El asesinato de la misionera es el undécimo que tiene lugar en los últimos doce meses en esta área de Brasil, según informa «Radio Vaticano». . La fallecida era miembro de la Comisión Pastoral de la Tierra, una institución del episcopado que defiende la causa de los trabajadores rurales.
Brasil está conmocionado por el asesinato a sangre fría de la religiosa católica estadounidense Dorothy Stang, de 73 años, que el sábado recibió tres tiros en la cabeza en el municipio de Anapa, en el Estado de Pará. La fallecida era miembro de la Comisión Pastoral de la Tierra, una institución del episcopado que defiende la causa de los trabajadores rurales.
La religiosa llevaba 20 años ejerciendo su apostolado en Anapu, en el estado brasileño de Pará. Oponiéndose a la invasión de tierras de los grileros -buscadores de diamantes-, a quienes denunciaba con gran valentía. Fue asesinada al salir de casa.
Trabajaba desde hace dos décadas en el sur de la Amazonia, luchando contra la mafia latifundista y maderera. Había sido amenazada de muerte decenas de veces, pero ella siempre se negó a aceptar seguridad personal. A sus 74 años, Sang se había convertido en el gran icono de la causa campesina y en la defensora pública número uno de movimientos como el MST.
Dorothy estaba visitando a sesenta familias de campesinos instaladas en un área reivindicada por los empresarios Luís Angaratti y Regivaldo Pereira Galvão, conocidos caciques locales. Hace sólo una semana Dorothy había entregado en mano un informe demoledor a Nilmário Miranda, ministro de Derechos Humanos del Gobierno Lula, en el que denunciaba las amenazas y presiones de los hacenderos ymadereros locales.También había criticado con tesón las constantes apropiaciones indebidas de los terratenientes, realizadas con títulos de tierra falsos (terras griladas).
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó que el crimen no va a quedar impune y pidió al ministro de Justicia, Thomas Bastos, que sea la policía federal la que se encargue de las investigaciones. El mandatario envió al lugar del crimen a la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, y al secretario de Derechos Humano, el ministro Nilmario Miranda. Éste ya ha informado de que se conocen los nombres de los dos pistoleros que acabaron con la vida de la religiosa y del probable inductor del crimen, que sería uno de los hacenderos interesados en la ocupación ilegal de las tierras.
El episcopado de Brasil, empeñado históricamente en la defensa de las causas sociales, criticó con dureza el asesinato de la hermana Dorothy. Recordando «que es la primera vez, durante el Gobierno de Lula, que se asesina a un miembro de la Comisión Pastoral de la Tierra», los obispos afirman que se sienten «sorprendidos, chocados e impotentes ante tanta brutalidad». Y añaden, en una nota oficial: «Si la vida de una religiosa anciana e indefensa es arrancada de esta forma, ¿cómo serán tratados los trabajadores y trabajadoras del campo?». La nota concluye que la religiosa es «un mártir más de los que mueren injustamente en la defensa de los trabajadores más desposeídos y pobres».
Dorothy Stang, que era ciudadana de honor de la localidad en la que trabajaba y que había recibido, por su trabajo social, el premio de la Asociación de Abogados de Brasil, acababa de denunciar que cuatro trabajadores del campo habían sido amenazados de muerte y que ella misma había recibido varias veces amenazas de muerte.
El Estado de Pará está considerado el más violento del país en invasiones ilegales de tierras por parte de empresas sin escrúpulos y es el Estado que cuenta con más asesinatos en la lucha por las tierras. Entre 1985 y 2001, el 40% de las 1.237 muertes violentas de trabajadores rurales en Brasil acontecieron en dicho Estado.
En opinión de Miranda, el ministro de los Derechos Humanos, la religiosa estadounidense, vista por la comunidad como una enamorada de Brasil y una gran animadora social, «era un mito, una persona considerada símbolo en la lucha por los derechos humanos en Pará. Una mujer y religiosa valiente, sin miedo».