Alabama criminaliza a los inmigrantes

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La ley puede ser la más dura de las aprobadas hasta ahora en EEUU.

En esta ocasión no es un tornado o un huracán lo que está lanzando a las familias al viento en esta zona de los EEUU. Se trata de una nueva ley (HB 56), ratificada por un juez federal de distrito, que pretende echar del estado a todos los inmigrantes ilegales al limitar o nulificar muchos de sus derechos, castigando a cualquiera que emplee, proporcione vivienda o refugio o bien, brinde cualquier tipo de ayuda a un inmigrante y requiriendo a las escuelas y la policía la verificación de la situación legal de los inmigrantes.

Otros estados, incluyendo Arizona, Georgia y Colorado, pusieron en vigor leyes parecidas en años recientes, en lo que sin duda es una tendencia creciente por parte de los congresos estatales para perseguir la inmigración ilegal dentro de sus fronteras, ante la ausencia de acciones concretas por parte del gobierno federal.

Sin embargo, la ley de Alabama es la más dura implementada hasta la fecha y la única que ha logrado resistir diversas acciones legales por parte del gobierno federal, lo que significa que ha podido entrar en vigor sin ninguna modificación.

En todo Alabama corrió como reguero de pólvora la noticia de que una Corte rechazó hacer cambios a la ley, sembrando pánico en las zonas donde viven familias de inmigrantes legales e ilegales provenientes de México y Centroamérica. Según las estimaciones, en esta región de Alabama viven unos 150,000 inmigrantes, muchos de los cuales desarrollan trabajos que, según los patrones, los locales se rehúsan a hacer.

Como ejemplo la localidad de Foley. Foley es un destino vacacional de la costa donde trabajan cientos de inmigrantes en restaurantes, granjas piscícolas e industrias relacionadas con los mariscos. La semana pasada, al conocerse la decisión de la Corte, muchos sacaron a sus hijos de las escuelas, apilaron sus pertenencias en pequeños remolques y se despidieron de vecinos y amigos.

«Es lo más triste que he vivido en mis 18 años como sacerdote», dijo el padre Paul Zoghby, cuya feligresía en Santa Margarita de Escocia se redujo de la noche a la mañana.

El sacerdote comentó que muchos de los fieles le dijeron que irían a otras ciudades dentro de Estados Unidos, pero ninguno regresaría a sus ciudades de origen en México o Centroamérica, donde impera la violencia y los sueldos son extremadamente bajos.