El presidente chino, Hu Jintao, fue la estrella de la cumbre de los 21 miembros del Foro Económico de Asia-Pacífico, celebrado en Santiago de Chile. Hu, que llegó a la capital chilena después de haber estado 48 horas en Buenos Aires y cinco días en Brasil, repartió entre ambas visitas promesas de inversión por valor de 100.000 millones de dólares para toda la región (30.000 millones sólo para los tres países visitados) y dejó una estela de acuerdos comerciales sin precedentes. El Grupo de los 20 es el claro ejemplo de un conjunto de países encabezado por Brasil, China, India y Suráfrica que busca tener peso en la escena internacional.
China podrá tener un acceso mayor al mercado de EE UU a través de Iberoamérica
El presidente chino, Hu Jintao, fue la estrella de la cumbre de los 21 miembros del Foro Económico de Asia-Pacífico, celebrado en Santiago de Chile. Hu, que llegó a la capital chilena después de haber estado 48 horas en Buenos Aires y cinco días en Brasil, repartió entre ambas visitas promesas de inversión por valor de 100.000 millones de dólares para toda la región (30.000 millones sólo para los tres países visitados) y dejó una estela de acuerdos comerciales sin precedentes. El Grupo de los 20 es el claro ejemplo de un conjunto de países encabezado por Brasil, China, India y Suráfrica que busca tener peso en la escena internacional.
En Santiago se habla sobre las repercusiones que tendrá esta gran ofensiva política y comercial de China en Iberoamérica y del acuerdo de libre comercio que el Gobierno del presidente chileno, Ricardo Lagos, y su homólogo chino han empezado a negociar. Si logran cerrarlo en 2005, se convertiría en el primer pacto de este tipo que China firma desde su ingreso en la Organización Mundial de Comercio (OMC), es decir, al sistema del comercio internacional, hace apenas tres años y 15 de negociaciones.
Chile es un miembro muy activo de la APEC en términos comerciales. Ya tiene acuerdos de libre comercio con la UE y EE UU y ahora apunta al sureste asiático. De momento, Brasil, Argentina y Chile le han dado a China el status de economía de mercado, lo que facilita enormemente el comercio entre los países. El fuerte crecimiento económico es lo que ha impulsado a China a dar este paso en Iberoamérica. Lo que el gigante asiático busca son materias primas. «China ha ido a América Latina a asegurar su suministro energético y a ganar reconocimiento internacional», explica Yuen Pau Woo, vicepresidente de la Fundación para Asia Pacífico de Canadá.
China invertirá 6.358 millones de euros en Brasil y ha firmado cartas de intenciones en Argentina para analizar proyectos por 15.161 millones
Otros 2.692 millones irán a los sectores de minería y siderurgia. La Compañía Vale do Rio Doce (CVRD) construirá con el mayor fabricante chino de acero, Baosteel, y dos de las productoras más grandes de carbón del Dragón Rojo, Yankuang y Yongcheng, una planta en el norte de Brasil. CVRD emprenderá otra iniciativa en esa región: una refinería de alúmina en sociedad con la china Chalco. Existen otros planes de inversión menos abultados en madera, electrodomésticos y soja, un sector que ofrece tierras más baratas e impuestos más bajos que en Argentina.
La petrolera china Sinopec resultó elegida por el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva para la construcción de un gasoducto que una el sur y el norte de Brasil. Hu y Lula firmaron convenios de cooperación en el área aeroespacial (lanzarán un satélite binacional en 2006). El régimen de Pekín ha aceptado la eliminación de barreras sanitarias para la importación por 615 millones anuales de etanol, carnes vacunas, porcinas y avícolas, además de autorizar a los turistas de su país venir a Brasil.
A cambio, Lula le concedió a Hu lo que tanto busca por estas latitudes: que se le reconozca a su país el estatus de economía de mercado. La decisión ha generado fuertes quejas de la patronal industrial brasileña, que teme una invasión de productos asiáticos, sobre todo, de textiles, calzados y juguetes. China necesita que cada uno de los miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) le reconozca aquella categoría para que se restrinjan las numerosas barreras antidumping que se le aplican a sus exportaciones en todo el mundo.
Las ventas brasileñas al gigante asiático subieron el año pasado un 79,9%, hasta los 3.486 millones de euros, en su mayoría soja y mineral de hierro. Las importaciones se elevaron a 1.650 millones, lo que arroja un elevado superávit comercial para un Brasil que lo necesita para cumplir con los pagos de su deuda externa. Lo mismo le sucede a Argentina.
La inversión china en Brasil había alcanzado el año pasado apenas 11,9 millones de euros. En los registros poco rigurosos del régimen de Pekín, se acumulan inversiones chinas por 92 millones entre 1979 y 2002 en el gigante suramericano, que le sitúa en el puesto 12 al nivel mundial y en el tercero en Latinoamérica, detrás de Perú y México.
En Argentina, las inversiones chinas son todavía menores. Se han orientado a la pesca, el ensamblaje de televisores y equipos de audio, pequeñas fábricas textiles y supermercados. Antes de la visita de Hu, la estatal china Zhisi anunciaba la inversión de 15 millones de euros para construir una fábrica tabacalera en el noroeste de Argentina y la minera Ling Cheng ganaba la subasta para reactivar el único yacimiento de mineral de hierro de este país, en la Patagonia.
El Gobierno de Kirchner ha firmado cartas de intenciones con empresas chinas para analizar proyectos de inversión en sociedad con el Estado. China Beiya Escom (sociedad de la que participa el banco portugués Espirito Santo), China Unicom y Hong Kong New World Group analizarán la inversión de 546 millones de euros en el desarrollo de las telecomunicaciones y las tecnologías por satélite y de la información. China Beiya Escom y China Railway 20th Bureau Group estudiarán iniciativas en ferrocarriles por 6.153 millones. Unos 4.615 millones estarán en juego si se concreta el acuerdo para construir viviendas populares e infraestructura con New World Property Development y China Constructions. La petrolera Sonangol estudiará con la nueva empresa estatal Energía Argentina, SA (Enarsa), la exploración de áreas marítimas y la recuperación secundaria de pozos maduros, lo que demandaría 3.846 millones.
Menos trabas
Argentina le reconoció el estatus de economía de mercado a China a cambio de que este país se abstuviera de reclamar contra las medidas antidumping que protejan a ciertas industrias consideradas sensibles por el Gobierno de Kirchner. También aquí Hu permitió el turismo chino y ha eliminado trabas sanitarias para importaciones por valor de 153 millones de euros anuales de carnes bovinas, avícolas, peras y manzanas.
La exportación argentina a China subió el año pasado un 143,4%, hasta los 2.045 millones de euros, tres cuartas partes provenientes de la venta de soja y sus derivados (harinas y aceites). Las importaciones, sobre todo ordenadores y productos electrónicos, supusieron 346 millones, la mitad que la media de 1995 a 2001, el año anterior a la devaluación del peso.
Con la visita de Hu a Santiago, Chile inició formalmente las negociaciones de un tratado de libre comercio con China. Al Gobierno de Ricardo Lagos le interesa firmarlo el año próximo: sabe de la competencia que supondrá la entrada en vigencia de la zona de libre intercambio entre el Dragón Rojo y nueve vecinos asiáticos.
Chile ha reconocido el estatus de economía de mercado a China, que en 2003 no invirtió en este país suramericano, pero le compró un 58,5% más que en 2002, hasta llegar a los 1.493 millones de euros, en especial cobre. Las mineras estatales Codelco, de Chile, y Minmetals, de China, han sellado un convenio para que la primera abastezca a la segunda con envíos de cobre por valor de 1.538 millones de euros a largo plazo.
En Brasil, China busca soja y acero. Las exportaciones brasileñas hacia el mercado chino han aumentado a un ritmo del 60% anual desde 2000, y de entre todos los productos, el acero se lleva la palma: las ventas subieron un 500% el año pasado. De Argentina, Pekín quiere aceite de soja y todo tipo de alubias, aunque la carne, la lana, el hierro y el acero también están entre los preferidos. La venta de productos argentinos a China también se ha disparado últimamente. Sólo en 2003 creció un 112%. Lo que le interesa a China de Chile es bastante obvio, el país suramericano es el principal productor de cobre del mundo. Hu culminará su gira en Cuba, que vende tabaco, equipos médicos, vacunas y mariscos a China.
Al gigante asiático de 1.300 millones de habitantes le interesa esta región rica en las materias primas que necesita para sostener su elevado crecimiento, basado en la producción y exportación de productos con alto valor añadido. Ya no se conforma con importarlas, sino que pretende invertir para quedarse con su propiedad y así reducir costes. La demanda china de bienes primarios ha elevado sus cotizaciones a marcas históricas, en beneficio de los términos del intercambio de Latinoamérica. China busca aquí petróleo, gas, carbón, acero, cemento, caucho, cobre, hierro, aluminio, platino, níquel, soja y otros alimentos, según el presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina, Enrique Mantilla.
Está claro que China asusta porque posee esa potente combinación entre lo mejor del mundo rico (alta tecnología de producción) y lo que más aprecian las empresas de los países menos desarrollados (mano de obra barata). Así es difícil competir y nadie lo sabe mejor que México, otro miembro de la APEC activo, que tiene acuerdos de libre comercio con más de 40 países, pero no con China. El gigante asiático es una gran amenaza cuando se compite con éste por un mercado, y el estadounidense refleja mejor que ningún otro la batalla entre chinos y mexicanos.
Los sectores del calzado, textil y juguetes sufrirán el impacto de las importaciones chinas. También se hablaba mucho en Santiago del potencial turístico de China para los países suramericanos y de que, además de contar con las inversiones empresariales, Pekín puede llegar a ser un acreedor financiero de la región si utiliza parte de las enormes reservas que tiene para, por ejemplo, comprar bonos de deuda pública de los países iberoamericanos. Esto sin contar las inversiones en infraestructuras (en las que el país asiático es muy activo), como los acuerdos que ya ha firmado China para la construcción de un gasoducto en Brasil y otro entre Colombia y Venezuela
China es la economía que más crece en el mundo (9% anual de media) y de la que se espera que sea la segunda del mundo para 2013, detrás de Estados Unidos y por delante de India. China es un mercado de 1.300 millones de habitantes, la mitad de todos los que viven en países de la APEC (que además de EE UU incluye a Rusia, Japón, Singapur, Australia), una organización que supone el 57% del producto interior bruto mundial y la mitad del comercio internacional.
«Estoy seguro de que en Pekín se piensa que si el proyecto sobre el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), a largo plazo, se materializa, China podrá tener un acceso mucho mayor al mercado estadounidense a través de los países latinoamericanos, algo que nunca hubiese soñado conseguir. EE UU y Canadá están muy preocupados por este giro de la política exterior china hacia el patio trasero de ambos. Yo no creo que China, de momento, tenga la intención de convertirse en el gran inversor global que fue Japón décadas atrás, pero sí hará fuertes inversiones en la zona», concluye Woo, el experto canadiense. Algunos miembros de la delegación estadounidense se negaban ayer, con cierto nerviosismo, a hacer comentarios. EE UU, tal vez muy distraído con la guerra de Irak, no se ha percatado hasta esta gira de Hu Jintao de que China parece decidida a la conquista de El Dorado.
La gran inversión que se realiza en China está tirando a su vez de la economía mundial. El gigante asiático compra ya el 40% del cemento mundial, el 25% del aluminio y entre el 20 y el 50% de otras materias primas vinculadas a su desarrollo industrial.
El desarrollo industrial chino y los bajos costes de su mano de obra (en una gran medida esclavizada y sin disfrutar de los derechos humanos y laborales básicos) le está permitiendo también incrementar masivamente sus registros comerciales con el exterior. Las exportaciones crecieron el 35% en 2003 y las importaciones crecieron más del 42% en los primeros meses de 2004.
La espectacular evolución de la economía china en los últimos años le ha permitido crecer vertiginosamente pero, al mismo tiempo, la ha situado en el centro de la tormenta que se está gestando en la economía mundial.