Con estupefacción hemos visto como el poder de Botín es casi omnímodo. Ya nos demostró hace unos meses que se pasa al Presidente del Gobierno por el forro de su cartera…
Que el poder judicial reinterpreta su jurisprudencia para ponerle la alfombra roja y demostrar aquello de que la Justicia es la telaraña que sólo atrapa a los bichos pequeñitos pero que a los grandes ni los toca. Se ha apropiado del nombre de su ciudad: su banco ya es «el Santander«, pronto le quitará el artículo determinado. La Universidad está a sus pies. No contento con eso, ahora ha querido repetir y parece que conseguir aquella tentación del diablo a Jesús en el desierto. «Adórame y todo esto será tuyo». Sí, Botín ha conseguido que al menos durante un rato, los fieles que vayan ante la Virgen adoren el logo del Banco Santander.
Cuando los fieles se arrodillen ante la Virgen con ese manto con el logo llameante bordado, ¿a quién dirigirán sus súplicas?, al Dios que enaltece a los humildes, encumbró a los pobres, y derribó del trono a los poderosos y a los ricos despide vacíos, o al ídolo Mammon. O es que se quiere facilitar el poner una vela a Dios y otra al diablo.
La imagen realmente evangélica, o al menos apocalíptica, hubiera sido que el logo del Santander se colocara bajo el pie de la virgen, pisando a la serpiente del materialismo, del imperialismo internacional del dinero que diría Pablo VI (?). El poder lo quiere todo, quiere que lo adoremos, que le ofrezcamos nuestro incienso. Ya sólo les quedan unos centímetros, dentro de poco sustituirán la Virgen, por el carmíneo anagrama, del que saldrán los rayos dorados del nuevo dios. Mammon es grande, y Botín es su profeta.
Ya se oye la nueva jotica:
«La Virgen del Pilar dice, que no quiere ser marioneta,
que quiere ser la madre, de los pobres del planeta»