron 11 tutsis. En contra de lo reclamado por el general Dallaire, sus fuerzas fueron reducidas de 2.500 efectivos a 270 en mitad de la carnicería en que se había convertido Ruanda ante los imparciales ojos de las Naciones Unidas.


Un año después la misma imparcialidad provocó otra matanza. En Bosnia-Herzegovina el general francés Philippe Morillon garantizó la seguridad de Srebrenica donde estaban cercados 60.000 bosniomusulmanes. «Están ustedes bajo protección de la ONU y nunca les abandonaremos», dijo. Un mísero contingente de 429 cascos azules holandeses se encargó del enclave en el supuesto de que, en caso de apuro, podían contar con los cazabombarderos de la OTAN con base en Italia.


El jefe del cerco, el general serbio Ratko Mladic, prófugo por criminal de guerra, desplazó a los holandeses y entró en Srebrenica asesinando a 10.000 bosniomusulmanes y deportando a otros 40.000. Según el fiscal de la causa «miles de hombres fueron ejecutados y enterrados en fosas comunes, cientos de hombres fueron enterrados vivos, hombres y mujeres mutilados y masacrados, niños asesinados ante los ojos de sus madres, o abuelos obligados a apuñalar hasta la muerte a sus nietos». La tropa holandesa fue censurada en su propio país y Butros-Gali tachado de pasivo y sus delegados de incompetentes.


La primera en advertir la inutilidad de la ONU en el conflicto de Bosnia-Herzegovina fue la detestada señora Thatcher, quien al estrecharse el cerco de Sarajevo escribió en la prensa mundial un artículo titulado 'Hay que bombardear Belgrado'. La dama de hierro pareció ser la única líder en entender que había que frenar el expansionismo serbio y a un jefe psiquiatrizado como Milosevic.


Finalmente tuvo que ser Bill Clinton quien coordinara a la OTAN interviniendo brutalmente en Belgrado y Kosovo. Naciones Unidas perdieron otra ocasión para la paz.


ONU. Historia de la corrupción es un libro documentado, nada panfletario, del periodista peruano Eric Frattini, en el que aborda la miseria de las Naciones Unidas desde la caza de brujas o el espionaje en su seno hasta la vergüenza del petróleo iraquí por corrupción del que se beneficiaron con sobornos 45 empresas españolas y el hijo de Kofi Annan. El programa Petróleo por Alimentos (PPA) fue diseñado en 1995 y operó desde el año siguiente al 2003 convirtiéndose no sólo en el proyecto de ayuda más ambicioso de toda la Historia de la ONU, sino también en el mayor fraude a nivel mundial conocido hasta ahora. Con ayuda de altos funcionarios de Naciones Unidas se manejaron 129.000 millones de dólares, de los cuales aproximadamente 10.000 millones terminaron en las arcas privadas de Sadam Hussein.


Las empresas más beneficiadas por los contratos resultaron ser no sólo francesas y rusas, sino también de otras 49 nacionalidades. Bajo el manto de un programa humanitario de la ONU, Sadam Hussein, con ayuda de altos mandos de la Organización, desplegó una de las mayores y más importantes redes de sobornos a nivel mundial. Mientras por un lado la ONU publicaba miles de páginas sobre las calorías ingeridas por los iraquíes bajo su protección, por el otro escondía las contrataciones fraudulentas realizadas con los amigos del dictador. El colmo es que se viera implicado Kojo Annan, hijo del secretario general, pero también un primo del anterior secretario Butros-Gali se embolsó millón y medio de dólares intermediando con el petróleo iraquí, lo que coloca a la ONU como nido de tráfico de influencias y vergüenza internacional.


Fracasada la Sociedad de Naciones que no pudo evitar la I Guerra Mundial, nacieron las Naciones Unidas en la Conferencia de San Francisco, tras la II Guerra, con un propósito de paz perpetua. Fue un sueño porque casi recién nacidas tuvieron que hacer de paraguas en la Guerra de Corea. Durante la Guerra Fría fueron una estancia en la que debatir y aliviar tensiones: un colchón entre los dos bloques. Después han entrado en una decadencia que las ha hundido en la más descarada corrupción. La ONU está quebrada y vive de la financiación a fondo perdido de las grandes potencias, sus agencias (Unesco, Unicef) están desacreditadas, es incapaz de formar coaliciones militares de interposición, se ha desentendido del agujero negro de Africa, y hasta acepta, previo envío de un primer millón de euros, servir de plataforma para la brumosa Alianza de Civilizaciones de Rodríguez Zapatero, que se gastarán en elegantes funcionarios y seminarios subnormales. Además la ONU es antidemocrática: hay derecho de veto en su Consejo de Seguridad, y en la Asamblea General tanto vale el voto de una dictadura como el de un país libre. La ONU está muerta, pero todavía no lo sabemos.