Según un informe del Ministerio de Seguridad de Argentina con un análisis estadístico de allanamientos y rescates durante 2018, la explotación laboral superó en gran medida los casos de trata de personas de índole sexual.
«Arrancábamos a trabajar a las 5 de la mañana y descansábamos a la 1, 2 de la mañana del día siguiente. Primero te endulzaban y te decían ‘mirá, para que puedas tener un poco más de plata’.
Comíamos en la misma máquina, cinco o seis minutos, y volvíamos a trabajar. Ahí por lo menos he estado año y medio», contó a Sputnik Fidel Daza Castellanos, inmigrante de Bolivia que vivió, como muchos paisanos suyos, la explotación laboral en talleres clandestinos argentinos.
En 2018, 545 personas fueron rescatadas en Argentina principalmente de talleres textiles (71% del total), así como de fábricas y granjas clandestinas, en condiciones de hacinamiento y de vulneración de sus derechos.
La gran mayoría eran hombres y casi 60% eran de nacionalidad boliviana, según un estudio de la Dirección Nacional de Investigaciones del Ministerio de Seguridad, la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas y profesionales del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata.
Oriundo de Sucre, Fidel llegó a la Argentina en 1998 cuando tenía 19 años. Cuenta que estaba estudiando para entrar a la universidad pero por cuestiones económicas no había podido. En anuncio de una radio local escuchó que ofrecían un sueldo en dólares y decidió jugársela. En la frontera, quienes se encargaban del traslado les retuvieron los documentos, que nunca recuperó y que pudo volver a tramitar recién años más tarde.
«Llegamos a una terminal en Escobar y nos subieron a una [camioneta] Traffic. Nos llevaron para el lado de [Avenida] Olimpo y Camino de Cintura, cerca de la feria de La Salada. Nos habían dicho que era en una fábrica. Pero no, era una casa que alquilaban, con piezas de tres por cuatro, con camas cucheta como en la ‘colimba’ [servicio militar] y el taller», dijo Fidel.
El dueño del taller clandestino le había dicho que con en el primer mes de trabajo ya iba a poder pagar las deudas del traslado pero eso nunca sucedía: se sumaron el supuesto pago de sobornos a la Gendarmería en la frontera y un visado que él nunca pudo comprobar. «Nos pagaba 60 pesos por mes y mi deuda era de 800 dólares, en la época del uno a uno [un peso igual a un dólar]», contó.
«Él nos llevaba en la camioneta al Parque Indoamericano cuando teníamos ratos de descanso algunos domingos, fuera de eso no nos dejaba salir. Cerraba la puerta, echaba llave del lado de afuera y tenía una abertura como para que entre el perro donde, a mediodía, ponele, nos pasaba la comida», narró Fidel, quien uno de esos días aprovechó para escaparse junto a otro compañero.
Organizaciones como La Alameda luchan contra la explotación laboral y la trata en Argentina.
Fuente: Agencia Sputnik News