Cerealera con trabajo esclavo

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La AFIP ‘Administración Federal de Ingresos Públicos’, a través de la Dirección General de los Recursos de la Seguridad Social, realizó un allanamiento en un establecimiento agropecuario ubicado en el Paraje Monte del Rosario ‘Córdoba, Argentina’ donde detectó extremas condiciones de insalubridad y precariedad en 3 campamentos donde ‘trabajadores rurales’ realizan tareas manuales de desflore de maíz.

DuPont tenía 140 trabajadores en condiciones infrahumanas

Los funcionarios de la AFIP relevaron a 158  personas, de las cuales 140 realizan tareas de desflore de maíz y 18 tareas vinculadas al mantenimiento de los cultivos y preparación de la tierra. Los peones fueron llevados a los campos desde varias localidades de la Provincia de Santiago del Estero.

Los trabajadores en situación de esclavitud no estaban contratados directamente por Pioneer Argentina SRL, la empresa de la multinacional DuPont que requería sus tareas, sino que eran subcontratados a través de la empresa de servicios eventuales Adecco Specialities SA.

Los «empleados rurales» describieron al personal de la AFIP sus tareas y las condiciones infrahumanas a las que eran sometidos todos los días. Uno de los ejemplos de la precariedad de la situación es la alimentación que recibían quienes trabajan en el lugar. El contratista les proveía una sola vez al día la mercadería con la que preparaban su comida y en las cenas sólo contaban con sobras del almuerzo, que en muchos casos eran simplemente huesos de la carne consumida.

Además, los empleados no tenían luz eléctrica y habitaban cabañas de aproximadamente 2,20 metros de altura por 1,50 metros de ancho, construidas sobre la tierra con chapas y sin ningún tipo de aislante térmico, ni protección contra alimañas e insectos.

Los esclavos son «alojados» en cuchetas.

En el interior, a cada lado de la puerta de acceso, disponían de tres cuchetas, como casetas para perros. La primera de ellas a 30 centímetros del piso de tierra y separadas por unos 40 centímetros de altura de la que le sigue hacia arriba, por lo que la última quedaba a 40 centímetros del techo. En algunos casos se observó que los trabajadores colocaban hierba sobre las chapas para disminuir el efecto de los rayos solares.

El agua que se les proveía para consumo se extraía de los mismos pozos usados para el riego de los campos y se disponía en tanques de PVC que estaban sobre la tierra y expuestos al sol durante todo el día.

La precariedad se profundiza con el estado de los baños. Las construcciones encontradas tienen tres lados, carecen de puertas y presentan un pozo adonde van a parar las evacuaciones. En el campamento existe un espacio de duchas cerrado en los cuatros lados, pero los trabajadores aseguraron que nunca tiene agua.

La AFIP verificó la existencia de cinco campamentos repartidos en todo el área  con las mismas características descritas, pero sólo en tres se encontraron empleados.

La remuneración que percibían los trabajadores rurales por los servicios prestados es pagada al finalizar todo el trabajo y asciende a los $ 97 diarios (17,50 €) . Sin embargo, en el sueldo final se registran «descuentos por el desperdicio por daño a cada planta tratada», daño que ningún empleado sabe cómo es medido. Por esta razón no pueden asegurar cuál es el monto final.

La explotación cerealera presentaba señalizaciones muy cuidadas que incluían, por ejemplo, velocidades máximas y hasta casi irónicas indicaciones en los precarios baños.

«Algo que me sorprendió es que el predio tiene un gran cuidado por la logística y el estado de cada una de las plantas, que contrasta de forma notoria con las pésimas condiciones en las que viven los trabajadores», señaló un funcionario de la AFIP.

Las personas en condición de esclavitud no tenían permitido abandonar el establecimiento  agropecuario hasta que terminaran la totalidad de su trabajo. De todas formas, no contaban con los recursos monetarios para hacerlo, sobre todo si se tiene en cuenta que el campo está aproximadamente a 40 kilómetros de la carretera principal.