ADOPCIÓN por HOMOSEXUALES. Por Elías Yanes

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Monseñor Elías Yanes, arzobispo de Zaragoza se despidió ayer públicamente de sus diocesanos, tras 28 años de ministerio pastoral al frente de la archidiócesis zaragozana… Recogemos este interesante artículo de actualidad agradeciendo su servicio a la Verdad y a la Justicia…


La prensa del día 30 de abril [de 2004] ha informado de la decisión del Parlamento de Aragón sobre la adopción de niños por parejas homosexuales.
Según mis noticias, en Aragón, el número de parejas homosexuales inscritas representan un porcentaje insignificante dentro del conjunto de la población. Si este dato fuera cierto, resultaría evidente que tal medida no obedece a la famosa demanda social tantas veces invocada, sino más bien a la presión de grupos minoritarios. Pero aun cuando fueran un gran número las personas a quienes afecta esta ley, no por ello dejaría de ser una ley inaceptable. Por tratarse de derechos humanos fundamentales, no se puede invocar en este caso la tolerancia.

La cuestión de fondo no es si los adultos homosexuales tienen derecho a la adopción. La cuestión fundamental es la de los derechos de los niños. Los niños que, por desgracia, se hayan visto privados de una familia propia no deben ser sometidos a una nueva prueba. Tienen derecho a crecer en un ambiente familiar que se asemeje lo más posible al de la familia natural de la que carecen. ¿Qué derecho se puede invocar para que un niño tenga que vivir premeditadamente sin la figura del padre y de la madre? En este caso el derecho primero y fundamental no es el deseo de los adultos, sino el desarrollo humano del niño. Una pareja homosexual no es el ambiente más adecuado para el pleno desarrollo humano del niño. La carencia de la figura del padre o de la madre no se sufre sin grave daño para el niño; pero en este caso se agrava, porque ha de vivir bajo el influjo de dos padres o dos madres.

Tiene una eficacia simbólica, un mensaje implícito, contra la institución familiar y contra valores morales fundamentales. Es un paso más hacia la institucionalización de las uniones homosexuales. Es sencillamente una ley injusta.

Por este camino nuestra sociedad no crece en el sentido del respeto de los derechos humanos, incluso de los más débiles, sino en el de la satisfacción de los deseos de algunos. Es triste comprobar que en algunas áreas de la vida humana no progresamos en humanidad.

+ Elías Yanes
arzobispo de Zaragoza