D. Luis Argüello, obispo auxiliar de Valladolid, nos señaló en el Encuentro de Militantes del Aula Malagón-Rovirosa del Movimiento Cultural Cristiano, que la pandemia nos está enseñando diversas cosas en medio del sufrimiento de tantos; en primer lugar ser humildes, descubrir su paso (el del Señor), descubrir los signos de los tiempos…
Aunque celebramos la Pascua del Señor, vivimos la historia como peregrinos, esperando su Reino, su próxima venida, recibiendo la llamada que el Señor nos hace en esta hora, en un juicio que nos hace a través de los más pobres.
Hemos de reflexionar desde una Iglesia que peregrina, que vive desde distintas realidades este acontecimiento de la pandemia. Especialmente desde los más empobrecidos, que son los que más sufren las consecuencias.
Dios pone fortaleza en nuestro corazón para hacer frente a los azotes que sufre el hombre de hoy; la Fe y la Esperanza encuentran su síntesis en la Caridad…
Estamos en un tiempo de discernimiento, que poniendo el tiempo Pascual en el centro de nuestra vida, la victoria sobre la muerte… La Esperanza.
Ante este contexto de muerte el Papa Francisco dijo el pasado Sábado Santo unas palabras de esperanza:
“Encontraron a Jesús, el autor de la esperanza, que confirmó el anuncio y les dijo: «No teman» (v. 10). No teman, no tengan miedo: He aquí el anuncio de la esperanza. Que es también para nosotros, hoy. Son las palabras que Dios nos repite en la noche que estamos atravesando”; y prosigue: “En esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios”.
Esta situación que vivimos nos ha hecho caer que somos frágiles: en la economía, en la salud, en la familia … Esta escuela de la fragilidad nos está convocando a lo más esencial de la vida cristiana: El Misterio Pascual. La vida como don. Que se comparte y ofrece como don. Vida y don, don y respuesta en libertad.
Surge también la pregunta sobre nuestra acogida del don de la vida, de la naturaleza… especialmente del cuidado de la naturaleza humana.
Vivir la Misericordia del Señor en medio de la miseria, vivir su Gracia en medio del «oleaje», es un momento singular, es una llamada a la conversión pastoral, a la conversión de nuestras formas y estructuras que están en medio del mundo. Oremos y trabajemos por ello.
Redacción Solidaridadnet