´¡En qué manos anda el pandero!”

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Unamuno, precisamente por su odio a la rigidez marxista que imperaba en el PSOE, no encajó. Hombre de profundo sentimiento religioso, no podía aceptar lo que el historiador del socialismo, Morato, le escribía en 1895: “La Revelación pugna por la esencia misma del socialismo”.


 

29/04/2003
Publicado en la Revista Autogestión

A poco de ingresar en el PSOE escribe a su amigo Mújica: “Soy socialista convencido, pero, amigo, los que aquí figuran como tales son intratables: fanáticos necios de Marx, ignorantes, ordenancistas, intolerables, llenos de prejuicios de origen burgués, ciegos a las virtudes y servicios de la clase media, desconocedores del proceso evolutivo. En fin, que de todo tienen menos sentido social. A mí empiezan a llamarme místico, idealista y qué sé yo cuántas cosas más. Me incomodé cuando les oí la enorme barbaridad de que para ser socialista hay que abrazar el materialismo. Tienen el alma seca, muy seca, es el suyo un socialismo de exclusión, de envidia y de guerra, y no de inclusión, de amor y de paz. ¡Pobre ideal! ¡En qué manos anda el pandero!”. No tiene nada de extraño la salida de Unamuno: lo que se entiende menos es su entrada en aquel PSOE.