Arzobispo de Tanger: hay que evitar que se robe a estos países

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«África está siendo legalmente expoliada», por eso sus habitantes «no van a dejar de venir», afirma Santiago Agrelo, al frente de la diócesis de Tánger, que denuncia la situación de los inmigrantes empobrecidos y las causas.

Un grupo de mujeres marroquíes, algunas acompañadas de sus bebés, hacen cola en el rellano de la delegación de Cáritas de la iglesia de los Franciscanos de Tánger, en el norte de Marruecos. Nadie aquí pregunta el credo del necesitado. El murmullo en voz baja es la antesala al despacho del Arzobispo, en la primera planta de un claustro iluminado hasta en los días más grises.

Ahí rumia su indignación Monseñor Santiago Agrelo, que en junio hará 72 años y que dentro de tres deberá retirarse, casi con seguridad, a su Galicia natal. Indignación con las autoridades españolas, europeas y del mundo.

«No es aceptable que unos tengamos una montaña de derechos y otros no tengan nada». Se refiere a los emigrantes africanos que tratan de cruzar a España desde el norte de Marruecos y con los que brega a diario.

La Iglesia acepta que estar en un país árabe como el reino alauí implica no evangelizar, pero nada parece impedirle a Agrelo elevar su voz en el terreno social y reclamar «justicia en las relaciones entre los países». «Yo no soy político, no sé cómo hacerlo, pero hay que evitar que se robe a estos países» porque «África es un continente legalmente expoliado y encima impedimos a sus habitantes buscarse una nueva forma de ganarse el pan, lo que significa violar su derecho más fundamental».

El hábito marrón y el cíngulo blanco que luce nos recuerdan que el que habla es un franciscano y, además, arzobispo. Los emigrantes «no van a dejar de venir aunque hayan visto a sus compañeros muertos. Esto Europa lo tiene que entender», dice recordando el suceso en el que una quincena de subsaharianos perdieron la vida el pasado 6 de febrero tratando de llegar a Ceuta.

Pero el pronóstico es oscuro. «No hay ni un indicio de cambio en las políticas de fronteras y en los protocolos de actuación en España si no es para hacer más dificultosa la entrada de los subsaharianos. El futuro nos deparará más sufrimiento y muertes», señala tajante Monseñor Agrelo.

El arzobispo se halla al frente también de una Delegación de Migraciones que trabaja en el norte de Marruecos y que estos días ha logrado que las autoridades españolas acepten recibir a un subsahariano que ha quedado tetrapléjico tras una caída durante una redada policial en el monte Gurugú, donde esperaba para saltar la valla de Melilla.

La comunidad subsahariana es precisamente mayoría en la misa dominical de Agrelo. «Algunos se quedan a rezar después delante del Santísimo. Tienen una fe enorme. Yo no puedo garantizar que no me vayan a engañar o mentir, pero es lo que hacen para sobrevivir y eso los hace más admirables». «Es gente que viene a trabajar, no viene a cometer crímenes». Frente a los que afirman que es imposible abrirles la puerta a todos, el arzobispo tiene claro que no se les deja llegar «ni con sus pasaportes porque no tienen dinero. A los ricos sí se les abre la puerta. Y eso es discriminatorio».

Santiago Agrelo consulta cada día su perfil de la red social Facebook, en la que es activo e incisivo. Lo que piensa queda reflejado ahí y en la página web de la diócesis que encabeza desde 2007. «Yo lo escribo todo» pero «los políticos no me hacen caso», dice con una sonrisa.

«Estoy muy asombrado de que (los emigrantes) no sean violentos. Y eso que he temido muchas veces que ante la violencia que sufren reaccionen. Siempre se lo digo que no recurran a ella, pero temo que algún día pase algo a alguien del otro lado y entonces se líe para siempre», zanja.

Autor: Luis de Vega