Carta al Presidente Bush de Monseñor Bowman, de la Iglesia Católica Unida de Florida, ExTeniente Coronel de la USAF y excombatiente de Vietnam.

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Sr. Presidente, Ud. no contó al pueblo americano la verdad sobre por qué somos el blanco del terrorismo, cuando explicó por qué bombardearíamos Afganistán y Sudán. Ud. dijo que somos blanco del terrorismo porque defendemos la democracia, la libertad y los derechos humanos del mundo. ¡Qué absurdo, Sr. Presidente!

16 de septiembre de 2002

Señor Bush:

Cuente la verdad al pueblo, Sr. Presidente, sobre el terrorismo. Si los mitos acerca del terrorismo no son destruidos, entonces la amenaza continuará hasta destruirnos por completo.

La verdad es que ninguna de nuestras miles de armas nucleares pueden protegernos de esa amenaza. Ni el sistema de «guerra en las galaxias», no importa cuán técnicamente avanzado sea ni cuántos trillones de dólares se hayan gastado en él, podrá protegernos de un arma nuclear traída en un barco, avión o coche alquilado. Ni siquiera ningún arma de nuestro vasto arsenal, ni siquiera un centavo de los 270.000.000.000.000 dólares (sí, esos mismos doscientos setenta billones de dólares) gastados por año en el llamado «sistema de defensa» puede evitar una bomba terrorista; esto es un hecho militar.

Como Teniente Coronel retirado y frecuente conferencista en asuntos de seguridad nacional, siempre cito el salmo 33: «Un rey no está a salvo por su poderoso ejército, así como un guerrero no está a salvo por su enorme fuerza».

La reacción obvia es: «¿Entonces qué podemos hacer? ¿No existe nada que podamos hacer para garantizar la seguridad de nuestro pueblo? Existe. Pero para entender eso, precisamos saber la verdad sobre la amenaza.

Sr. Presidente, Ud. no contó al pueblo americano la verdad sobre por qué somos el blanco del terrorismo, cuando explicó por qué bombardearíamos Afganistán y Sudán. Ud. dijo que somos blanco del terrorismo porque defendemos la democracia, la libertad y los derechos humanos del mundo. ¡Qué absurdo, Sr. Presidente!

Somos blanco de los terroristas porque, en la mayor parte del mundo, nuestro gobierno defendió la dictadura, la esclavitud y la explotación humana.

En cada país, nuestro gobierno obstruyó la democracia, sofocó la libertad y pisoteó los derechos humanos. Es por eso que somos odiados en todo el mundo.

Somos blancos de los terroristas porque somos odiados. Y somos odiados porque nuestro gobierno ha hecho cosas odiosas. ¿En cuántos países agentes de nuestro gobierno depusieron a líderes popularmente elegidos, sustituyéndolos por dictadores militares, marionetas deseosas de vender a su propio pueblo a corporaciones norteamericanas multinacionales?

Hicimos eso en Irán cuando los marines y la CIA derrocaron a Mossadegh porque él tenía la intención de nacionalizar el petróleo. Y lo sustituimos por el Sha Reza Palhevi y armamos, entrenamos y pagamos a su odiada guardia nacional -la SAVAK- que esclavizó y embruteció al pueblo iraní para proteger el interés financiero de nuestras compañías de petróleo.

Después de eso, ¿será difícil de imaginar que existan en Irán personas que nos odien?

Hicimos lo mismo en Chile, hicimos lo mismo en Vietnam, más recientemente intentamos hacerlo en Iraq. Y claro, ¿cuántas veces hicimos eso en Nicaragua y en otras repúblicas de América Latina?

Una vez tras otra hemos destituido líderes populares que deseaban que las riquezas de su tierra fueran repartidas entre el pueblo que las generó.

Nosotros los reemplazamos por tiranos asesinos que venderían a su propio pueblo para que, mediante el pago de abultadas propinas para engordar sus cuentas particulares, las riquezas de su propia tierra pudieran ser tomadas por la Dominó Sugar, la United Fruit company, la Folgers, y por ahí va todo.

En cada país, nuestro gobierno obstruyó la democracia, sofocó la libertad y pisoteó los derechos humanos. Es por eso que somos odiados en todo el mundo.

Es por eso que somos el blanco de los terroristas.

El pueblo de Canadá disfruta de democracia, la libertad y los derechos humanos, así como el pueblo de Noruega y Suecia. ¿Ud. escuchó hablar de embajadas canadienses, noruegas o suecas siendo bombardeadas?

Nosotros no somos odiados porque practicamos la democracia, la libertad o los derechos humanos. Somos odiados porque nuestro gobierno niega esas cosas a los pueblos de los países del tercer mundo, cuyos recursos son codiciados por nuestras corporaciones multinacionales.

Ese odio que sembramos se volvió en contra de nosotros para asombrarnos, en forma de terrorismo y, en el futuro, de terrorismo nuclear. Una vez dicha la verdad sobre por qué existe la amenaza y una vez entendida, la solución se torna obvia. Nosotros necesitamos cambiar nuestras costumbres.

Librémonos de nuestras armas nucleares (unilateralmente si es preciso) y mejorará nuestra seguridad. Alterando drásticamente nuestra política exterior la asegurará.

En lugar de enviar a nuestros hijos e hijas a todo el mundo para matar árabes de modo que podamos tener el petróleo que existe debajo de sus arenas, deberíamos mandarlos para que reconstruyan sus infraestructuras, proveerlos de agua limpia y alimentar a sus niños hambrientos.

En vez de continuar matando diariamente a millares de niños iraquíes con nuestras sanciones económicas, deberíamos ayudar a los iraquíes a reconstruir sus ruinas eléctricas, sus estaciones de tratamiento de agua, sus hospitales, y todas las otras cosas que destruimos y les impedimos reconstruir con sanciones económicas. En lugar de entrenar terroristas y escuadrones de la muerte, deberíamos cerrar la Escuela de las Américas.

En vez de sostener las revueltas, la desestabilización, el asesinato y el terror alrededor del mundo deberíamos abolir la CIA y dar el dinero que ella gasta a agencias de asistencia.

Resumiendo, deberíamos ser buenos en lugar de malos, y de serlo, ¿quién iría a intentar detenernos? ¿Quién nos iría a odiar? ¿Quién nos iría a querer bombardear? Esa es la verdad, Sr. Presidente. Eso es lo que el pueblo norteamericano debe escuchar.

Robert Bowman voló en 101 misiones de combate en Vietnam. Actualmente es Obispo de United Catholic Church en Melbourne Beach. Florida.