No queremos ayudas, abridnos vuestras fronteras

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Pero las fronteras cada vez están más cerradas. Ceuta, Melilla, Arizona, Nuevo México… no son más que el reflejo tangible de ese inmenso crimen Norte-Sur. Parece que Bush y Zapatero comparten más de lo que creen.

Por Rodrigo Lastra

Este fue el grito unánime que se oyó en las últimas cumbres de la OMC (Organización Mundial del Comercio) celebradas en Cancún (2003) y en Hong Kong (2005) por parte de muchos países empobrecidos: No queremos ayudas, abridnos vuestras fronteras. Pero las fronteras cada vez están más cerradas. Ceuta, Melilla, Arizona, Nuevo México… no son más que el reflejo tangible de ese inmenso crimen Norte-Sur. Parece que Bush y Zapatero comparten más de lo que creen.

Y mientras el Norte sigue robando a los empobrecidos, mientras se levantan físicamente nuevos muros de la vergüenza, mientras se ahogan con subvenciones y aranceles (fronteras monetarias) las economías de los pobres, mientras se relega a los inmigrantes a una vida indigna… seguimos pensando en la ayuda.

Cuando hablamos de la Ayuda al Desarrollo (AD) que nuestros países ricos donan a los países que llaman cínicamente en vías de desarrollo, estamos ante otra de las grandes prostituciones del lenguaje, que con el eco y aplauso de los medios de comunicación y de la mayoría de las organizaciones sociales y sindicales, cumple un gran papel dentro del actual imperialismo económico: camuflar los efectos devastadores de la miseria generada… y hacer negocio.

En palabras del escritor nigeriano Chirgua Achele, «este asistencialismo es el opio de los privilegiados. La ayuda (al desarrollo) tiene más que ver con la salvación de la conciencia de occidente, que con la salvación de las economías y las vidas de los africanos. La ayuda humanitaria es, en primer lugar, un ejercicio de exorcización de la culpabilidad del primer Mundo».

Zapatero, Caldera y Leyre Pajin se mostraban orgullosos cuando recientemente anunciaban la posibilidad de llegar al 0,7%. Y muchas ONGs haciendo la ola al gobierno de un partido, que ya hace décadas que está con los ricos y no con los pobres. Orgullosos de más ayuda… y más fronteras.

¿Qué tiene que ver la ayuda con el internacionalismo solidario socialista? Nada. Veamos:


PARTIMOS DE DOS MENTIRAS


1. NO ES AYUDA, ES USURA

A todos los niveles (mercantil, arancelario, financiero, tecnológico, humano…) el flujo de riqueza mundial es claramente desproporcionado en beneficio de los países enriquecidos. La AD se enmarca, aceptando todos sus presupuestos, dentro del sistema económico. El flujo de riqueza entre países llega ya a proporciones, en algunos casos, de 250 a 1.


¿Qué sentido tiene hablar de ayudas? Las cifras de la AD en la UE y en USA son cualitativa y cuantitativamente insignificantes en relación con lo que se roba. Además, se llama Ayuda Oficial al Desarrollo a préstamos en condiciones financieras privilegiadas otorgados por países reunidos en el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), creado en el seno de la OCDE. Son los 28 países de economía más capitalista. Se considera «ayuda» a los préstamos que se hacen con ciertas ventajas, o con intereses más rebajados. Es decir, a la usura la llaman ayuda.

Por supuesto, el otorgamiento de estos préstamos en condiciones privilegiadas (robo), está sujeto a la toma de ciertas medidas por parte de los receptores: privatizaciones, reducción de tasas arancelarias, políticas antinatalistas…

Bajo la apariencia de defender el bien general, compatibilizando la ayuda a los necesitados con los intereses del conjunto de los compatriotas, la realidad es que la cooperación de los países europeos tiene un solo beneficiario: los países europeos. Y en concreto unas cuantas empresas y organizaciones que hacen negocio.

Bajo el epígrafe de AD, se incluye:

1) Ayuda bilateral (de país a país)


1. Las subvenciones a ONGs. En España unos 100 millones de euros, un 6% de la AOD

2. Programas y proyectos, gestionados directamente por los ministerios (Educación, Trabajo, Interior…), que abarcan en torno al 10 %.

3. Condonación de la deuda externa, aproximadamente un 7%.

4. Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), microcréditos, Fondos de Ayuda al Desarrollo (FAD), (créditos ligados, es decir, condicionados a la adquisición por parte del receptor, de bienes y servicios del país donante). Todas responden a oportunidades de negocio de las empresas españolas, a ayuda humanitaria y a ayuda de emergencia (entre las que se incluyen las operaciones militares, como la de Afganistán). Supone el 45%.

2) Ayuda Multilateral (ayuda a organismos internacionales y éstos la gestionan)


a. UE, en torno al 20 %.

b. Organismos internacionales financieros (BM y FMI), un 12%.

c. Organismos internacionales no financieros (ONU…), 5%.

Mayoritariamente se encamina a intereses comerciales, geoestratégicos y cada vez más, de seguridad, siendo los principales beneficiarios organizaciones financieras y empresariales. Si vemos quienes son los destinatarios prioritarios de la AD por parte de España, nos daremos cuenta, que ni con mucho son los países más empobrecidos, sino aquellos que por razones comerciales, geoestratégicas o de seguridad, más interesa. Sangrante es el caso del África subsahariana, que es en proporción la que menos recibe.

Gran parte de lo que se considera FAD, en partidas de la misma ayuda humanitaria, va camuflado el comercio de armas, como se ha demostrado recientemente en Sudán, donde a pesar de existir embargo de la ONU para venderles armas, España no ha parado de suministrar munición. Curiosamente cuantas más armas compra un país, más ayuda recibe.

2. NO ES «PARA EL DESARROLLO» SINO PARA SOMETER Y CONTROLAR A LOS POBRES

Además el dinero que va vía ONG, pudiéndose considerar más independiente, está perfectamente regulado y controlado; en palabras de Miguel Marín, miembro del PSOE, «la política de cooperación se hará a la medida de las ambiciones de la nueva Europa. Los recursos dedicados a la cooperación al desarrollo no son restados al crecimiento de nuestra economía. Por el contrario, la cooperación debe contribuir directamente a ese crecimiento y a la creación de empleo«.

El anterior gobierno del Partido Popular afianzó la senda instaurada por su predecesor psoista. Miguel Angel Cortés, ex secretario de estado de cooperación del gobierno Aznar afirmaba: Las Ongs tienen que presentar proyectos que encajen dentro de los criterios del gobierno. Si hay una organización que pretende actuar en un campo que no contempla el plan del gobierno, esto no se hará con dinero público.

Es evidente que desde 2001, año en que fueron hechas estas declaraciones, hasta la nueva ley de 2005, las principales ONGs, a pesar de su constante espíritu de queja y de mendiguismo (Intermon Oxfam que es la que más recibe, se queja constantemente de lo poco que le dan), han seguido recibiendo subvenciones con la nueva ley, lo que quiere decir, que aunque de boca lo critiquen, sus proyectos encajan perfectamente en los planes del gobierno.

Incluso la llamada Ayuda de emergencia o humanitaria también es duramente criticada por los empobrecidos. Otra cosa es que no escuchemos su voz. Woldai Amha, vicepresidente de la Asociación de Economistas Etíopes, afirmaba en un periódico nacional: La inyección de toneladas de comida que viene de otros países en forma de ayuda humanitaria ha destruido el mercado de grano de Etiopía. Hay años en los que contamos con excedentes de producción, pero los comerciantes no guardan el trigo, ni compran para venderlo en años de sequía, porque saben que vendrá la comida de fuera por la que no habrá que pagar un solo bir (moneda etíope)… Usan criterios europeos y no se dan cuenta de que nuestros estándares son otros. Lo que pasa es que la UE y EEUU necesitan exportar los productos agrícolas que subsidian. No tiene sentido que el mundo industrializado nos envíe comida y a la vez destroce nuestros mercados importando productos subsidiados con los que es imposible competir.


El problema que plantea el concepto de situaciones de emergencia es el de otorgar un matiz circunstancial a estos conflictos, sin tener en cuenta las raíces profundas de la injusticia. Las guerras modernas no son circunstanciales: tienen sus raíces en el funcionamiento del sistema económico y político internacional y en el juego histórico que ocupan los países o regiones en las que ocurren.

Tristemente en las políticas del actual gobierno Zapatero en los dos años que llevan gobernando no hay ni una sola medida socialista. Su Alianza de Civilizaciones se concreta en continuar el paternalismo y asistencialismo conservador y reaccionario de los gobiernos anteriores, incorporando todos los vicios e inmoralidades con los que la izquierda oficial ha ido disfrazándose en las últimas décadas. Como por ejemplo los ataques constantes a la Iglesia, olvidando que en materia de solidaridad, 300.000 organizaciones cristianas luchan contra el hambre. Hay provincias como Burgos, con más de 2.000 misioneros católicos que han dejado todo y comparten vida y luchas con los pobres de la tierra. ¿Cuántos de esos tiene el PSOE e IU? ¿Por qué estos mismos niegan a la Iglesia el pan y la sal?

Sin embargo no han cogido ninguna de las virtudes y la moralidad del socialismo de nuestros abuelos. La nueva ley de cooperación que presentó la secretaria de estado, Leyre Pajín, no cambia para nada lo sustantivo de las leyes anteriores. Se sigue consagrando las FAD como instrumento bueno, en palabras de la propia Pajín, y se reestructuran los fondos y los países receptores en función de la nueva política exterior del actual gobierno. Las mujeres socialistas pobres de hace 70 años, eran solidarias compartiendo su miseria. Las socialistas de salón del PSOE actual hacen apología del lujo y la opulencia, queriéndoselas dar de solidarias repartiendo las migajas. Algunas de ellas, mientras se les llena la boca con la liberación de la mujer mantienen y consienten la esclavitud de la mujer inmigrante en el servicio doméstico, o en los trabajos que otras desechan.

CONCLUSIÓN:

LA AYUDA A LOS PAÍSES EMPOBRECIDOS ES UN INSTRUMENTO MÁS DE LOS PAÍSES ENRIQUECIDOS DE EXPOLIO PERMANENTE, Y QUE POTENCIAN O SUPRIMEN EN FUNCIÓN DE SUS INTERESES

Haciendo un breve recorrido histórico por la historia de la AD, podemos apreciar esta afirmación:

Años 40-50. Nace el concepto de la AD, tal y como lo conocemos ahora, formando parte del diseño político que hacen las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial. La idea subyacente era la de que el crecimiento económico dependía de las grandes potencias. El plan Marshall es el ejemplo de época, cuyo destinatario fue la Europa destruida por la guerra. Una doble finalidad: salvaguardar el mercado y la salud económica de los países enriquecidos y otra finalidad de seguridad frente al bloque soviético.

En los 60-70, con los grandes organismos internacionales ya creados, fue la explosión de la ayuda y por tanto el comienzo del endeudamiento. Después de la reconstrucción de Europa, y la devolución de los préstamos a EEUU, estos países tenían un exceso de moneda, que se usó mediante engaño para hacer préstamos al llamado Tercer Mundo. La ayuda se generalizó a los países que estaban saliendo del colonialismo territorial, para entrar con más fuerza en el colonialismo económico. Fue esta época la que más literatura produjo respecto al tema. En 1977, 1.020 reuniones internacionales sobre el tercer mundo, cumbres, conferencias…

Los 80 han sido denominados la década perdida del desarrollo. Se aceleran los flujos perversos financieros del Sur al Norte, se consolida el triunfo de la economía salvaje de mercado con el colofón de la caída del muro.

Los 90 fue la década del cinismo y del abandono. De nuevo la retórica y las buenas intenciones, pero la falta absoluta de voluntad política. El Norte empieza a pensar como pertrecharse contra la ira de los pobres.

2000-2006 El nuevo escenario sociopolítico, estrenado a raíz del 11-S, ha hecho que el arma de la AD pierda valor frente a nuevas estrategias e instrumentos para mantener la situación de privilegio que con tanto expolio y sufrimiento se ha conseguido. La guerra contra el terrorismo ha alterado la agenda de las relaciones internacionales. La repercusión en el mundo de la cooperación, es que se está imponiendo la idea, de que lo militar puede, en un momento dado, realizar una acción humanitaria, y lo que antes se presentaba como una operación militar, ahora se llama reconstrucción, pacificación, democratización… A principios del siglo XX, existían en toda Europa los ministerios de la Guerra, del que en España, por cierto, fue ministro Manuel Azaña. A mitad de siglo, cambiaron por el nombre de ministerios del Ejército. Actualmente se llaman ministerios de defensa. Creo que no queda mucho para que se llamen ministerios de la paz. La perversión del lenguaje no tiene límites.

Ha aparecido una nueva y buena excusa para cargarse de argumentos y defender a los privilegiados: la seguridad. Cuestiones como la ayuda, la cooperación, los problemas del medio ambiente, mascaradas de antaño… serán atendidas sólo si se percibe que guardan relación con las amenazas a la seguridad y los objetivos estratégicos de los actores en juego. Es decir la AD es un instrumento más de control en manos de los poderosos, que se potencia o se abandona en función de los intereses del momento ˜