Asociación La Alameda

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Más de medio millón de personas en Argentina son víctimas de trata laboral y están reducidas a la servidumbre y al trabajo esclavo en talleres clandestinos, obras de construcción, ladrilleras y diversas tareas agrícolas.

Seiscientos mil niños son sometidos a trabajos forzosos en los campos y en las calles. Más de 40.000 mujeres y niños son víctimas de trata y servidumbre sexual en al menos ocho mil prostíbulos en el país. La trata y el trabajo esclavo son una alarmante y masiva violación de los derechos humanos que es tolerada, por acción u omisión, por diversas áreas del Estado.

Todos los días llegan engañados cientos de bolivianos para luego ser reducidos a la esclavitud. La organización La Alameda ha rescatado cientos de costureros de talleres clandestinos y ha denunciado a más de un centenar de marcas por trabajo esclavo; ha impulsado un polo textil de cooperativas y una cooperativa propia y organiza sindicalmente a los costureros de fábrica. Entre ellos no existen liberados, ni reciben subvenciones, porque quieren ser libres, declara uno de sus fundadores, Jaime Vera. Se definen como militantes que viven de su trabajo, algo digno de reconocimiento en el panorama burocratizado del sindicalismo actual.

Por su parte, el MTE (Movimiento de los Trabajadores Excluidos) ha logrado la formalización de más de dos mil cartoneros de la capital, lo que llevó a sacar a los menores del cartoneo, y ha combatido la más aguda exclusión a la que son sometidos los desposeídos.

Entre ambas organizaciones se ha promovido una lucha conjunta contra la esclavitud infantil en el campo y contra las mega-redes de trata y proxenetismo en diversos puntos del país, impulsando numerosas causas penales.

El pasado miércoles 10 de marzo de 2011, el Ministerio de Seguridad Nacional de Argentina recibió por parte de la Fundación Alameda un informe lapidario donde se denunciaba la existencia de tres mil talleres esclavos, algunos de los cuales producen los uniformes de las fuerzas de seguridad; la existencia de un millar de prostíbulos en la Ciudad de Buenos Aires y la denuncia de 23 empresas por explotación infantil con trabajo esclavo en el campo. Asimismo, La Alameda, apoyó a la mu­jer policía, Nancy Miño, en la denuncia contra sus superiores por corrupción en la División de Trata de la Policía Federal.

UNA COOPERATIVA MILITANTE

La asociación La Alameda surgió como asamblea popular en el año 2001 y se convirtió en un centro comunitario que denuncia la servidumbre en talleres textiles, la explotación infantil en zonas rurales y la trata de mujeres en los prostíbulos porteños.

Todo comenzó mientras resonaba fuerte el sonido de las cacerolas en diciembre del 2001. Como tantos otros, un grupo de vecinos se comenzó a reunir en Parque Avellaneda. Dieron sus primeros pasos como asamblea barrial y terminaron poniendo en jaque a importantes empresas que utilizan mano de obra esclava. Una olla popular fue el primer fuego que encendieron. Recuperaron una antigua pizzería abandonada, llamada La Alameda, ubicada frente a la esquina donde se juntaban. De ahí tomaron el nombre. Luego de resistir desalojos, transformaron el edificio derruido en un centro comunitario.

Empezaron a asociarse con familias bolivianas que acudían desesperadas con una historia recurrente: habían caído bajo las garras de talleres textiles clandestinos que producen para grandes marcas, con jornadas de hasta 20 horas diarias, en muchos casos sin poder salir nunca y durmiendo hacinados en el mismo lugar. Los asambleístas comenzaron con una tarea de denuncia y organización, además de con un comedor comunitario, talleres educativos y una biblioteca. Se propusieron acabar con el trabajo esclavo del que se aprovechan algunas empresas, al tiempo que armaban la Coopera­tiva de Trabajo 20 de Diciembre para hacer su propia producción.

El 30 de marzo de 2006 se incendió un taller clandestino. Murieron calcinados dos costureros y cuatro niños. Vivían hacinados 40 adultos y 25 chicos.

Fue a través de esta noticia cuando los talleres clandestinos empezaron a cobrar relevancia. Éste no era un caso aislado: el trabajo esclavo existía en la Argentina.

En tiempos donde las asambleas barriales ya estaban «pasadas de moda», los integrantes de la Asamblea decidieron poner en marcha un proyecto de trabajo digno para todos aquellos que lo necesitaran. Es así que desde 2004 tienen su propio taller textil donde confeccionan prendas para comercializar, y cuyos empleados en muchos casos son obreros que llegan de un taller clandestino -de situaciones de trata- en busca de ayuda. Su lema: «UN MUNDO SIN ESCLAVOS». Tienen como norma fundamental no trabajar más de ocho horas diarias y que todos ganen lo mismo, es decir, el valor/hora es el mismo para todos.

Sus organizadores constituyeron la Unión de Trabajadores Costureros, dedicándose a investigar talleres clandestinos, partiendo de las denuncias que les llegaban, y a recolectar las pruebas para llevar los casos ante la justicia (tienen un cuerpo de abogados dedicados a llevar los casos).

Han denunciado a más de 80 empresas por trabajo esclavo; la mayoría de ellas, y eso es más indignante aún, son primeras marcas que venden sus prendas a altísimos precios en los principales centros comerciales del país. La Fundación Alameda junto a la Defensoría del Pueblo ha realizado investigaciones sistemáticas que derivaron en denuncias penales ante Juzgados Federales de marcas como Puma, Adidas, Soho, Cheeky, Bensimon, Le Coq Sportiff , entre otras.

Los últimos pasos de Mundo Alameda, fueron afianzar en el mercado su línea propia («Mundo Alameda») y producir la marca internacional «No Chains» (Sin Cadenas). Se trata de un proyecto realizado en conjunto con una cooperativa de Tailandia y que tiene puntos de venta en España, en Alemania, en Italia y en Asia.

En el segundo piso de la sede de La Alameda una docena de personas trabaja, mientras escuchan música boliviana. «Estamos haciendo camisetas para un encargo, pero también tenemos nuestra marca, Mundo Alameda», cuenta orgullosa Mónica Frías, de 40 años, que sufrió en carne propia la explotación más extrema. «Durante medio año trabajamos gratis para pagarle lo que había puesto para que viniéramos de Bolivia. Sacábamos 500 pesos por mes. Nos tenían bajo llave, encerrados. A mis niños no los dejaban ni salir al patio, ni llevarlos al médico, hasta que el patrón nos rajó porque protestábamos y se quedó con nuestros documentos».

ESPERANZA, DENUNCIA Y COMPROMISO, PARA UNA SOCIEDAD SIN ESCLAVOS, NI EXCLUIDOS.

La Alameda se ha transformado en una suerte de fiscalía del pueblo, comentan sus militantes. Establecieron una fuerte alianza con el Movimiento de Trabajadores Excluidos, la organización de cartoneros. «Cuando en marzo de 2006 se incendió un taller clandestino en Caballito y murieron seis personas, muchos empezaron a ver que teníamos razón».

«En un origen, nos concentramos en el rubro textil, pero nos dimos cuenta de que hay mecanismos similares que se usan en la trata de personas para la explotación sexual. Existe connivencia entre los proxenetas y la policía», afirma Néstor Escudero, militante de La Alameda, quien detalla que se organizaron con madres que buscaban rescatar a sus hijas, en muchos casos menores, de las redes de trata.

«Combinamos herramientas jurídicas, gremiales y periodísticas para darles más sustento a nuestras denuncias. Hemos sufrido varios ataques por parte de los dueños de los talleres clandestinos. En una oportunidad aprovecharon que estábamos manifestándonos en contra de las whiskerías donde hay menores y quisieron quemar el centro comunitario, mien­tras los policías de la comisaría 40, a los que denunciamos por cohecho, liberaban la zona».Sin embargo, los ataques no los paralizan: «Al miedo le oponemos la participación. La queja debe ser activa. No es exagerado hablar de esclavitud: reducen a la gente a la servidumbre con formas de otra época y eso es una fuente de ingresos para muchos capitalistas», afirma Escudero.

La Alameda abrió un nuevo frente: la explotación infantil en el campo. «El año pasado un grupo de vecinos nos trajeron información sobre la explotación que sufren niños en las granjas avícolas, como en una que se llama Nuestra Huella, donde los chicos trabajaban sin ninguna protección, pisando descalzos el guano, sufriendo enfermedades porque preparaban los venenos, con cuadros alérgicos graves. Tomamos el caso y lo hicimos público».

Una situación similar, agrega Escudero, se produce en fincas que producen fruta en la provincia de Buenos Aires.

El camino que tienen por delante en La Alameda no es sencillo. Eligieron comenzar por el eslabón más débil, el de los más explotados, los trabajadores esclavizados. A casi doscientos años de que La Asamblea de 1813 aboliera la esclavitud, la tarea que les espera es titánica. El mismo Estado argentino admite que el 40% de los asalariados no están regularizados y no parece haber en ninguna de las fuerzas políticas con posibilidades de gobernar un proyecto serio para revertir la situación. Prometen seguir con las denuncias y con su trabajo comunitario, en oposición a la voracidad de quienes quieren enriquecerse a costa de la sangre, sudor y lágrimas de sus empleados.

EL CARDENAL BERGOGLIO LLAMÓ A LUCHAR CONTRA LA ESCLAVITUD

Bajo la consigna, «trabajemos por una patria sin esclavos, ni excluidos» en el hall central de la terminal ferroviaria de Constitución y con nutrida concurrencia de los costureros de la Fundación Alameda y los cartoneros del MTE, el Cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, llamó una vez más a luchar contra la trata de personas, el trabajo esclavo y la exclusión en la Argentina. Por tercer año consecutivo el cardenal presidió una misa junto a los costureros de La Alameda y los cartoneros del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE).

«Nos quieren quitar la fuerza, nos quieren robar la dignidad, por eso si nos juntamos, habrá menos esclavos. Vale la pena gritar, vale la pena luchar para que no haya mas esclavitud», aseguró en la misa donde asistieron mujeres rescatadas de redes de prostitución, víctimas de la explotación laboral, cartoneros y costureras salidas de talleres clandestinos.