China, ahora los tanques de Tiananmen disparan algoritmos

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“La mayor parte de los chinos de China –escribe Marie Holzman, escritora, periodista y traductora, presidenta de Solidarité Chine– ha olvidado que existió un movimiento de reivindicación democrática en su país, precursor del hundimiento del comunismo en Europa, de la caída del Muro de Berlín y de la implosión de la URSS. En efecto, el poder chino ha jugado la carta de la desinformación y del olvido para garantizar la perennidad de su régimen”.

Cuando los carros de combate avanzan, el tipo está plantado en medio de la calle. Al llegar a su altura el primer blindado zigzaguea a derecha e izquierda, pero el hombre se mueve para impedirle el paso. No contento con eso, sube al carro, grita al interior por alguna de las escotillas y habla con un soldado que saca la cabeza. Luego, de nuevo, regresa a su posición frente al tanque. En el plano entran cuatro personas. Dos de ellas se llevan al hombre del brazo y ahí se pierde su contacto para siempre”.  (El Mundo, agosto 2016). Esas dos personas pudieron ser estudiantes, intentando salvarle la vida, o policías de paisano.

Mientras, en la China continental que cada vez avanza más en su salvaje capitalismo sui generis adornado con una represión también salvaje, treinta años después se mantiene el tabú sobre los acontecimientos de 1989: siguen borradas del internet local, que vigila un ejército de más de 10 000 ciberpolicías, palabras como Tiananmén, represión, matanza…, siguen produciéndose detenciones de periodistas que no respetan las convenciones de autocensura y de intelectuales y artistas que contestan el régimen autoritario y represivo y la corrupción generalizada en las esferas de poder, como ha sido el caso de un documentalista, detenido hace unos días por haber retuiteado la fotografía de una botella de licor que lleva impresa la imagen del hombre de Tiananmen.

30 años después los tanques disparan algoritmos

Quienes aterrizan en los aeropuertos de Shanghái se topan pronto con las nuevas tecnologías que China utiliza para controlar a la población. El primer paso es el registro de las huellas dactilares de los recién llegados, a los que también se les toma una fotografía antes de sellar su pasaporte y permitirles la entrada. Son medidas ya habituales en muchos países, pero lo novedoso se encuentra en los controles de seguridad previos al embarque: los viajeros nacionales –los extranjeros se incorporarán en próximas fechas– acceden mediante un sistema de reconocimiento facial que compara su rostro con el guardado en la base de datos nacional, que se nutre con imágenes de los 1.350 millones de habitantes del país y a la que van a parar todas las fotografías de inmigración.

El primer paso es escanear el documento nacional de identidad. Se abre la primera barrera y el viajero pasa a una segunda en la que hay instalada una cámara que escanea multitud de puntos en el rostro y da el visto bueno. O no. En ese caso, el control se hace de forma manual por un funcionario. Los usuarios están contentos porque agiliza los trámites. Y nadie muestra preocupación por su privacidad.

Al fin y al cabo, el aeropuerto es solo uno de los muchos lugares en los que China está instalando cámaras con capacidad para reconocer las facciones de quienes pasen por delante. Están en el metro de Shanghái –donde cazaron a un fugitivo nada más ser instaladas– y también en edificios oficiales, centros comerciales y un creciente número de calles. Las baterías de cámaras de videovigilancia se van multiplicando a velocidad de vértigo: se estima que ya hay operativas unos 170 millones, y que para 2020 serán 450 millones. Una por cada tres habitantes.

Ni siquiera Orwel imaginó en 1984 un control tan absoluto. Las cámaras y los dispositivos de voz, reconocen no solo caras, sino tambíen matrículas, ropa, formas de moverse, libros o periódicos en tus manos, tonalidades y timbre de tu voz…La integración de las plataformas de compras, de la información ciudadana de «buen comportamiento» y de los créditos bancarios, en un gran bigdata de ciudadano a merced del totalitarismo.

Tiananmen ha sido superado con creces. Y la mancha se extiende.

Juan Rodríguez