Hospitales, colegios, carreteras, casas: Estos son los cuatro ámbitos con los que China espera consolidarse en Angola.
Aguiar dos Santos (Publicado en Agora, Angola)
La nueva estrategia africana concebida por Pekín hace de este mercado una prioridad absoluta. Es gracias a un plan basado en la tradicional paciencia china (la misma que ha permitido al país estar entre las primeras potencias económicas del mundo) que China consigue sus fines. En marzo del 2004, el Eximbank China prestó a Angola 2.000 millones de dólares, con el aval del petróleo angoleño. Un apoyo que llegó en un momento idóneo para el gobierno de Angola: el pulso con el FMI frenaba todas las negociaciones, y los donantes occidentales parecían cada vez más indiferentes tras la conferencia internacional para la reconstrucción de Angola tras la posguerra, prevista a largo plazo y sin nada consolidado.
¿La afluencia de inversiones chinas reactivará la economía angoleña?
En noviembre del 2005, la mitad del préstamo del Eximbank ya se había invertido en la mejora de las infraestructuras angoleñas: la suma impresionante de 240 millones de dólares se destinaron especialmente a la rehabilitación de 400 kilómetros de carretera. Desde que Angola recibió el dinero la presencia de trabajadores chinos ha aumentado en todo el territorio. Se les ve, por ejemplo, en los casinos y otras salas de juego de Luanda.
Según las estimaciones no oficiales, miles de chinos vendrán a Angola a trabajar en los próximos años. China podrá conceder nuevos préstamos al país, como reconoció el ministro de finanzas José Pedro de Morais: «Cuando pedimos a nuestros socios chinos si estarían dispuestos a concedernos nuevos préstamos, respondieron afirmativamente». Estos nuevos préstamos podrían superar los 2.000 millones de dólares.
La gran pregunta es saber cómo esta afluencia de dinero podrá ayudar a reactivar la economía angoleña, especialmente en lo que se refiere a la creación de empleo, tan necesario como el pan de cada día. Lo que nos ha enseñado estos dos últimos años, es que Angola acoge a una gran cantidad de mano de obra china. Casi 600 chinos trabajarán en un único proyecto de rehabilitación de cuatro barrios de Luanda (Nelito Soares, Precol, Cazenga y Maianga). ¿Cuántos de estos trabajadores vendrán para la puesta a punto de la línea férrea Luanda-Malanje (a 350 Km. de Luanda) o para la construcción de la de Benguela (a 450 Km. al sur de Luanda)?
Sin duda se trata de la principal dificultad introducida por la cooperación financiera entre Luanda y Pekín. Cualquiera que vaya de Luanda a Dondo, un trayecto de 180 kilómetros, fácilmente constatará que en el trozo de Catete-Cassualala, los equipos de asfalto están compuestos exclusivamente por trabajadores chinos. Un hecho que se repite en la construcción del hospital general de Luanda o en el aeropuerto de Bom Jesus.
Evidentemente podemos entender los objetivos de la estrategia angoleña: Luanda busca obtener un máximo financiamiento chino. Pero esos proyectos no generan ningún concurso público. Ninguna empresa angoleña es llamada para realizar las obras, ni se contratan a trabajadores locales. Todo se trae desde China, y una parte de esta fuerza de trabajo llevada a Angola está formada por presos comunes. Esta práctica la utiliza China desde hace años para sus trabajos en los países del Tercer Mundo. Según nuestras fuentes, los presos chinos «no reciben ningún sueldo y sólo se les paga con la comida» *.
Cuando estas empresas intervienen en Angola, éstas tienen unos costes reducidos, especialmente si comparamos los sueldos de sus trabajadores con los de la competencia portuguesa o brasileña. Con una gran rapidez de ejecución y unos precios que impiden cualquier competencia, las empresas chinas no tienen rival. El nuevo hospital general de Luanda, por ejemplo, se construyó en apenas quince meses por la Sociedad china de ingeniería externa.
Por lo que respecta a los precios de estas empresas, basta un ejemplo para hacernos una idea de lo que cobran: mientras que China & Road Corporation sólo pide 20 millones de dólares para realizar la carretera de 90 kilómetros que separa Viana de Maria Teresa, la compañía brasileña Queiroz de Galvão facturará 34 millones de dólares por el tramo que va de Viana a Cucuaco, de tan sólo 20 kilómetros. Se ve claramente qué ventajas saca China de estas diferencias tan impresionantes de costes.
Numerosos proyectos con fines electorales
El presidente Eduardo dos Santos, sin conseguir la ayuda internacional para la reconstrucción del país, ha permitido que China ocupe una posición estratégica en Angola (un país que, hasta el 2004, dependía mucho de las inversiones occidentales, especialmente del sector del oro negro). Para el presidente, que ha prometido hacer del país una gran obra, esta cooperación con China verdaderamente lo catapulta en el plano electoral. Numerosos proyectos deben realizarse antes de la elecciones generales del 2007, sobretodo en el sector de la sanidad, con la construcción de muchos hospitales regionales y pagados, en gran parte, por la inversión china. Queda por saber la calidad de las empresas chinas y su verdadero coste a largo plazo pues, como dice el refrán, lo que resulta demasiado barato acaba pagándose caro.
* Emigrantes chinos: Según el Courrier International, no existen pruebas de que el estado chino envíe presos a Angola, aunque las condiciones de trabajo y de residencia de los trabajadores chinos no dista demasiado a la de los detenidos. Según un estudio del Asia Pacific Migration Research Network, las agencias chinas que contratan trabajadores negocian ellas mismas los contratos, sin que exista un sueldo mínimo o un contrato tipo estipulado. Los trabajadores están totalmente desamparados, y a menudo se les trata de manera humillante y con una constante violación de sus derechos.