Una vez más África es noticia por las muertes masivas, las masacres, los horrores: guerras, desplazamientos masivos, hambrunas, emigración, naufragios, enfermedades.
Una vez más pasa desapercibido el único motivo que provoca tanta injusticia y tanto dolor: los beneficios de las multinacionales, que mantienen su autoría en la sombra y la ocultación y se presentan en cambio como la solución al problema. Una vez más los organismos internacionales, en este caso la OMS, colabora legitimando la injusticia. Una vez más los medios de comunicación desvían la opinión pública hacia aspectos parciales o secundarios para que las verdaderas causas, el hambre y la miseria provocadas no aparezcan, y se consiga la más absoluta impunidad de los que negocian con el dolor y la muerte de los pobres.
Si comparamos las muertes por el virus del ébola con las de otras enfermedades devastadoras, propias de este continente expoliado, como las neumonías, las diarreas, la tuberculosis o la malaria, nos damos cuenta enseguida de la mentira que se está difundiendo. Si comparamos la tasa de mortalidad que tienen cualquiera de estas enfermedades en los países empobrecidos con la que tienen en los enriquecidos, entonces caeremos en la cuenta de cuáles son las auténticas causas de las muertes en África.
El virus del ébola no se trasmite por el aire, sino que hay que estar realmente en contacto con la sangre o un líquido biológico del enfermo para exponerse al riesgo de contagio. Esto, lo saben todos los expertos, permite un rápido control de la epidemia si se quiere. ¿Por qué entonces los medios de comunicación hablan de pandemia? El error de cálculo respecto a la anunciada pandemia de gripe A supuso un escándalo que sirvió para el lucro de las empresas farmacéuticas que solo en España vendieron 37 millones de vacunas. Esto nos pone sobre otra pista: el negocio de la enfermedad.
Los nuevos medicamentos que se experimentan no son la solución contra el ébola. El problema, repetimos, está en las condiciones de pobreza de las poblaciones afectadas: hacinamiento, falta de agua potable y ventilación, falta de diagnóstico oportuno por escasez de recursos,… Como puede verse, es una enfermedad que sólo devasta a los pobres de entre los pobres. ¿Casualidad?
Pero lo que se está haciendo no sólo tiene intereses económicos, también los tiene sociopolíticos: se está generando más control sobre las fronteras, más violencia y xenofobia contra los africanos expulsados por el hambre que provoca esta economía basada en el robo. Y aún en los propios países de África esta psicosis está provocando que algunos gobiernos además de cerrar sus fronteras, movilicen a sus ejércitos para reprimir a las poblaciones. También se está sembrando una desconfianza que rompe lazos de solidaridades familiares y vecinales. El Parlamento de Sierra Leona ha convertido en delito penado con hasta dos años de cárcel alojar a enfermos de ébola, en un intento por frenar la diseminación del mortífero virus. El Gobierno de Liberia ha ordenado a sus soldados «disparar a matar» sobre todo aquel que intente cruzar la frontera, supuestamente para evitar que se propague la epidemia. Y las consecuencias de todas estas acciones corren el riesgo de provocar una verdadera catástrofe humanitaria, mucho más grave que el propio virus del Ébola.
Entre tanto, las verdaderas causas del Hambre de la inmensa mayoría de la población africana permanecen ocultas
Editorial de la revista Autogestión