El Gasto Militar en España, según los presupuestos del Estado, pasaría de 5.734 millones de euros de 2016 a 7.558 millones en 2017. Es decir 1.824 millones más, o sea un aumento del 31 ‘8 %. Casi un tercio
Pero esas no son las cifras reales, ya que la desagregación de partidas en otros ministerios y los gastos camuflados en distintos departamentos, como la industria militar, la Investigación y Desarrollo (l+D) de armamento, las operaciones militares en el exterior, los gastos en organismos multilaterales como la OTAN, que dependen del Ministerio de Exteriores, son partidas que finalmente ascienden a 17.465 millones de euros. A eso hay que añadir los compromisos de pago de los Programas Especiales de Armamento (PEA) que el Ministerio de Defensa adquirió en 1996. Todos estos gastos son muy superiores a lo declarado tal y como señalan las organizaciones pacifistas y el Centro Delás de Estudios para la Paz. Parafraseando el tópico del Gobierno, «gastamos en la industria de la guerra por encima de nuestras posibilidades».
Seguimos en la senda de que es más rentable invertir en matar hambrientos que en erradicar la pobreza y el hambre. Pero también existe una responsabilidad de la ciudadanía que hace posible con su silencio -y sus votos- que estas formas de ejercer el poder ocurran.
ESPAÑA ES UNO DE LOS PRIMEROS FABRICANTES DE ARMAS
Según el SIPRI (Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz) en 2015 España ocupó la séptima posición en el ranking mundial de países exportadores de armas, por detrás de Estados Unidos, Rusia, Alemania, Francia, China y Reino Unido. El 24,5% de las exportaciones tuvieron como destino Oriente Medio, zona de especial inestabilidad y de grupos insurgentes en ambas líneas del conflicto: Arabia Saudí, Ornan, Egipto, Irak… Muchas de estas armas llegan a manos de ISIS (Estado Islámico) o a la guerra silenciada de Yemen. Las exportaciones de 2015 fueron un 16% superiores a las del 2014, pero un 391% superiores a las exportaciones de 2006. Estos son los años más cruciales de la crisis, cuando se reducían los recursos destinados a la protección social, la sanidad, educación, en medio del aumento de la pobreza infantil y la desigualdad.
CARACTERÍSTICAS DE LA GUERRA IMPERIALISTA ACTUAL
Es una guerra de recolonización, se hace para el control de los recursos naturales y por tanto es planetaria en términos espaciales. Combina todas las formas de guerra anteriores: intervención de empresas y ejércitos mercenarios (blackwater), fusión del «complejo-militar-industrial», declaración de «zonas de hostilidad activa» para evitar informar a las instituciones internacionales, operaciones encubiertas bajo Ayuda Humanitaria, guerra psicológica de propaganda dirigida especialmente a las poblaciones de los países desarrollados, «creación del miedo al otro»: si no actuamos pronto «nuestras hijas llevaran el burka», «nuestras libertades y democracias serán afectados». Se ha producido una cesión de la soberanía de los Parlamentos Nacionales hacia las entidades privadas y mandos en la sombra. Al mismo tiempo que se recortan las libertades, «por razón de Estado». Estamos asistiendo a una escalada de bombardeos y ataques militares. Léase: el lanzamiento de misiles sobre Siria, el lanzamiento GBU-43-B, la que se ha dado en llamar «la madre de todas las bombas», la utilización de armas químicas contra la ciudad de Jan Sheijun… Todas ellas generan miles de muertes de inocentes, más odio y más terror, sin que, finalmente, el Consejo de Seguridad sea capaz de identificar los responsables. En este contexto resulta provocador el apoyo institucional a la celebración de la Feria de Armas en el IFEMA (Madrid) donde se dan cita todo el entramado de la economía de la guerra.
LA ADOPCIÓN DE MEDIDAS A ESCALA INTERNACIONAL
En el inicio de 2016 la Asamblea general de las Naciones Unidas adoptó un plan de acción para prevenir el extremismo violento y asegurar el respeto a los derechos humanos que contempla de manera genérica medidas basadas en siete ejes.
LA SOLIDARIDAD COMO EXPRESIÓN DE HUMANIDAD
La seguridad debe ser entendida de una manera más integral, bajo el paradigma de la seguridad humana que incluye protección social, seguridad ambiental, económica, el acceso a la educación, la sanidad, a un hogar digno… y no únicamente desde la perspectiva del Estado que la sitúa en el ámbito militar. Al mismo tiempo fomentar nuestra capacidad de acogida y el cumplimiento de los acuerdos internacionales.
Seguimos en la senda de que es más rentable invertir en matar hambrientos que en erradicar la pobreza y el hambre. Pero también existe una responsabilidad de la ciudadanía que hace posible con su silencio -y sus votos- que estas formas de ejercer el poder ocurran.
Responder con violencia a la violencia -tal y como señala el Papa Francisco en su tradicional mensaje de Paz- «lleva, en el mejor de los casos, a la emigración forzada y a un enorme sufrimiento, ya que las grandes cantidades de recursos que se destinan a fines militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos, de la gran mayoría de los habitantes del mundo…» La construcción de la paz mediante la no violencia activa es un elemento necesario y coherente.
Debemos trabajar en acciones centradas en la prevención, educación y abordar las causas profundas que contribuyan a los procesos de paz. Y que la «Marca España» este vertebrada por la hospitalidad y la fraternidad entre los pueblos.
Autor: Andrés Aganzo