Autogestión y las revistas que abren y cierran

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A Julián Gómez del Castillo, militante obrero, socialista y cristiano, le gustaba lanzarnos la pregunta de si era mayor servicio a los pobres el difundir un número de la revista Autogestión o enviarles un millón de pesetas, de las de antes del euro. Quería con ello hacernos reflexionar sobre lo poco que pinta el protagonismo y la promoción de los pobres en nuestra sociedad y en nuestras conciencias.

Cuando nació nuestra revista mirábamos con interés al resto de revistas sociopolíticas de los kioskos y revisteros de bibliotecas. ¿Cuál ha sido la evolución de aquel revistero en estas dos décadas? Muchas publicaciones desaparecieron; otras emigraron a internet motivadas, en gran parte, por el menor coste económico que les supone el cambio. La técnica cambia pero, sobre todo, cambian las organizaciones que sostienen la publicación.

En el primer número de una revista anarquista, el propio consejo de redacción editorializaba con gracia el escaso futuro que les esperaba. Su espíritu anarquista les llevaría a que cada miembro del consejo de redacción acabara impulsando su propia revista. Su tesis era que allá donde se juntan tres anarquistas lo lógico es que se lancen, como mínimo, tres revistas, y hasta cuatro. Por supuesto que el augurio se hizo realidad en muy poco tiempo.

En el otro lado del espectro político, tenemos el revistero de los partidos y su red de fundaciones. Es el refugio de los profesores universitarios afines, contratados y liberados, que viven de las subvenciones y escriben al dictado de la línea de quien manda en el partido y paga. A su financiación se han presentado puntualmente desde bancos y aseguradoras, hasta constructoras y empresas energéticas. Son los nuevos mecenas que, diciendo apoyar a la cultura, financian el entramado burocrático de los partidos políticos. En estos últimos tiempos hemos asistido a escándalos que nos han mostrado la podredumbre de este mundo. ¿Qué esperar de partidos en los que su propia contabilidad oficial refleja casi diez veces más dinero por subvenciones del Estado que por cuotas de sus militantes? El resultado está a la vista: revistas integradas en el aparato burocrático, ajenas a sus afiliados de base y sin espíritu militante ninguno.

El Estado y el Mercado mandan en las revistas de peso en nuestro país. Se ha generalizado la práctica de que los hombres de negocios, amigos de los gobernantes, compren medios de comunicación para ponerlos a su disposición y, a cambio, consigan favores.

Autor: Javier Marijuán