Actualmente, el retrato del niño a comienzos del siglo XXI en nuestra humanidad, es un niño esclavo; sin derechos sin libertades…
Actualmente, el retrato del niño a comienzos del siglo XXI en nuestra humanidad, es un niño esclavo; sin derechos sin libertades (la situación de los niños que viven en países enriquecidos es una excepcionalidad), niños a los que han convertido en pequeños esclavos que recogen latas en Mongolia a 20 grados bajo cero, niñas tailandesas que a las 3 y 4 de la madrugada venden chicles a los turistas extranjeros, niños que son utilizados para satisfacer el deseo sexual de muchos occidentales… en fin, todo un negocio que no interesa que desaparezca pues es la fuente de riqueza para los países enriquecidos y los gobiernos corruptos.
Todo esto es la señal de que vivimos en un momento histórico en el cual el hombre ha dejado de tener respeto hacia la vida, sobre todo la vida de los débiles, de los empobrecidos, la vida de los NIÑOS.
Vivimos en una cultura de muerte, carente de toda conciencia y moral, que antepone el lucro a la dignidad de la personas, que prioriza los deseos y apetencias personales, que presumiendo de derechos y no de responsabilidades utiliza a los demás para beneficio propio llegando incluso a asesinar «legalmene».
A Iqbal Masih, lo asesinaron el 16 de Abril de 1995 a la edad de 12 años. Lo mataron por denunciar la esclavitud a la que son sometidos hoy 400 millones de niños y que él padeció desde que fue vendido por unas cuantas rupias al dueño de una fábrica con poco más de cuatro años. Igual que Iqbal Masih han existido y existen personas que dan su vida en la lucha por la justicia, Juan Pablo II también la dio, y por eso tuvo siete intentos de asesinato y uno de ellos casi acaba con su vida, como hicieron con la de Iqbal.
Ejemplos como éstos nos impulsan a denunciar esta agresión y este crimen contra la humanidad. Todos somos cómplices de su situación (clara consecuencia de egoísmo mundial) nosotros con nuestro consumo y silenciamiento y las instituciones políticas por no aplicar leyes que lo impidan.
Somos cómplices y por tanto culpables si no nos decidimos por la lucha por la JUSTICIA hasta hacer desaparecer toda esclavitud. Esperamos una respuesta política para lograr que desaparezca la esclavitud, de lo contrario nuestra generación será duramente juzgada.