Aislamiento y democracia en la sociedad conectada

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El aislamiento, es uno de los males de nuestro siglo, ¿el XXI?…si paradójicamente de este siglo que comienza. ¿Qué consecuencias tiene esto en la sociedad y en la política?

Secuelas del aislamiento

Sabemos por muchos estudios forenses y psiquiátricos que la incomunicación en las cárceles, de presos aislados durante varios días, algunos hasta 365 días, tiene unos efectos tremendos sobre las personas…por ejemplo en países como EEUU. La incomunicación de presos se produce en muchos países, países escandinavos, además de Turquía, Túnez e Iran.

En los años 50 el psicólogo Larry Harlow hizo un experimento con monos, a varios los aisló del grupo durante30 días. Después de este periodo los monos tenían conductas catatónicas y se escondían en los rincones. Al juntarlos con otros eran incapaces de iniciar conductas relacionales…tenían comportamientos cercanos al pánico, apatía o letargo.

También en humanos los estudios apuntan a una pérdida de capacidad de relación importante en las personas aisladas durante mucho tiempo. El hombre es sociable por naturaleza, pero las capacidades se ven mermadas, apareciendo no en pocos casos patologías y psicosis, en ocasiones de difícil cura.

Hoy, ¿comunicados o conectados?

Hoy en día muchos jóvenes y adultos permanecen conectados 24 horas al día, esperando el último me gusta al comentario o artículo subido. Esclavos de ese calor virtual que envuelve sus vidas, adheridos al Smartphone, sintiendo el vértigo del posible aislamiento en las redes. La soledad desencadenada del aislamiento virtual es vivida, en muchas ocasiones, con la misma fuerza de la vida real.

Sujeto interpasivo

Marc Stumpel, investigador de nuevos medios y profesor en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Amsterdam, tomó el concepto del “sujeto interpasivo” de Slavoj Žižek y lo aplicó a las redes sociales. El concepto de Žižek habla de un sujeto que cree estar realizando una actividad cuando en realidad lo que hace no es más que ser a través de otro. El ejemplo de Žižek es el de una persona que deja el reproductor de casetes VHS prendido mientras hace otras cosas; se siente satisfecho porque el aparato está disfrutando las películas por él. Žižek dice que para el sujeto interpasivo ni siquiera es necesario reírse de algo chistoso que sucede en el video, pues la interpasividad implica que la risa se siente a través del actor. En las redes sociales, dice Stumpel, pasa lo mismo: Facebook está revisando todo el tiempo las publicaciones de nuestros amigos y como no podemos verlas todas, selecciona las mejores por nosotros; es decir, Facebook recibe lo que nuestros amigos dicen por nosotros. Incluso cuando se da clic en “me gusta” o “retweet”, el sujeto está siendo pasivo: no actúa, sino que a través de ese clic Facebook o Twitter se encargarán de hacer saber a otras personas que eso nos agrada.

La soledad secuelas en la reflexión

Sherry Turkle, investigadora del MIT, que asegura que nos estamos acostumbrando a un estado que ella llama alone together (estar con muchas personas, pero a pesar de eso solos), en el que las personas quieren estar con otras pero al mismo tiempo conectadas a todos esos otros lugares en donde les gustaría estar, porque lo que nos importa, dice Turkle, es el control sobre aquello a lo que le prestamos atención.

Preferimos estar conectados a tener una conversación porque nos permite editarnos a nosotros mismos, eliminar lo que no nos gusta y mostrar nuestra mejor cara. Basada en la teoría sociológica, Turkle dice que el peligro de alejarnos de las conversaciones con los demás está en perder la capacidad para conversar con nosotros mismos, es decir, para reflexionar.

Mark Bauerlein, profesor de la universidad Emory en Atlanta y autor del libro The dumbest generation (La generación más tonta), que dice que Internet (la Web 2.0 como lo estamos entendiendo) no lleva a los usuarios jóvenes a tener más conocimiento ni a leer más sobre historia, ciencia o arte, sino que les da acceso a lo que ellos quieren, que es contacto con otros jóvenes de su edad. Basado en datos de The National Center for Educational Statistics, Bauerlein dice que el 55 % de los estudiantes de preparatoria estadounidenses pasan menos de una hora a la semana leyendo y/o estudiando para clase, pero pasan nueve horas a la semana en redes sociales…

¿Transformación política?

La Web 2.0 también afecta la política. Algunos piensan que Internet no es una herramienta democratizadora que transforme las ideas en cambio. Esta postura está muy bien representada por Malcolm Gladwell, quien en un artículo muy comentado de The New Yorker afirma que los verdaderos cambios requieren de relaciones fuertes entre los miembros que tomarán acción y que el verdadero activismo requiere de personas valientes que estén dispuestas a tomar acciones concretas, cosas que según él no están presentes en las redes sociales. Gladwell dice que las redes sociales están basadas en relaciones muy débiles y que el activismo ahí pide muy poco a los usuarios: dar un clic que se traduzca en “me gusta”, en “retweet”, en una imagen compartida, a lo más en un comentario, es decir, dice Gladwell, el activismo de redes sociales “no triunfa en motivar a la gente a hacer un sacrificio real, sino en motivar a las personas a hacer aquello que harían cuando no están lo suficientemente motivadas como para hacer un sacrificio real”.

Probablemente una visión más completa es la de Clay Shirky, profesor de la Universidad de Nueva York, que habla de cómo se le puede ver al Internet lo mismo como una herramienta democratizadora (como en el caso de Filipinas, en 2002, o Egipto, en 2011) que como una herramienta más del gobierno para reprimir y espiar a los ciudadanos (como en China o, aunque Shirky no habla mucho de él, en Corea del Norte). Incluso cuando los protestantes se organizan a través de las redes sociales, su éxito no está garantizado, como lo demuestran los movimientos de Bielorrusia en 2006 y de Irán en 2009, donde las protestas contra el gobierno fueron fuertemente reprimidas y no tuvieron repercusiones importantes en el camino a la democracia. En cambio, dice Shirky, se debe ver al Internet como una herramienta de largo plazo que contribuirá al desarrollo de una democracia siempre que la esfera pública haya sido fortalecida previamente. De nada sirve darle acceso a Internet a una población que no está educada, y que por tanto no está acostumbrada a opinar e involucrarse en los asuntos públicos.

No se trata de ser catastrofistas, solamente de ser conscientes de la herramienta y de sus consecuencias.

Autor: Luis Antúnez