Bush o Kerry, Kerry o Bush, parece ser la trascendente decisión que deben tomar próximamente los norteamericanos y que decidida el rumbo que tomará, no solo su país, si no también el mundo entero. Sobredosis de patriotismo americano, debates, mítines, propaganda y 1,5 mil millones de dólares que se van a gastar en esta campaña. Todo con tal de conseguir el «decisivo» voto del americano medio. Pero es todo mentira, es la gran farsa. Por que en realidad ni Bush ni Kerry van a representar a los ciudadanos norteamericanos, sino a sus poderes económicos que los financian.
Bush o Kerry, Kerry o Bush, parece ser la trascendente decisión que deben tomar próximamente los norteamericanos y que decidida el rumbo que tomará, no solo su país, si no también el mundo entero. Sobredosis de patriotismo americano, debates, mítines, propaganda y 1,5 mil millones de dólares que se van a gastar en esta campaña. Todo con tal de conseguir el «decisivo» voto del americano medio. Pero es todo mentira, es la gran farsa. Por que en realidad ni Bush ni Kerry van a representar a los ciudadanos norteamericanos, sino a sus poderes económicos que los financian.
El debate político en la lucha electoral presidencial se polariza cada vez más, pero detrás del escenario los equipos de campaña del presidente George W. Bush y su contrincante demócrata John Kerry reciben financiamiento de las mismas empresas de servicios financieros, las cuales aparentemente creen que cualquiera de los dos candidatos beneficiará sus intereses.
Según una investigación del Centro por la Integridad Pública (Center for Public Integrity, o CPI) hay cuatro empresas que se colocan en la lista de los 10 donantes principales de ambos candidatos: Goldman Sachs, Citigroup, UBS Ag Inc. y Morgan Stanley Dean Witter.
Asi que, a pesar de que Bush y Kerry son las dos caras de la misma moneda, necesitan de un maquillaje democratico, de una elecciones que legitimen lo inmoral de lo que venimos a llamar nuestra «democracia representativa». Lo increíble es que todavía hoy sigamos covencidos de la representabilidad de nuestros políticos. Poniendo como ejemplo las pasadas elecciones americanas, pensemos a quien realmente represento Bush estos últimos años de su gobierno:
De toda la población estadounidense el 30% son menores de edad o emigrantes que no tienen derecho a voto, por tanto solo el 70% puede ejercer su voto, de los cuales el 40% prefiere quedarse en casa o abstenerse. Así que solo el 42% de la población estadounidense ejerce el democrático derecho a voto. A Grosso modo y sin tener el cuenta que no todos los votos de todos los estados tienen el mismo valor y sin entrar el polemico y mas que probables fraudel electoral (16000 afroamericanoss no pudieron votar), podemos decir que la mitad de ese 42% voto a Al Gore y la otra mitad al actual presidente del gobierno; así que el 21% de la población voto a Bush. Según una encuesta publicada por el NY Times un año después de la guerra de Irak, el 60% de los estadounidenses que habían votado a Bush en las pasadas elecciones ya no se mostraba conforme con su gestión. Es decir, que este sistema de democracia representativa hace que se legitimice que un determinado poder político controle un país que tiene influencia en todo el mundo, porque representa únicamente el 12,6% de su población.
Ricardo Mella decía, a proposito de la democracia representativa que «la ley de la mayorías no es la aritmética de la razón, ni siquiera la aritmética de las probabilidades de la razón, si no que es la aritmética de los borregos» y creo que hoy está más vigente que nunca. Esta falsa democracia es un robo a nuestro protagonismo político, es un ataque a que nos hagamos responsables del camino que esta tomando la humanidad. Ante la corrupción de los gobiernos, los partidos políticos y los sindicatos es mas importante que nunca plantear la autogestión y el asociacionismo que durante el movimiento obrero hizo templar al capitalismo.
Pero la autogestión no es que cada uno se busque la vida y se autogobierne. La Autogestión nunca fue individualista, si no que implica solidaridad y compromiso. Y no es cierto eso que se dice mucho ahora en los ámbitos progres que «mi libertad acaba donde empieza la del otro», la historia nos ha enseñado que «mi libertad empieza donde empieza la de otro». Mientras el 80% de la humanidad viva en la extrema pobreza por culpa de la opresión de imperialismo yanqui-europeo, nadie será libre.
Juan Sabín