Hoy, como en sus orígenes, la Universidad jesuita de Deusto defiende los intereses del poder. En coherencia con la defensa de los intereses del poder económico de la burguesía de la época, la acción que se ha planteado en Deusto desde siempre pasa por el cambio desde arriba.
Grupo Eugenio Merino
Revista Id y Evangelizad nº42, enero 2005
En 1883, doce hombres y una mujer, pertenecientes a la media y alta burguesía vasca, constituyeron la Sociedad Anónima La Enseñanza Católica, con el fin de dar a sus hijos una educación con arreglo a los principios de la educación católica. Dicha sociedad consiguió fundar el 25 de septiembre de 1886 el Colegio de Facultades Superiores de Bilbao (hoy, Universidad de Deusto). En su primer prospecto, se habla de los peligros que amenazan a la juventud y a las clases altas, frente a la que se levanta otra juventud pobre, ebria de envidia que no aparta los ojos de ese mañana temido y esperado; que siente ya en toda su brutal plenitud el derecho de la fuerza, que pide su cubierto en el festín de la vida, y que si no se lo dan se lo tomará… No extraña por ello la lucha que, desde su fundación y hasta bien entrado el siglo XX, planteó la institución deustiana contra todo aquello que supone cambio social a favor de los más desfavorecidos de la sociedad, ya que éstos ponían en peligro la fe religiosa y conducta moral de sus hijos.
Algunos de los primeros alumnos de Deusto son Ángel Ayala, SJ, fundador de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas en 1908, y Ángel Herrera Oria, su presidente desde 1909. Ambos son ejemplo de un elemento claro de lo que el Colegio de Deusto asume en su acción desde el principio: la formación de núcleos católicos intelectuales. Según el padre Martín, impulsor de sus bases fundacionales, el entonces llamado Colegio de Facultades Superiores de Bilbao precisa toda la flor de nuestra provincia, los mejores talentos y los ánimos más generosos (…) porque acude una juventud muy selecta y llena de interés. Es la misma propuesta que desarrolla después Ángel Ayala en su obra Formación de selectos.
También se potencia el apostolado de la Oración y la beneficencia, para ejercer la paternidad social de los ricos para con los pobres. Las clases humildes vascas, encarnadas en las reivindicaciones de grupos socialistas y sindicales, son vistas como algo que hay que combatir. Hasta el punto de que uno de los jesuitas de Deusto, el P. Minteguiaga, desató en 1905 con un artículo en Razón y Fe, la polémica del llamado mal menor (entre liberal y socialista, apoyar al liberal), en la que intentaba evitar a toda costa que hubiese representación de socialistas en las Cortes. Las propuestas socialistas, obviamente de izquierdas, eran peligrosas para la burguesía económica fundadora de Deusto. La Compañía de Jesús y su institución de enseñanza habían elegido ya defender sus intereses.
En coherencia con la defensa de los intereses del poder económico de la burguesía de la época, la acción que se ha planteado en Deusto desde siempre pasa por el cambio desde arriba. También en el ámbito de la economía. Uno de los jesuitas emblema de la Universidad de Deusto, Joaquín Azpiazu, SJ, profesor de Economía y Hacienda desde 1918, postula un Estado tradicional totalitario y católico; afirma que es legítima el ansia de lucro; un capitalismo dentro de unos límites razonables que lo hagan compatible con el cristianismo; promueve el deber de limosna de los ricos e indica que los procesos de concentración capitalista no son tan inconvenientes como parecen.
Con la dictadura de Primo de Rivera, acceden a ministros por primera vez antiguos alumnos de Deusto. Ellos consiguieron que recibiera la denominación oficial de Universidad. Pero en 1932, ya en la II República, hay un cambio radical: se decreta la disolución de la Compañía de Jesús. Deusto cierra sus puertas, que sólo se volverían a abrir en 1940, tras la Guerra. Y las posturas políticas se polarizan. En esta época fue decisiva la identificación de la Iglesia con la derecha, a la que colaboró Herrera Oria cuando constituyó Acción Popular, núcleo de movilización política que agrupó a católicos de derechas alrededor de la CEDA. En 1933 Herrera Oria fue nombrado director de Acción Católica lo que contribuyó a afianzar la imagen de una Iglesia de derechas en esta convulsa época de la historia de España.
En la dictadura franquista volvieron los privilegios de Estado para la Compañía de Jesús, y ello dio lugar al desarrollo de la Universidad de Deusto, como centro de formación de elites políticas y económicas. De Deusto surgieron técnicos en economía y en política, que intentaron hacer frente al aislamiento internacional de España en los años 50 y 60. Poco a poco fueron haciéndose hueco antiguos alumnos en los centros de poder, de manera que a principios de los años sesenta había cinco ministros procedentes de Deusto, y en áreas básicas para el régimen: Movimiento, Justicia, Vivienda, Relaciones Exteriores, Economía y Hacienda.
Tras la muerte de Franco, antiguos alumnos de Deusto se sitúan en puestos de responsabilidad tanto en política (en todas las administraciones) como en economía. En concreto, la presencia en la banca es apabullante. La actual configuración de la banca en España es obra de antiguos alumnos de Deusto.
España, hoy novena economía mundial, ha pasado en la segunda mitad del siglo XX de ser un país de hambrientos a ser una sociedad del bienestar. Y en este contexto, hoy como en sus orígenes, la Universidad de Deusto defiende los intereses del poder. Al principio fue la burguesía económica, después el poder político (sobre todo durante el franquismo), hoy se defienden los intereses del capitalismo, hasta el punto que la Universidad de Deusto, histórica institución universitaria, basa todo el concepto de excelencia y de calidad educativas en las relaciones con las grandes empresas, especialmente la banca. Multinacionales y banca que provocan hambre y miseria en el mundo, y que sólo buscan el beneficio empresarial, a costa de lo que sea. En Deusto estas corporaciones encuentran justificación: allí se maquillan sus verdaderas pretensiones con ética empresarial, acción social y pastoral, áreas que aparecen como importantes en el ideario de Deusto, pero que la realidad las sitúa muy por detrás de los verdaderos propósitos de la enseñanza deustense: formar técnicos al servicio del neoliberalismo económico más crudo.
Ojalá las universidades de la Compañía de Jesús, con la de Deusto a la cabeza lucharan por lo que en teoría sería un planteamiento de justicia, y que ha formulado Ignacio Ellacuría, SJ, ex-rector de la Universidad Centroamericana de El Salvador: La Universidad debe encarnarse entre los pobres intelectualmente para ser ciencia de los que no tienen voz, el respaldo intelectual de los que en su realidad misma tiene la verdad y la razón… pero no cuentan con las razones académicas que justifiquen y legitimen su verdad y su razón. La universidad al servicio de los empobrecidos y no del poder sería posible sólo con un cambio radical en el que la dependencia de las multinacionales desapareciera y la ciencia, toda ella, estuviera realmente al servicio de los últimos de la tierra. Hoy las universidades ¿católicas? están en el extremo contrario a esta pretensión, y legitiman y hacen perdurar la explotación sistemática a los cada vez más empobrecidos de nuestra tierra. ¿Hasta cuándo?.