Actos en conmemoración de un militante cristiano: Julián Gómez del Castillo

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Hace seis años moría este militante de la Iglesia católica. Miles de personas se han beneficiado de los cientos de miles de kilómetros que hizo por España e Iberoamérica alentando la vida solidaria, especialmente desde los cursillos apostólicos y sociopolíticos dedicados a plantear la vida cristiana en toda su amplitud: conversión y revolución.

Por España e Iberoamérica se celebran  diversos actos  y Eucaristías en su memoria

Julián Gómez del Castillo nació en 1924 en la España del hambre, en una familia obrera pobre, entregada al ideal de la justicia. Su padre, miembro de aquel PSOE militante al igual que su abuelo, murió en la cárcel de aquel engendro pequeño burgués que fue la Segunda República.

Su infancia le fue robada por el capitalismo. Muy pronto tuvo que trabajar dejando la escuela y muy pronto se unió a las luchas sociales siendo capaz, con sus hermanos y otros niños, de obtener fondos para sostener huelgas. Nos recordaba cómo de niño metía en la cárcel los periódicos para su padre eludiendo la vigilancia carcelaria.

En su juventud se convirtió al cristianismo y recibió el bautismo. A partir de ese momento, lucha por la Justicia y vida cristiana formaron para él un solo cuerpo. En la militancia cristiana conoció a Trini, una joven obrera, con quien contrajo matrimonio cristiano del que nacieron 4 hijos vivos

En su entrega al Ideal cristiano de Justicia, a mediados de los cuarenta conoce a Guillermo Rovirosa y la HOAC y forma parte del grupo de conversos que dio solidez a esa organización desde la cual se lanza un periódico, el ¡Tú!, que Franco no dudó en cerrar. Aquellos militantes devolvieron la esperanza a una clase obrera completamente hundida y humillada: bufetes laboralistas, cursillos, hojas informativas, penetración en el sindicato vertical… todo servía para retomar la antorcha de la Solidaridad histórica de los pobres, mientras el PSOE iniciaba sus plácidas vacaciones en el exilio y abandonaba la promoción militante en España.

 El franquismo le persiguió sin piedad, llegando a padecer cárcel y todo tipo de controles. Su vida apostólica se caracterizó por no aceptar las instrumentalizaciones de la democracia cristiana ni de la socialdemocracia. En la crisis pro-franquista del apostolado laico de los años sesenta, junto a Rovirosa, fue el primer impulsor de la editorial ZYX, la editorial obrera más importante de la oposición franquista. Y en la crisis apostólica pro-marxista de los años setenta defendió, incluso desde el compromiso sindical, la solidaridad, la autogestión, la primacía de la persona humana… frente a los manejos politiqueros de la derecha y la izquierda.

A comienzos de los ochenta, cuando el capitalismo se ha hecho neocapitalismo, los obreros -especialmente sus representantes- se han aburguesado y el colonialismo se ha transformado en robo Norte-Sur, funda junto a un grupo de amigos el Movimiento Cultural Cristiano. A él aportará hasta su muerte sus cualidades y su entrega. Sus pilares, como en otras asociaciones anteriores, serán la fidelidad a Cristo, la Iglesia y los pobres. Con el Movimiento Cultural Cristiano nace la editorial  “Voz de los sin voz”, que unida a la experiencia en ZYX, convierten a Julián en el primer editor de la lucha social de la España contemporánea.

A comienzos de este tercer milenio, teniendo ante sus ojos el drama de los pobres y las ganas de ser fieles de los militantes, en cuya forja había colaborado, es el principal impulsor del primer partido político plenamente autogestionario: Solidaridad y Autogestión Internacionalista (SAIn). Insiste en la inspiración cristiana de esta plataforma que nace para servir a los empobrecidos.

Miles de personas se han beneficiado de los cientos de miles de kilómetros que hizo por España e Iberoamérica alentando la vida solidaria, especialmente desde los cursillos apostólicos y sociopolíticos dedicados a plantear la vida cristiana en toda su amplitud: conversión y revolución. Cientos de personas hemos sido amados por él como sus hijos, y a él y a Trini les queremos como a nuestros propios padres.

Por su sabiduría y experiencia vital,  su consejo ha sido buscado por intelectuales de alto rango, obispos… y personalidades históricas le han admirado. Pero sobre todo, los sencillos, los obreros, los empobrecidos del Tercer Mundo han vivenciado que Julián les ha devuelto la esperanza, las ganas de luchar. Fue perseguido de mil maneras y conoció la alegría del amor de Dios en medio del sufrimiento. El 29 de octubre de 2006 murió un testigo, un militante cristiano, un converso enamorado de Cristo, de la Iglesia y de los pobres de la Tierra. Su semilla seguirá dando fruto.