ASOCIACIONES MUSULMANAS de ESPAÑA REIVINDICAN la POLIGAMIA APROVECHANDO el MATRIMONIO GAY

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La Federación de Entidades Islámicas, además de la legalización de esta práctica arraigada a su cultura, apoya la ley que permite casarse a dos personas del mismo sexo, mientras en Arabia Saudí, como en otros países árabes, se sigue persiguiendo a ciudadanos por homosexualidad

Mª Victoria Giménez
ForumLibertas
Publicado el 19-01-2005

La Federación de Entidades Islámicas, además de la legalización de esta práctica arraigada a su cultura, apoya la ley que permite casarse a dos personas del mismo sexo, mientras en Arabia Saudí, como en otros países árabes, se sigue persiguiendo a ciudadanos por homosexualidad

El presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, Mansur Escudero, pidió este martes al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que regule la «opción matrimonial» de la poligamia, legalizada y aceptada en países donde el Islam es la religión mayoritaria. En la misma línea, el máximo responsable del organismo, interlocutor del Estado en el desarrollo de los acuerdos religiosos, se mostró a favor del proyecto de reforma del Código Civil para permitir que dos personas del mismo sexo se casen, una iniciativa enviada por el Gobierno a las Cortes tras su aprobación el pasado 30 de diciembre en Consejo de Ministros. Mientras tanto, en varios países árabes, sigue persiguiéndose a ciudadanos por homosexualidad. Por ejemplo, en 2002, fueron condenadas en Arabia Saudita 44, entre las cuales 2 ejecutadas, por mantener relaciones con personas del mismo sexo, según datos de Amnistía Internacional.

Escudero aseguró que esta cuestión ya fue abordada en 1992, cuando el Ministerio de Justicia y las comunidades islámicas negociaron el acuerdo de cooperación entre esta confesión y el Estado español. «En el apartado del matrimonio, pedimos que se regulase la poligamia», destacó. Según el presidente de la Federación de Entidades Islámicas, el entonces ministro de Justicia, el socialista Tomás de la Quadra Salcedo, respondió a la representación musulmana que la poligamia sería regulada «cuando hubiera un clamor social y situaciones de hecho y cuando la sociedad estuviera preparada para asumirla». En relación también con esta idea, recordó que la figura del matrimonio homosexual, presente actualmente en la opinión pública como tema de debate, «es una figura sin precedentes en el ordenamiento jurídico español», lo mismo que sucede con la poligamia. También comentó que la unión entre más de dos es «muy minoritaria en España», aunque «ha mostrado su viabilidad en los países islámicos» y «cumple su función a pesar de ser excepcional».

Todos los argumentos que se dan ahora para defender que puedan casarse dos personas del mismo sexo son igualmente aplicables a la poligamia; por ejemplo: sexo no violento y consentido o libremente aceptado, que los implicados sean adultos y que exista un grado de compromiso, entre otros. Eso sí, la unión de un hombre con más de una mujer tiene dos elementos que no se dan en las de dos personas del mismo sexo: que está igualmente abierta a la vida (como la de un hombre con una mujer) y que es aceptado, practicado y legislado en decenas de sociedades desde hace milenios (algo que no sucede con el matrimonio gay, regulado recientemente sólo en Bélgica y Holanda).

En todas las legislaciones del mundo, existen condiciones para el matrimonio. En el caso de los países de cultura monógama, entre ellos España, esos requisitos son: que los contrayentes sean de distinto sexo (heterosexualidad), que sean dos, que tengan una determinada edad mínima (criterio variable según el país) y que no existan determinados grados de consanguinidad entre los esposos (en el caso de España, que no sean hermanos ni padre e hija o madre e hijo). Esta realidad existe porque el matrimonio, entendido como el mecanismo civil regulador de las uniones de pareja, es la única institución capaz de generar descendencia y garantizarla. De hecho, dentro de las limitaciones, la menos biológica y al mismo tiempo la más cultural es la del matrimonio islámico, que es el polígamo pero permite también la procreación.

La poligamia, según explicó Mansur Escudero, está «muy regulada» en el Corán, donde se establecen una serie de condiciones para que un varón pueda contraer matrimonio con más de una mujer a la vez: que la primera lo acepte y que el marido sea ecuánime y justo, «al menos externamente y con un reflejo en el aspecto económico».

Derechos civiles en un tema que no es nuevo

Estamos, por tanto, ante el planteamiento público de la poligamia como la siguiente batalla de los derechos civiles en España. En el informe aprobado este mismo martes por el Consejo General del Poder Judicial sobre el proyecto de reforma del Código Civil, ya se avisa sobre la posibilidad de que esta medida gubernamental abra la puerta a la poligamia y otras formas de convivencia.

La cuestión, en realidad, no es nueva. El escritor Eduardo Mendicutti, colaborador del diario EL MUNDO y homosexual declarado, afirmaba en un número de la revista ZERO del año pasado (63 – 2004) que «cada vez hay más bisexuales que se plantean su vida sin concesiones», y se pregunta: «¿No va siendo hora de que todos los bisexuales salgan del armario y reivindiquen, con energía y orgullo, sus derechos?». Partiendo de esta idea, asegura que «los bisexuales deberían tener derecho a casarse dos veces, con su novio y con su novia», así como «a tener hijos biológicos e hijos adoptados».

Por otro lado, ya en octubre del año 2000, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas exigió a Gabón prohibir la práctica de la poligamia al entender que beneficiaba significativamente a los hombres y desconsideraba a las mujeres. Para la ONU, estas uniones son incompatibles con el Convenio de Derechos Civiles y Políticos. Una delegación oficial gabonesa, por su parte, se defendió aclarando que el Gobierno había limitado a 4 el número de esposas y aclaró que, en este país africano, las mujeres ocupan bastantes puestos de responsabilidad, tanto en el sector público como en el privado; por ejemplo, la misma presidencia del Tribunal Constitucional.