El Gobierno del PSOE se ha marcado la meta de reducir en un 50% las llegadas de inmigrantes sin papeles a España. Pero, dado que el Ejecutivo no puede impedir que los inmigrantes en sus respectivos países empiecen la carrera por alcanzar nuestras costas, la política se dirigirá a dificultar que lleguen a meta. O, dicho en otras palabras, tratará de hacer que se queden por el camino. Así de inhumano y así de cruel. Y eso que es el gobierno que se dice “socialista”, “obrero”, “de los trabajadores” (los inmigrantes son generalmente trabajadores), “de izquierdas”, etc..
Este planteamiento frente a la inmigración no es nuevo. Esta es la política que, en general, lleva aplicando Europa desde hace décadas. Con gobiernos de derechas o con gobiernos supuestamente de izquierdas.
Donde llega la innovación es en las concreciones de esas políticas genocidas. Anteriormente se dieron estas:
- Reforzar las vallas de Ceuta y Melilla con nuevas tecnologías o con trampas para que saltarlas sea más difícil y, literalmente, doloroso.
- Negociar con la dictadura marroquí, para que sea Marruecos quien haga de perro guardián de la frontera, aun sabiendo que eso es exponer a malos tratos e incluso poner en peligro de muerte a muchos inmigrantes.
- Saltarnos nuestra propia legalidad para llevar a cabo las famosas devoluciones en caliente.
- Lanzar un satélite al espacio, con el hipócrita nombre de “Paz”, cuya principal misión es vigilar los movimientos migratorios desde el Espacio. (De cara a reducir la inmigración, sería más efectivo usarlo para maniatar a las guerrillas que devastan África, pero el bienestar de los africanos nunca fue una prioridad en las políticas migratorias, ya que África nos resulta más rentable como río revuelto que como lago tranquilo.)
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La última concreción de la salvaje política migratoria española (y europea), adoptada por el PSOE, es minimizar los rescates en el Mediterráneo. O lo que es lo mismo, que se ahoguen más. Porque el objetivo es reducir su llegada en un 50% y para ello las medidas adoptadas son que Salvamento Marítimo deje de patrullar el Mediterráneo en busca de pateras y posibles náufragos, e impedir que de España zarpen los barcos de las ONGs dedicadas al rescate.
Los que han maquinado tal crueldad, con la vicepresidenta Carmen Calvo a la cabeza, tranquilizan su conciencia diciendo que España atiende a todos los náufragos de los que tiene constancia. Y eso es verdad. O, al menos, media verdad. Porque las medidas tomadas están orientadas a no mirar, a no escuchar, a no tener constancia. No es que les veamos ahogarse y nos crucemos de brazos. Es que cerramos los ojos y evitamos enterarnos, para mantener los brazos cruzados y, cuando los cadáveres sean devueltos por el mar, poder decir: “no hice nada porque no lo vi”. En esa misma línea, en diciembre, Salvamento Marítimo dejó de informar en su cuenta oficial de Twitter de los rescates de pateras. Intentamos no enterarnos y procuramos no hablar del tema.
Pero si el objetivo de esas medidas es reducir la llegada de pateras a la mitad y no hemos hecho nada por mejorar las condiciones de vida en África… eso, por pura matemática, significa que en realidad nuestra apuesta es la de hacer que mueran ahogadas muchas más personas. Aunque no queramos enterarnos, aunque no queramos hablar de ello.
El PSOE y los partidos que se dicen de izquierdas, así como los que se dicen democráticos o los que presumen de tener valores cristianos, deberían preguntarse si el auge de los partidos de ultraderecha y los populismos, no tiene que ver con su propia incoherencia. Porque ser de izquierdas, defender la democracia o tratar de seguir a Jesús de Nazaret implican poner en el centro de la acción política la dignidad sagrada de todo ser humano.
Pedro Gajete.