Así están comprando los ricos a los intelectuales. Y con gran éxito

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Un ensayo ha generado notable polémica al identificar una nueva clase de pensadores que triunfan porque le dicen al poder lo que quiere oír. Eso sí, sin que lo parezca.

Permítanme que les recomiende un libro. Se titula ‘The Ideas Industry’ y su autor es Daniel Drezner, profesor de Política internacional de la Fletcher School of Law y columnista de The Washington Post, ha sido capaz de identificar una de las tendencias más presentes en el mundo del pensamiento y traducirla a palabras que todos podemos entender: los ricos están financiando una nueva clase de intelectual.

Esta reinvención del mundo del pensamiento también conlleva la reformulación de sus títulos. Ya no se habla de intelectual, que es algo desprestigiado, ese tipo de gente aburrida que nunca dice nada pragmático, sino de una denominación más atractiva: según Drezner, esta es la época del ‘líder de pensamiento’.

Otro mundo es posible

Las ideas, si quieren difundirse, deben ser sencillas, llevar un rótulo llamativo y no entrar en demasiadas profundidades

En este nuevo contexto, los análisis quedan en segundo plano, y el escepticismo y la crítica que eran propios de los intelectuales son relegados; lo esencial ahora es exponer una idea que pueda cambiar el mundo. Drezner cita a Sheryl Sandberg o a Thomas Friedman como parte de este elenco de celebridades que entretienen a los ricos y les hacen confiar en las enormes posibilidades de nuestro tiempo. “Otro mundo es posible”, ese viejo lema izquierdista que se popularizó tras las manifestaciones antiglobalización de Seattle, se ha convertido en un emblema del poder actual, cuya prioridad es transformar lo existente. Lo crucial es reformar, mejorar, cambiar e innovar y para eso les hacen falta figuras públicas que den pistas sobre lo que nos espera en ese universo radicalmente alterado. The Financial Times incluye en esta lista a personajes como el historiador británico Niall Ferguson, que se dio cuenta de que escribir libros para especialistas era poco práctico: el dinero estaba en el liderazgo, de modo que se fabricó una marca personal que le permite cobrar 75.000 € por una conferencia de una hora.

Las charlas TED o el Aspen Ideas Festival les sirven para presentar sus ideas a los plutócratas, y estos presionan a los gobiernos para que las adopten

Este circuito es el más rentable, y por tanto al que aspiran muchas figuras públicas. Un intelectual conservador, por ejemplo, puede ser becario en la Heritage Foundation, conseguir una beca en la Fundación Koch, publicar un libro en Regnery Publishing y acabar en la cadena televisiva Fox News. Con los progresistas ocurre igual, añade Drezner, y esto les abre las puertas a metas mayores. Las charlas TED, el South by Southwest o el Aspen Ideas Festival les sirven para presentar sus ideas a los plutócratas que, gracias a su influencia en los decisores públicos, presionarán para que las adopten. Desde su difusión a través de grandes medios hasta la apertura del circuito de conferencias bien pagadas, estos líderes del pensamiento terminan por estar presentes en todas partes.

Sed de ideas nuevas

Pero vender ideas en ese circuito exige algunos esfuerzos. Las ideas, si quieren difundirse, deben ser sencillas, llevar un rótulo llamativo y no entrar en demasiadas profundidades. Deben poseer también algún matiz novedoso o paradójico, algo que facilite su retención y que las haga atractivas. Pero, sobre todo, han de ajustarse, como señala ‘The new republic’, a un núcleo discursivo del cual no pueden salirse: todas ellas coinciden en que nuestro mundo funciona razonablemente bien, que su orden es justo y que el reparto social de posiciones es el adecuado; y en segundo lugar, deben añadir alguna idea para que en el futuro todo vaya mucho mejor. Entre los ricos hay sed de propuestas nuevas que, en lugar de cuestionar lo existente, lo asienten y lo mejoren y, si es posible, lo lleven a su máxima potencia.

Nada de pensar, sentir; nada de analizar, imaginar; nada de escepticismo, optimismo. Los ‘líderes de pensamiento’ crean buen rollo y venden fantasías

En realidad, nuestro mundo está alimentándose de ideas peculiares, todas relacionadas con la creación de bienestar personal en sus diferentes versiones. Nada de pensar, sentir; nada de analizar, imaginar; nada de escepticismo, optimismo. Los líderes de pensamiento tienen que ver con el buen rollo: los hay que se quedan en el plano del “siéntete mejor a través del mindfulness”, o de la autorrealización, o del emprendimiento como forma de encontrar tus límites. Pero con los ricos hace falta un complemento más, el de alimentar esas fantasías que prometen llegar mucho más lejos que nunca. En cierta medida, la tarea de los consultores más prestigiosos está relacionada con esta tendencia, ya que venden enormes posibilidades futuras a las que revisten de innovación, que es lo que les permite que sus clientes confíen en ellos y paguen sus facturas. Pero el ‘líder de pensamiento’ tiene que ir más allá, y ha de aportar nuevas ideas y perspectivas que hagan creer que esas fantasías son posibles.

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Autor: Esteban Hernández