VAMOS A LUCHAR CONTRA LA CORRUPCIÓN

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El eclipse moral que ha experimentado nuestra sociedad tiene su máxima expresión en el fenómeno de la corrupción. Con el reciente rosario de escándalos urbanísticos el PSOE ha vuelto a intentar engañar a la opinión pública queriendo hacer creer que emprenderá una lucha contra esta lacra social.

Tras intentar impartir lecciones de moral y decencia al país en estos dos años de gobierno de Rodríguez Zapatero, la corrupción vuelve a estar en portada. Con el reciente rosario de escándalos urbanísticos el PSOE ha vuelto a intentar engañar a la opinión pública queriendo hacer creer que emprenderá una lucha contra esta lacra social.

El anunciado código de buena conducta en el ámbito municipal, promete endurecer las medidas disciplinarias de acceso a las listas electorales del partido y pide la inmediata destitución de cargos y la expulsión de la formación en caso de que salgan a relucir conductas con «indicios racionales de criminalidad». Todo ello en aras de un urbanismo no especulativo, respetuoso con el entorno, etc.

Pero este mecanismo de propaganda, lejos de ofrecer esperanza de regeneración, nos ha abierto aun más los ojos de la gravedad del mal y de la nula voluntad política de corregirla. ¿No es todo esto un reconocimiento expreso de que hasta ahora el PSOE no tenía ninguna estrategia contra la corrupción? Tras numerosos escándalos de corrupción en los que llegó a haber dirigentes políticos encarcelados, ¿tanto han tenido que esperar para tomar medidas?.

¿Vuelve la corrupción? No. Ocurre que nunca desapareció. Los titulares periodísticos que denuncian el cobro de comisiones por pelotazos urbanísticos no pueden ocultar la existencia de todo el amplio espectro de la vida social que abarca la corrupción.

No es sólo política la corrupción. Hay un gran interés por parte del poder en callar la corrupción social. La corrupción sindical se efectúa vía financiación de las burocracias sindicales que aceptan mansamente la paz social exigida por este sistema económico injusto. ¡Qué barato le ha salido a la patronal poder contratar cada día más barato y con menos derechos! También los ayuntamientos descubrieron pronto que subvencionando las asociaciones de vecinos desactivarían el movimiento vecinal. Así ha sido y padecemos la marea especulativa que hunde económicamente a las familias y enriquece a los constructores.

Hay corrupción económica. La especulación financiera y los beneficios de la banca también suponen enriquecimientos injustos y una carga para los más débiles de la sociedad. Este gobierno también ha sacado a relucir otro código de buena conducta para las grandes sociedades para ocultar que no hace lo que debe que es poner en funcionamiento el Código Penal ante el masivo uso de información privilegiada, las operaciones oscuras en los paraísos fiscales, el blanqueo de dinero, etc.

La corrupción en las finanzas y el comercio internacional avanzan de forma galopante. El fenómeno globalizador provoca que la corrupción salte fronteras y aumente el saqueo de los países empobrecidos. Las campañas de lavado de imagen tipo 0,7%, hambre y pobreza cero, sólo sirven para anestesiar a la opinión pública y que no se de respuesta al grave dilema ético que supone que el 40% de nuestra riqueza provenga del robo a los empobrecidos. Los negocios con los empobrecidos aumentan la voracidad de nuestros políticos y empresarios que visitan China ávidos de beneficios y se quedan mudos ante la situación de esclavitud de millones de chinos. Les cuadra perfectamente la consigna del Partido Comunista chino que dice que «hacerse rico es glorioso«.


Podríamos hacer una lista exhaustiva de los sectores afectados por la corrupción y no acabaríamos. Nos parece importante resaltar que la corrupción impregna de forma creciente todos los sectores sociales por las fuertes raíces que ha logrado echar en los cimientos de la sociedad. ¿Podemos decir que en nuestro país ha habido una reacción moral contra la corrupción? Abundan los personajes de la cultura (¿o de la farándula?) que protestan contra una guerra y callan por la venta de armas a dictaduras; los periodistas denuncian los escándalos que les impone la línea editorial de su medio pero silencian los de sus anunciantes, etc. También de nuestra cultura emanan sucios olores.

La corrupción no conoce límites políticos ni geográficos y es capaz de eludir todo tipo de controles y legislaciones. En Marbella tenían lugar reuniones de altos cargos del poder judicial que eran agasajados por el ayuntamiento. La corrupción impregna el ambiente en instituciones, empresas, partidos políticos y asociaciones a las que salpica. Los estudiosos de este fenómeno advierten de su dinámica creciente y del creciente deterioro de las democracias que se ven incapaces de reaccionar contra los poderes económicos, sociales, políticos y culturales que amparan el negocio ilícito.

Las cifras marean. Los estudios más conservadores cifran en 400.000 millones de dólares la cuantía de los sobornos anuales que efectúan las multinacionales. Esos mismos estudios se niegan a cuantificar las víctimas que provoca la corrupción. Es lógico este silencio. Si las familias que se endeudan de por vida al comprar una vivienda conocieran aproximadamente lo que dedican a comisiones, beneficios financieros, etc., habría una rebelión en este país. ¿Habrá que hacer este estudio y provocar el impago masivo de hipotecas? Si los parados, inmigrantes explotados y trabajadores precarios conocieran a fondo la financiación del entramado sindical, ¿qué ocurriría?, …

El Partido SAIn nace con el firme objetivo de luchar contra la corrupción. En nuestra opinión se ha dictado una tácita ley de Punto Final permanente que perdona a los corruptos que debe ser derogada. Y esta labor debe comenzarse por el principio. Son muchas las instituciones que deben ser reformadas a fondo y las medidas legales que deberán adoptarse, pero todo ello deberá efectuarse sobre la base de personas que sean capaces de no venderse, incluso de dar la vida por ello. Necesitamos políticos morales y solidarios. Los partidos políticos PSOE, PP, IU y nacionalistas aparcan la crispación y sus desacuerdos cuando se trata de otorgarse privilegios injustos. No conocemos una sola iniciativa parlamentaria dirigida a combatir los privilegios de los políticos, más bien al contrario. Las iniciativas legislativas que les otorgan privilegios son las que más consenso suscitan en el hemiciclo.

En España hay políticos que simultanean hasta cinco sueldos; los comisarios europeos salen de la Comisión con una indemnización superior a los sesenta millones de pesetas (¿qué daño les habremos hecho para merecer ser indemnizados?); Pascual Maragall va a cobrar una pensión de 125.000 € anuales como expresidente de la Generalitat y eso que se quejó amargamente de que el expolio fiscal a Cataluña le impedía hacer políticas sociales; en muchas autonomías se elevan los sueldos y lo llaman «homologación»; y finalmente nos acordamos del mismo Felipe González que ha estado una legislatura de diputado cobrando y sin aparecer por el Congreso. Como abogado laboralista que fue sabrá perfectamente que el trabajador que está tres días sin aparecer por el trabajo puede ser despedido sin indemnización. ¡Pues él desapareció cuatro años!

Para nosotros, dignificar la política exige, entre tras cosas, rebajar los sueldos de los políticos. Los mismos que imponen el Salario Mínimo a muchas familias deberán cobrarlo e intentar sobrevivir con él. ¿A que así subirían los salarios en nuestro país? Qué gran noticia supondría para los más pobres. Así sabremos quien quiere de verdad servir al pueblo y quien está para servirse del pueblo. El SAIn, en su línea autogestionaria, se compromete a exigir en todos los foros que los sueldos del pueblo sean la referencia para el sueldo de los políticos. ¿Homologación de sueldos?: sí, por supuesto, pero con el pueblo. No con los banqueros.

El SAIn considera que no nos vale la doctrina del PSOE que dice que a partir de ahora hay que cumplir escrupulosamente la ley (¿será porque hasta ahora no la cumplían?). Es que las leyes existentes no nos valen. Entendemos que es irrenunciable imponer por ley la autofinanciación de los partidos políticos que deberán sostenerse por las aportaciones de sus afiliados y militantes ahuyentando a banqueros, constructores y demás «interesados» en financiarlos. Hay que garantizar de forma plena la democracia interna en los partidos políticos lo que redundará en la vida democrática. También es imprescindible eliminar los injustos privilegios de los políticos que ellos mismos se otorgan en un uso ilegítimo de sus cargos públicos (gastos que no necesitan de justificación y no tributan al fisco, jubilaciones privilegiadas, coches oficiales, transporte gratuito, vacaciones a costa del ciudadano, etc.) y establecer un régimen de responsabilidades similar al que tienen los ciudadanos (ampliar el período de prescripción de los delitos relacionados con la corrupción, limitar los aforamientos, declaración obligatoria de bienes a la entrada y salida del cargo, etc.).

Manuel Marín dijo nada más ocupar la presidencia del Congreso que uno de sus principales objetivos era mejorar las condiciones económicas de los diputados pero que el mayor escollo era el de los demagogos. Mientras siga habiendo esclavos, hambrientos, parados, oprimidos, etc., un político honrado debe sentir vergüenza. Aunque le escueza a los que no la tienen.


Han existido políticos con vergüenza. Muchos luchadores han preferido pasar privaciones y hasta dar la vida antes que venderse. Para ellos, los gobiernos del PP y del PSOE han decidido que no haya memoria histórica, pero su recuerdo sigue vivo en el Partido SAIn. En las próximas elecciones, una nueva generación saldrá a la calle a gritar solidaridad y justicia. Y existirá la posibilidad de votarles.